Manual Para Prevencion Sida en Cárceles by Jacobo Schifter - HTML preview

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Alcoholismo y drogas

Existe un alto porcentaje de consumo de drogas en La Reforma. A pesar de los controles rigurosos, la cocaína, la marihuana y los barbitúricos son de fácil acceso y de uso cotidiano (Cuadro 15). Una actividad usual es la elaboración de "chicha", bebida alcohólica que se hace con cualquier cereal o alimento que se fermente. Los presidiarios, en recipientes que ocultan, vierten el agua y luego el alimento a fermentar (como el pan) y a veces agregan "pilas" o baterías desechadas. Unos días después consumen el líquido producto de esta mezcla. El elevado consumo diario de drogas y "chicha" constituye un importante factor de riesgo en la transmisión del Sida.

Ese riesgo comienza con una de las formas en que se introduce la droga. Durante las visitas dominicales que hacen las mujeres, ellas, dentro de un preservativo oculto en su vagina, transportan la droga hasta la entrada de la prisión. Allí un travestido se introduce en el recto el preservativo que traía la mujer. Esa maniobra, hecha muy de prisa, es evidente que conlleva mucho riesgo de infección.

El grupo de los reclusos es uno de los que más admiten utilizar la marihuana antes de las relaciones sexuales.

Unicamente se compara con el de los bisexuales (Cuadro 36a). De los que fuman marihuana, el 42% la utiliza siempre o casi siempre antes del sexo, mientras que éste es el caso solo del 10% de los que asisten a bares. Los reclusos constituyen el segundo grupo que más ha probado la cocaína (59%), superado únicamente por los trabajadores del sexo (73%).

Con el alcohol que es más difícil conseguirlo en prisión, los internos tienen índices menores de consumo. El promedio de tragos consumido en la última semana fue de 0.4, muchísimo inferior al 21.3 en los bisexuales o al 11.4 en los gays que asisten a bares. Sin embargo, el 11% de los reclusos toman frecuentemente antes de las relaciones sexuales, aspecto que demuestra que se las ingenian para conseguir alcohol en el centro penal.

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Profundizando en el análisis de la relación entre drogas y sexo inseguro se encontró que el uso de la coca está relacionado con la práctica de la penetración anal activa y pasiva sin condón (Cuadro 15). Además, se dio una asociación significativa entre el consumo de licor y la relación sexual pasiva. Esto se corrobora al saber que el 42% del grupo entrevistado admitió que el haber tomado licor o drogas influyó en su decisión de usar el preservativo (Cuadro 7).

Este mismo resultado se obtuvo con las preguntas que se refierían a la autoeficacia (Cuadro 40a). El 55% aceptó tener problemas con el sexo seguro cuando están intoxicados.

Estos hallazgos ratifican los resultados de estudios similares realizados entre homosexuales por Stall y otros (1986), Bye (1987) en San Francisco y Connell (1988) en Australia. Bauman y otros (1987) en un estudio de 160 hombres gays en New York (1985) encontraron que una combinación entre drogas y actividad sexual era el factor más importante para predecir un estado seropositivo. Prieur (1988), en un estudio etnográfico en Oslo, halló que los hombres que se intoxicaban antes de tener relaciones sexuales tendían a practicar el sexo anal sin protección.