Nunca Esnifes al Anochecer by Marco Montero - HTML preview

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Planeta Rhod

(bajo la estrella el Maar)

 

Rhod era un planeta joven que se encontraba en el sistema binar al extremo círculo de la constelación Lira. Tenía la órbita muy eclíptica que provocaba significativos cambios de clima. El fuerte campo gravitatorio de las tres lunas influía aún más la inestabilidad del planeta. La atmósfera compuesta mayormente del metano, del neón, del nitrógeno y de escasos rasgos del oxígeno permitía la vida de las formas muy extraordinarias con las cualidades incomparables con los animales que vivían en la Tierra.

/

Tonny

Acechaba escondido silenciosamente en la sombra que le ofrecía un bloque de marga. Sabía que para tener éxito lo primordial era la paciencia y posteriormente la rapidez.

Unos símbolos básicos que llevaban informaciones claves y tan distintas de las que conocía anteriormente cuando era humano, se comenzaban a encender uno a uno dentro de su cerebro. Intentaba asumirlos, entenderlos, pero eran incomprensibles. Luchaba contra ello, tratando de convencerse de que aquello no era real, sin embargo, el primitivismo de su razonamiento no le permitía ahondar en esa deducción.

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Pasó un rato, era casi interminable. Después sus ventosas cefálicas percibieron una ligera vibración a la izquierda a unos diez metros de distancia. Olfateó y analizó el olor. Se acercaba un run-tan. Una forma unicelular de tamaño aproximadamente de una pelota de futbol.

Esperó seis segundos más y luego arrojó velozmente su ponzoñoso tentáculo. El extremo puntiagudo penetró fácilmente en la membrana de la presa. Acto seguido, inyectó la dosis exacta del veneno directamente en su núcleo y la toxina que se asemejaba al veneno de las arañas terrestres, le paralizó.

Una avidez repentina acompañada de un pensamiento potente:

(´¡sáciate!´ )

le atravesó y Tonny empezó a succionar el líquido viscoso de aquel extraño protozoo. Su órgano que funcionaba como un estómago tri-seccional se comenzó a llenar igual que el nivel energético que era imprescindible para sobrevivir.

Pero había que conseguir más comida ya que medía casi dos metros y medio de longitud. Su instinto innato le decía que debería desplazarse más cerca al mar negro, al territorio de los hun-coys (poli-bivalvos aguijonados capaces de segmentar sus huesos dorsales; fuertes, agiles y altamente peligrosos. No obstante para él, no presentaban obstáculo ninguno ya que era el depredador que tocaba la cima de la cadena alimenticia de las zonas diurnas. Cazar y matar eran sus intereses prioritarios en ese mundo tan bizarro).

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Cuartel C-16, (zona 6-diurna, peligrosidad:7)

-¿Qué sabemos de él?- preguntó Lorm, el teniente del cuartel 16 a su subordinado Poex. -Se parece bastante al otro que quemamos hace siete puestas del Maar en la zona tres diurna.

El Maar era uno de las dos estrellas que calentaban implacablemente ese planeta. La otra se llamaba la Xar, era mucho más pequeña y sólo calentaba las zonas ocho hasta quince debido a la inclinación grande del eje del planeta.

-De momento, no tenemos las informaciones completas. Estamos esperando los resultados del laboratorio. Hace una cuarta parte de la puesta han comenzado con la autopsia y ahora se está terminando el análisis de los órganos y del líquido rojo que tenía dentro. Según lo que hemos descubierto hasta ahora parece que se trata de una forma multicelular que utiliza el oxígeno que le mantiene vivo. No es capaz de sobrevivir bajo las condiciones contemporáneas de nuestro planeta más de un par de segundos. Luego muere de asfixia combinada con la tremenda diferencia de la presión entre la parte exterior e interior de su cuerpo. No está segura su forma de la proliferación, ni la reproducción. Es muy  probable que no se trate de la manera que se llama la división celular. Sin embargo, hay que esperar la información detallada - terminó Poex.

-Vale, cuando obtengas el informe completo del laboratorio mándame el archivo. ¿Por cierto, cómo es la situación en la zona seis nocturna?- le preguntó algo pensativo el teniente.

Poex encendió un mini-ordenador que tenía implantado en su brazo central y varios segundos lo estudió, luego respondió: -Lluvia ácida clase tres en el perímetro aproximadamente 35º, densidad de gotas seis, descomposición molecular dentro de la séptima parte de la puesta, la vibración de la tierra F, la probabilidad de la penetración de la lluvia en la zona seis diurna un 16.3% en cuadrante tres.

-¡Caray!- dijo disgustadamente Lorm. -¡Prepara la posible evacuación, llama a los cuarteles adyacentes y avísales! Me temo que vamos a tener un gran marrón. A la mierda con este planeta, ya tengo ganas de regresar al Protor. Ahora puedes irte, tengo que recapacitar sobre la situación.

El teniente se acercó al ventanal de titano y se hundió en sus reflexiones.

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Tonny, (cerca de la zona6)

Lentamente se acercaba al mar negro.

A la novena parte de la puesta cruzó el nivel de la zona seis diurna y entró en los territorios más peligrosos del planeta. Su reducido cerebro notó el cambio súbito de la superficie. Ahora estaba más árida, apestosa y como si estuviera más muerta. Sin embargo, eso no importaba en ese momento, tenía que continuar. Estaba a punto de consumir casi toda la energía que había acumulado del run-tan. Y para poder enfrentarse a los hun-coys debería encontrar alguna otra fuente de energía, más nutritiva y más rica.

Sus sentidos agudos escanearon detenidamente el terreno. Nada salvo un leve movimiento proveniente a unos 25 metros a la derecha. Eso podría ser un humroid. Una clase de molusco multicelular de tamaño mediano, provisto de dos pinzas y de una coraza blanda. Suficiente como para reparar la energía que necesitaba para la eventual lucha.

Su cilíndrico cuerpo cambió de color y de su forma original. El camuflaje lo tenía bastante desarrollado y muy sofisticado. Se inmovilizó y enfrió sus órganos casi a -5ºC.

El humroid que tenía la piel resistente al ácido escudriñaba las piedras ígneas, desechas por el azufre, y buscaba algunos rasgos de algas espinosas. Pero no tuvo suerte, se alejó demasiado de su zona habitual y estaba exhausto, había caminado casi cinco puestas sin comer.

Tonny aguardaba. El molusco dio un paso más y luego su piel, aunque gruesa, fue atravesada por un tentáculo mortífero. El veneno actuó inmediatamente y le paralizó.

Tonny recobró el funcionamiento normal de su cuerpo y comenzó a succionarle. El líquido pegajoso que le atravesaba las glándulas de secreción interna, le fortalecía.

/

Anochecía y eso era malo. Se hallaba muy cerca de la frontera diurna/nocturna y aunque ahora estaba lleno de energía, sabía que las formas inferiores que vivían allá lo matarían en un periquete. Debería encontrar un refugio dónde se quedara hasta que saliera el Maar nuevamente. No obstante, aquí no había nada, sólo la planicie seca e infecta. Su cerebro atrofiado analizó la situación y decidió camuflarse en el sitio dónde estaba. No quería perder ni un por ciento de su valiosa energía.

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Zona 6-fronteriza diurna/nocturna, peligrosidad: máxima

(bajo la lluvia ácida)

Los escarabajos luminiscentes acechaban en la oscuridad amoratada. La lluvia ácida que caía mayor parte del tiempo en esa zona no les hacía daño alguno. Sus cuerpos mutados, provistos de unas capas resistentes les protegían bien. Tenían cinco patas de forma bulbosa cubiertas de una especie de púas que les permitían andar sobre el terreno desolado. Eran carnívoros y muy peligrosos, sus dientes ponzoñosos les proporcionaban una ventaja letal. Y eran muchos, miles y miles de manadas de esos repugnantes insectos que merodeaban todo el rato en búsqueda de la comida. Pero ellos no eran las únicas formas que vivían en la zona nocturna.

El Maar ya se había puesto. La temperatura bajó a unos -25ºC y seguía bajando. Los escarabajos se acercaron a la frontera. Habían percibido un ligero cambio de la temperatura lo cual significaba la presencia de una forma viva. Se situaron a lo largo de la línea que dividía las dos zonas, preparados para cruzarla y atacar.

El hun-hun también tenía hambre. Era un tipo de gusano gigantesco, subterráneo. Su cuerpo ovalado medía aproximadamente seis metros y estaba blindado por unas placas rígidas de su piel muerta. Las dos bocas triángulas contenían tres hileras de dientes extremadamente duros, capaces de machacar los élitros reforzados de los escarabajos. Encima de sus nueve ojos abultados le crecía un órgano especial que funcionaba como un detector de tejido orgánico.

La lluvia arreció, las gotas grandes azotaban despiadadamente la tierra, y para empeorar aún más la situación el viento aproximaba los nubarrones peligrosamente a la zona diurna. La evacuación era inevitable.

El hun-hun se emergió de la tierra y cobró velocidad. Se dirigía hacia Tonny.

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Cuartel C-16, (zona 6-diurna, peligrosidad:7)

Estaba excitado. Hace un rato recibió el archivo completo del laboratorio que le había mandado Poex a su mente diurna, y los detalles que contenía eran más que interesantes, eran prometedores.

Según el informe parecía que el ser, que habían matado en la zona nocturna, provenía de la parte más joven del universo en dónde las galaxias aún se estaban formando. El material en el que se constituía su esqueleto contenía calcio. Y el calcio podía matar a la mayor parte de los bichos que vivían en ese planeta y terminar así su trabajo aquí. Era imprescindible que se preparase su fabricación. Sin embargo, primero había que solucionar el problema con la lluvia.

Lorm llamó con su mente al comandante: -¿Cómo está la situación en el cuadrante tres?- le preguntó algo alterado.

Poex vaciló un poco y luego respondió: -No muy buena, señor. Las nubes ya han sobrepasado la frontera. Hace ocho novenas de la salida hemos comenzado con la evacuación. Pero todo se complica por la oscuridad y también….- titubeó otra vez y después continuó: - …se ha notado la presencia de un hun-hun de tamaño R.

-¡Joder!- irritadamente exclamó el teniente. -¿Cómo es posible que no se tomaron las precauciones necesarias a tiempo? ¿Qué hacían las Centinelas? ¿Por qué no le dispararon? ¿Qué está pasando aquí últimamente? ¡Matad a ese gusano y continuad con la evacuación! Yo tengo otras cosas mucho más importantes que solucionar-terminó y desconectó la transmisión.

Necesitaba pensar y después hablar con Crogg, el jefe de los laboratorios en la zona dos diurna. Pero todo ese jaleo le desconcentraba, el hun-hun podría causar un montón de bajas imprevistas y eso no lo podía permitir.

Aunque se trataba sólo de los Kuxs, una raza superior-mediana. Sin embargo, y por otro lado, ellos eran los únicos que podían sobrevivir en esas zonas inestables y vigilarlas.

(Lorm no calculaba las Centinelas. Para él eran muy raquíticos y débiles y simplemente, no las consideraba como una raza superior.) /

 

La frontera diurna/nocturna, (zona 6)

Congeló su cuerpo hasta -48ºC que era el máximo que podía alcanzar.

No obstante, eso no bastaba pues a su alrededor la temperatura bajó ya a -56ºC. Disminuyó la circulación del líquido corporal a un 95,4%. Su capa exterior de piel se endureció el triple. A continuación, incrustó los cuatro ojos provistos de los parpados laterales dentro de su redonda cabeza y cambió el color a negruzco. En este estado podía permanecer media salida del Maar. Luego tendría que malgastar la energía acumulada. Y eso no quería.

La tierra comenzó a resonar. Los escarabajos se pararon en seco y ahora parecían unas piedras opacas, esparcidas por la superficie mojada.

El hun-hun saltó y atacó.

De pronto, retumbó un disparo estridente seguido de otros cuatro. El gusano gigantesco cayó muerto a menos de un metro de Tonny. Los escarabajos, asustados por aquel sonido, se esfumaron hacia las partes más profundas de la zona nocturna, para hoy se acabó la cacería. No obstante, la lluvia seguía y los charcos densos de ácido que creaba, intentaban penetrarse en la arcilla dura.

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-Buena puntería-comentó Theax. -Parece que este hun-hun se ha vuelto loco. No hay nada de que haya podido devorar.

-Mira ahí, lo ves-enseñó Fogg, uno de los Kuxs, hacia un montón grisáceo. -Apostaría un cun-coy que ahí hay un ceflopoid. Hace más de cincuenta puestas que vi el último. Pensaba que se habían emigrado a la zona uno. Parece que este se ha perdido - terminó riendo.

-¿Entonces, qué hacemos con él? ¿Le matamos?- preguntó Theax. Era nuevo, vino hace trece puestas del planeta RX6 que colindaba con Rhod, y era tupido como todas las Centinelas.

-Qué va, lo dejaremos vivir, no presenta ningún peligro para nosotros. Y sobre todo hay que ahorrar la munición. Nunca se sabe que mierda te sorprenderá de la zona nocturna. Y si no tienes el arma bien cargada estarás totalmente jodido y acabarás, si tienes mucha suerte, en el estómago de un tun-cay. O, en el caso contrario, te desgarrarán lentamente los escarabajos-dijo Fogg y golpeó suavemente el bulto que crecía de la chepa prominente de Theax.

Éste, algo sobrecogido le preguntó -¿Qué es el tun-cay, nunca he escuchado ese nombre?

-Una clase de anfibio con dieciséis colas y dos cabezas opuestas. Mide un poco menos que este hun-hun, pero te puedo asegurar de que cuando ataca, nunca falla. Y ni tendrás tiempo de cagarte en tus propios calzoncillos, si llevas algunos-terminó Fogg. A continuación, dio media vuelta y se fue.

Theax lo estaba observando totalmente confundido. No sabía si le tomaba el pelo o no.

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Zona 2, (puesto de avanzada 10, peligrosidad:3)

Poo Crogg, estaba en el almacén controlando las provisiones de vanadio que se utilizaba para la producción de las armas especiales que servían para matar a los bichos en las zonas nocturnas cuando se conectó Lorm con él.

-Hola, Poo ¿Qué tal?- le preguntó.

Eran buenos amigos casi todo el tiempo que trabajaban en ese planeta, y Crogg en seguida le notó, en la vibración de su voz, algo alterado sin embargo, exaltado.

-¡Mal!- respondió -Cómo seguramente sabes muy bien, tenemos aquí una fuerte tormenta eléctrica que no parece dejar de rugir durante un buen rato. Así que, sé breve. ¿Qué necesitas?- terminó y envió una imagen del cielo plateado, lleno de nubarrones a la mente diurna de Lorm.

-Menudo ambiente para un pryjxs-éste bromeó y continuó ya seriamente: -Hace casi dos puestas que matamos a un ser muy peculiar en la zona nocturna. Acabo de ver el informe del laboratorio y agárrate, su cuerpo era compuesto de algún tipo de refuerzos de esqueleto en forma de varas oblongas, rellenas del líquido que contenía rasgos de calcio.

Extrajimos 128,3 gramos en total.

Crogg silbó y luego espitó medio gritando: -Mándame cuanto antes el archivo y dime de dónde ha salido. Espero que sepas que este descubrimiento podría significar, ¿no? Qué, por fin, podríamos darles a los hijos de puta de los bichos una patada tan potente que les mandaríamos hasta la galaxia Zullx desde dónde ya no nos van a molestar nunca jamás.

-Cálmate Poo, cálmate. Hay que pensarlo bien. Parece que este ser proviene de la constelación que llamamos Varah.

-¿Bromeas, no? Varah está en la opuesta parte del universo. Así que explícame, qué demonios hacía aquí en este planeta y sobre todo en la zona nocturna. ¿Y cómo ha podido llegar?- Crogg estaba demasiado excitado, tuvo que tranquilizarse para poder continuar la conexión con Lorm. Era muy difícil mantener la sincronización entre dos mentes a la distancia de casi 800 km bajo las emociones tensas.

Lorm estuvo a punto de responderle pero de pronto, su mente nocturna fue anegada por una borrosa imagen que le había mandado Poex. No podía verla bien porque la parte nocturna no permitía recibir las imágenes, servía exclusivamente para almacenar los recuerdos y limpiarlos o borrarlos si eso era necesario (una lavadora de la subconsciencia podría decirse). Si se utilizaba la mente-diurna para comunicarse con otra persona, la otra, nocturna, funcionaba cómo un tipo de correo electrónico con la memoria muy limitada. Lorm sólo podía ver una mancha verde-gris que muy probable fuera el cuerpo de un hun-hun y luego dos frases cortas y casi sin sentido que decían: ´ Hun murto. Evacución segur´.

´Bien. Un marrón menos.´

-Mira Poo, no tengo ni la menor idea de cómo ha llegado hasta aquí.

Pero eso ahora mismo no importa - dijo el teniente y continuó -Lo qué me interesa es cuando puedes comenzar con la producción del calcio. Te enviaré lo que extrajimos y quiero que estimes aproximadamente el tiempo que vas a necesitar para preparar una tonelada.

-Bueno, primero tengo que hacer algunas pruebas de su composición y luego te digo algo, ¿vale?- explicó Crogg. En ese momento, se rompió el ventanal lateral del almacén y una ráfaga fuerte del viento hizo caer varias cajas llenas de todo tipo de sustancias que se comenzaron a mezclar en el suelo, reaccionando entre sí mismas. -¡Ostras! Oye, hablaremos más tarde. Ahora tengo que solucionar esto - gritó, envió la imagen del tinglado al teniente y se desconectó.

A continuación, cogió rápidamente el extintor que estaba colgado en la pared al lado de la puerta y abrió la válvula. El suelo se llenó de una  espuma de color naranja clara y el aire empezó a oler a glutrex, una mezcla de neutralizador y hidro-ox.

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Lorm clavó la mirada a los paneles que controlaban cuadrantes individuales. El chivato, (así apodaba a los pilotos rojos de emergencia), parpadeaba como loco. Y como no, se trataba de la zona nocturna cerca de las ciénagas movedizas.

-¡Poex, averigua que cojones pasa en el cuadrante F e infórmame cuanto antes! – le ordenó y se desconectó. Estaba furioso.

-¡A la mierda con todo este planeta!- chilló y para subrayar su rabia golpeó con el puño izquierdo la mesa.

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Zona 6 - cuadrante F

Aquí, cerca de las ciénagas movedizas la vida era casi imposible. Los concentrados vapores sulfurosos rezumaban constantemente del líquido espeso que contenían los charcos estancados, acumulados por las lluvias ácidas que eran tan frecuentes en esta zona. Sin embargo, también aquí se podían encontrar algunas formas orgánicas. Formas muy feas, deformes y horriblemente mutadas. Vivían mayormente debajo de la tierra mojada o en el lodo de las ciénagas y se llamaban tun-tuns. Una clase de sanguijuelas de tamaño de 20 a 35 cm con los extremos bifurcados, terminados por dos bocas independientes, una llena de dientes finos y acanalados que servía para triturar la carne succionada por la otra.

Y por supuesto, los escarabajos que infestaban todas las zonas nocturnas y se adaptaban fácilmente a cualquier ambiente.

La temperatura variaba entre -7ºC a +45ºC. El hecho de que fuera tan moderada era gracias a los vapores calientes de azufre que funcionaban como un invernadero.

Chispeaba. Las nubes grandes flotaban muy por debajo, estaban llenas de veneno que sembraban dónde tocaban la arcilla. Reinaba relativamente silencio interrumpido sólo por los movimientos vagos de las tun-tuns que producían burbujas apagadas por la densidad del líquido. La oscuridad estaba a un 55%. Se acercaba otra vez la puesta del Maar.

Sin embargo, si alguien con la piel resistente a toda esa fuerte polución que contenía el aire, el agua y la tierra hubiera podido observar detenidamente los élitros de los escarabajos seguramente se habría dado cuenta de que vibraban muy insólitamente, y también habría notado en el ambiente cierta presencia de la descarga electroestática. No obstante, no existía tal persona, así que la brecha espacio-temporal, que se abrió a unos 35 metros de la ciénaga más profunda, escupió una masa algo arrugada de vagos rasgos humanos y se cerró de nuevo, estaba completamente desapercibida.

La cosa que ahora se estaba retorciendo en la arcilla morada y gritaba de dolor, se llamaba Randolf. Hace cinco minutos y 38 segundos fue un chico convencionalmente guapo de 23 años que con su novia Linda estaban probando el polvo que había dado la muerte a Josh y había trasformado a Tonny en un ceflopoid.

Durante el paso por la brecha su cuerpo había comenzado la metamorfosis a un tun-kay, pero por la poca calidad del polvo, que habían esnifado, esa se paró a un 57%. Suficiente tiempo como para desarrollar el órgano que permitía percibir el metano pero no suficiente como para sobrevivir más de cinco cuartas partes de la puesta bajo las condiciones del planeta.

Su cerebro ya parcialmente atrofiado intentaba terminar la transformación celular descomponiendo el tejido humano. Randolf agonizaba, medio consciente. Por sus orificios nasales le brotaba sangre mezclada con el líquido coagulado del tun-kay. Su ojo izquierdo implosionó debido a la diferencia extrema entre la presión exterior que era tres veces más grande que la que estaba dentro de su cuerpo. Las piernas habían desaparecido totalmente y se habían reemplazado por una forma cilíndrica terminada en algo parecido a una cabeza. Gritaba y gritaba sin cesar.

Los escarabajos se acercaban. La presencia de algo vivo les excitaba y el olor de sangre atraía más manadas que ocupaban terrenos más lejanos.

El primero penetró al tórax de Randolf y empezó a arrancar su tejido. No mucho tardaron los otros. Cuando uno de ellos atravesó con los dientes la laringe, los gritos cesaron. Su muerte fue lenta, cruel y muy dolorosa.

Linda tuvo más suerte, si hablamos de ello en ese caso. La brecha la arrojó directamente a la ciénaga. Su sangre, igual que la de Josh, contenía el 3,8% más de hierro que la de Randolf o de Tonny, y esta ligera diferencia bastaba para parar totalmente la trasformación para su comienzo. Así que fue la asfixia que la salvó de la muerte aún más terrible en comparación con su novio.

El primer tun-tun succionó su mejilla seis segundos después de que la vida abandonara para siempre su cuerpo.

El festín sangriento que se celebraba tanto al lado de la ciénaga como dentro terminó en media puesta. La lluvia ácida cobró nuevamente fuerza como si quisiera lavar los pocos despojos de Randolf y disimular así su efímera presencia en Rhod.

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El mar negro, (zona X-neutral, peligrosidad: 4)

Llegó al litoral rocoso del mar negro. A veces lo llamaban el mar moreno debido al color de las algas que lo cubrían en su mayor parte. El traslado le costó un 55% de la energía total y estaba hambriento.

Ya desde lejos había percibido los olores penetrantes de los humroides que merodeaban por las piedras deshechas en búsqueda de las escasas formas unicelulares.

A pesar de los cuatro ojos abultados su vista, como la de todos los ceflopoides, era muy débil. Podía distinguir sólo unas manchas difusas en blanco y negro. Pero disponía de otras armas mortíferas. El olfato lo tenía desarrollado mejor que todos los depredadores de las zonas diurnas y junto con el órgano que servía para analizar la distancia y el perímetro lo convertía en una máquina que casi nunca fallaba cuando atacaba. Pero, por supuesto, para eso necesitaba mucha energía.

El mar bramaba. Las olas pesadas chocaban contra las rocas ígneas y empujaban a más moluscos afuera.

Estaba quieto. Analizaba la posibilidad del ataque. Se acercaban dos de ellos de tamaño mediano por la izquierda. Sus pinzas enormes tenían alzadas sobre las triangulares cabezas como si quisieran rendir un homenaje a un monarca.

Estaba a punto de lanzar su tentáculo prolongado y penetrar el cuerpo del más cercano cuando de repente, apareció un pajaroid. Tenía la envergadura casi de cinco metros. Descendió velozmente en picado y agarró con sus enormes garras a los dos humroides. Luego dio un alazo y comenzó a alejarse. El humroid más grande intentó pinzar su garra, pero falló. El pajaroid lo arrojó bruscamente contra un saliente puntiagudo y lo mató sin reducir la velocidad.

Éstos aves gigantes cazaban sólo ocasionalmente en la costa puesto que los vapores ácidos que constantemente salían de la superficie del mar les causaban graves daños en sus cuatros alas.

Tonny tuvo que escanear nuevamente el terreno. A la distancia de 45 metros había un grupito de tres moluscos, estos eran más pequeños.

Lentamente empezó a reptar hacia ellos. El viento cobraba la potencia, se avecinaba una de las tormentas eléctricas. Era necesario actuar rápido.

Se aproximó a tres metros, después lanzó su tentáculo prolongado pero la ráfaga fuerte desvió levemente el ángulo de incidencia y el tentáculo chocó contra una piedra. Uno de los humroides respondió contraatacando, su pinza afilada cortó fácilmente ocho centímetros del tejido de Tonny, el trozo de carne desapareció en su boca.

El dolor fue tremendo. Quitó el tentáculo dañado y lanzó otro, esta vez dio en el blanco. El molusco se estremeció con un espasmo mortal y cayó muerto.

Los otros dos empezaron a alejarse del alcance del agresor. La huida le costó la vida a uno de ellos. El tercer tentáculo secundario del ceflopoid penetró fácilmente su coraza blanda y la excesiva dosis del veneno le mató en seis segundos.

Tonny empezó a succionar ansiosamente sus presas, necesitaba energía y mucha. Era esencial parar rápidamente la pérdida del líquido corporal que brotaba de su herida.

Gracias a su escamosa piel entretejida de poros permeables que contenían un jugo especial era capaz de auto-congelar la parte lesionada del tentáculo, y la renovación regresiva del crecimiento del tejido epidérmico duraría más o menos tres puestas del Maar. Una cualidad realmente asombrosa.

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El viento arreciaba y las nubes que estaban pendidas por encima del mar se acercaban peligrosamente, pronto vendría la lluvia, había que ponerse a cubierto. Pero Tonny tenía más hambre, quería cazar más.

Su radar detectó otro molusco a unos treinta metros a la derecha.

Disminuyó su olor y accionó los músculos. La presa no notaba peligro ninguno, estaba comiéndose un unicelular. Los tentáculos de Tonny hicieron el trabajo sucio y él llenó a tope sus depósitos con valiosa energía.

Las primeras gotas comenzaron a tocar su cuerpo, picaban. Más a la izquierda había un boquete en una roca no muy alta. Un sitio ideal para esconderse.

La llovizna ligera se convirtió en lluvia. Tonny inició la retirada hacia el refugio. Los humroides regresaron al mar.

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En la zona nocturna cerca de las ciénagas la lluvia cesó, sin embargo, empezó el fin de la vida orgánica en este planeta. Los escarabajos y las sanguijuelas que habían devorado a Randolf y Linda enfermaron. Su AND se había mezclado con el humano y eso había provocado una infección.

Primero afectaría al cerebro y luego causaría la mutación celular.

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La frontera diurna/nocturna, ( zona6 – cuadrante 3 )

El comandante Poex, estaba en el cobertizo blindado cerca de la frontera de la zona seis. La evacuación transcurría bien. Hasta ahora había sólo tres Kuxs con quemaduras graves y ocho con escaldaduras ligeras. La lluvia cesó hacía la séptima parte de la puesta, pero como minino otra cuarta parte no se podría salir puesto que la tierra estaría llena de charcos de ácido.

Hablaba con una Centinela cerca del hun-hun que habían matado detrás de la frontera cuando de sopetón, en su mente estalló la voz de Lorm ordenándole que averiguara inmediatamente la situación en el cuadrante F. (A veces tenía muchas ganas de mandarle a su superior a tomar morcillas. El teniente se comportaba bien con él la mayor parte del tiempo no obstante, cuando se estropeaba algo, que gracias a dios no ocurría con tanta frecuencia, se ponía borde, nervioso y a menudo gritaba.)

Los dos, igual que casi todos los habitantes de Rhod eran Xibogs, una raza superior remotamente parecidos a los humanos. Tenían cinco extremidades: dos que servían para andar, provistas de una clase de ventosas adhesivas con pequeños ganchos que les ayudaban a mantener el equilibrio prácticamente en cualquier superficie; y tres con ocho dedos también provistos de las ventosas adhesivas pero aparte de eso, sus yemas eran cubiertas de bultitos duros, muy semejantes a verrugas, que servían para identificar la estructura interior de la materia que tocaban. Crecían mayormente hasta los dos metros y medio de altura. No tenían cuello sino un tipo de bulto grueso terminado en una cabeza algo cuadrada. Su extraordinario auto-regenerativo sistema celular les proporcionaba larga vida. Sin embargo, tenían una gran desventaja pues cualquier virus podía causarles una muerte prematura y muy dolorosa. Era bastante curioso que sus cuerpos tan sofisticados no tuvieran medidas suficientes como para defenderse contra este diminuto enemigo. Por eso se ponían muy a menudo las mascarillas faciales y se inyectaban un compuesto para reforzar su débil sistema inmune.

El comandante, encendió el radar que tenía implantado en el tercer brazo y comenzó a escanear el cuadrante F. La aguja que rítmicamente giraba dentro de un mapa toroidal no mostraba anomalías ningunas.

Apretó un botón para hacer la exploración más profunda, especializada para la presencia de las formas orgánicas y el mapa se tornó naranja, tampoco nada anormal. Probó con la luz infrarroja y con los rayos delta.

Nada, todos los números indicaban datos normales. Se conectó con el teniente y se lo comentó.

-Vale, entonces ha sido un fallo. Parece que estos trastos prehistóricos ya comienzan a chochear-eso era su forma de bromear. Luego preguntó-

¿Qué tal la evacuación?

-Todo bien. Varias quemaduras como siempre. Nada que no pudiera solucionar. Ha