Nunca Esnifes al Anochecer by Marco Montero - HTML preview

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Las brechas

 

Abrió el armario de su despacho donde guardaba la droga y cogió la bolsita pequeña. Miró el polvo y se ensalivó su dedo índice. Luego lo metió dentro. El polvo se pegó suavemente en su yema. Lo sacó y se lo acercó a la boca. Después titubeó un poco, caminó hacia el sofá y se sentó.

Estaba furioso, nervioso pero también desesperado. La conexión con Mix número uno se había perdido totalmente y cuando intentaba contactarse con el número tres había tantas interferencias que no logró establecer el vínculo de ningún modo.

Sobre la media noche, obtuvo el informe de los científicos:

La fase dos se ha puesto en marcha pero las coordenadas se desvían e influyen indirectamente las transformaciones de los Mixs. Las perturban y posteriormente las mutan de manera incontrolable. También se ha perdido la conexión con los distribuidores en la Tierra.

Flegg observó el polvo amarillento que poco a poco se caía al suelo desde su dedo pues le temblaban las manos. Necesitaba la droga, la necesitaba más que nunca. Tenía que calmar y sosegar su mente turbulenta y reflexionar.

( y ante todo saciar la avidez, apagar la sed y apaciguar el mono)

Abstraídamente acercó el dedo a sus encías y restregó lentamente el polvo por ellas. Luego cerró los ojos. El efecto acudió casi en seguida y anegó su cerebro. Se sumergió en las olas de la locura y empezó a nadar entre ellas.

Más tarde, vinieron los sueños raros, las alucinaciones terribles y los pensamientos siniestros que le comenzaron a imponer una idea totalmente descabellada y él la sucumbió.

/

Durante la noche la transformación del vigilante alto culminó. Crogg le observaba mediante una cámara tridimensional que estaba instalada en la sala siete de cuarentena. El proceso del cambio le fascinaba.

Al amanecer entró en su despacho Fordy. Hablaron durante un rato sobre unos esquemas de ADN, después Fordy se alejó al laboratorio para analizarlas.

Cuando los primeros rayos de la Xar aparecieron por encima de las montañas que se extendían en el horizonte de la zona dos comenzaron los problemas y la situación se fue totalmente al carajo.

Crogg aún sentado en su despacho, bebía un Bizz y comparaba los resultados de la autopsia. Su frente se fruncía y la piel suave que tenía alrededor de su ojo central se arrugaba feamente. Todo eso era muy inquietante.

Cambió la página del archivo y alzó ausentemente la cabeza. Por un momento su mirada se fijó en el monitor que mostraba la sala siete. El vigilante alto frenéticamente golpeaba con sus tres manos la pared frontal de cristal. Enfocó las lentes de la cámara tridimensional y vio que en su cara se notaban visibles rasgos de miedo. Se levantó de la silla y salió pitando de su despacho. Al correr por el pasillo se conectó con Fordy y le comentó escuetamente lo que estaba pasando. Fordy dijo sólo una palabra: -¡Voy!

/

Los dos llegaron a la sala siete casi al mismo tiempo. El arrebato del larguirucho continuaba, daba puñetazos fuertes contra el vidrio que oscilaba mientras vociferaba: -¡Ya vienen! ¡Ya vienen! ¡Dejadme salir, hijos de puta!

Crogg lo trató de calmar pero fue en balde.

Tres segundos más tarde, el aire en el pasillo comenzó a vibrar y llenarse con descargas electroestáticas.

Crogg miró a Fordy y dijo: -¿Lo notas? ¿Qué es esto?

Fordy quería responder que sí que lo notaba pero en ese momento, se desgarró el espacio y entre ellos dos se abrió una brecha. Fordy empezó a retroceder. Crogg se quedó inmóvil. En la sala siete el vigilante bajó las manos.

Pasaron ocho segundos. La brecha se ensanchó un poco más y en el pasillo cayó Mix número trece. El error gravitatorio le causó una cicatriz larga que se extendía por toda su cara y desde la que salía un pus negro y espeso.

Las piernas de Fordy se pararon, estaba completamente patidifuso. Mix número trece se incorporó, echó un rugido grave y arremetió contra él.

Fordy retrocedió dos pasos más y luego chocó contra la pared. Las manos de Mix le agarraron por la cabeza y de un tirón le rompió sus dos columnas vertebrales, su cuerpo inerte se desplomó en el suelo y él murió.

Crogg empezó a correr. Mix rápidamente dio media vuelta y estrechó la mano derecha para cogerle. Pero en ese instante, ocurrió una cosa muy rara: el espacio entre ellos se abrió nuevamente y él hundió el brazo dentro de la brecha. Acto seguido, lanzó un grito. El brazo se separó de su cuerpo en el punto donde se tocaban las dos realidades. Después la brecha se ensanchó más y rompió el cristal de la sala número siete. Al pasillo salió otro Mix, éste era un poco más bajo que el primero pero tenía la tercera mano mucho más larga.

Crogg volvió la cabeza y vio como los dos seres comenzaban a luchar entre sí. El nuevo le asestó un puñetazo fuerte en la cara al otro y le hizo tambalearse. Giró otra vez la cabeza hacia adelante y seguía huyendo, no quería perder la ventaja.

Por encima de los laboratorios pasaron volando tres pajaroides. Uno de ellos graznó como si quisiera saludar a alguien allá abajo. Luego se alejaron velozmente hacia la planicie, su destino eran las montañas.

Crogg alcanzó la escalera y bajó. Pasó corriendo por un pasillo estrecho, poco iluminado, giró a la derecha y entró en una habitación pequeña. A continuación, cerró la puerta tras de sí con un portazo y la bloqueó con una palanca de hierro que estaba apoyada contra la pared.

Una vez dentro encendió la bombilla oblonga. La habitación sin ventanas se alumbró tenuemente, era el almacén de toxinas. Se limpió la frente, otra vez sudaba. Después se sentó desplomado al suelo y apoyó la cabeza contra un aparador. Jadeaba y su cuerpo temblaba.

Áquí, por lo menos, estaré a salvo.´ pensó. Sin embargo, se equivocaría.

/

El nuevo Mix mató al número trece. Le abrió la cabeza al arrojarlo contra una columna de titano. Acto seguido, se volteó. Los cristales de la sala siete estaban esparcidos por doquier pero la sala estaba vacía. El vigilante alto logró esfumarse.

Olfateó y percibió dos olores distintos: el primero pertenecía al prisionero (vigilante), el segundo al carcelero (Crogg), decidió perseguir el del carcelero.

Afuera del recinto se abrieron otras dos brechas. Una de ellas detrás del laboratorio y la otra dentro del almacén donde murió Hutx. El puesto avanzado diez de la zona dos diurna se convirtió en un lugar con alta peligrosidad.

/

Lorm aterrizó en el hangar del Cuartel C-16 un poco antes de la media noche. Llamó a tres soldados y les ordenó que trasladaran el cuerpo muerto de Goff al laboratorio y el cadáver de Rash a la morgue. Luego se alejó a su despacho y se tumbó en el sofá, necesitaba descansar y recuperarse. Su hombro dislocado se normalizó pero aún le daba de vez en cuando punzadas. Además, dentro de la cabeza tenía un caos total. Las marañas de sus pensamientos remolinaban y perturbaban incesablemente todos los rincones de su mente.

Cerró los ojos y casi en seguida entró en la zona nocturna. Su cerebro comenzó con la limpieza de su subconsciencia.

/

La metamorfosis de Durby se desarrollaba despacio puesto que el contagio no había entrado directamente en contacto con su líquido corporal sino que se había absorbido mediante su piel.

Durante el vuelo le empezó a doler la cabeza y de vez en cuando sentía ligeros hormigueos en las manos. Cuando el aerodeslizador pasaba por la llanura y se aproximaba al Cuartel 16-C le entraron arcadas y vomitó repetidamente entre sus rodillas. El pringue que devolvió, tenía color pardo oscuro, eso no era bueno en absoluto.

A duras penas se enderezó y apoyándose contra las paredes se acercó a la sala de control. Lorm estaba ensimismado y le ignoraba por completo.

De modo que se sentó en una de los cuatro asientos que había por allá e intentaba calmar su órgano de descomposición.

Al aterrizar, entraron tres soldados y envolvieron en una lona verde el cuerpo muerto de Goff. Lorm bajó y se alejó. Durby se quedó un rato más sentado. Uno de los soldados le preguntó si se encontraba bien, él le contestó que sí, que sólo le dolía un poco la barriga.

Cuando se fueron, se levantó y se dirigió a la puerta corrediza.

Ahora estaba en su habitación. Se había tomado ya cuatro Kiarrs pero no le ayudaron mucho. La jaqueca invadía su frente y sienes y poco a poco se extendía también hasta la nuca.

Vomitó dos veces más. Luego se desplomó en su cama, le empezaron a temblar las manos.

Más tarde, vinieron las primeras alucinaciones y cuando el Maar apareció nuevamente en el horizonte, perdió la conciencia.

/

Al amanecer saltó la alarma. Lorm se emergió de la zona nocturna con un respingo. La limpieza de su subconsciencia era muy profunda y estaba confuso. Pero ese desconcierto era normal, el cerebro tenía que reiniciarse de nuevo.

El sonido de la alarma chillaba y chillaba.

Se puso de pie. La puerta de su despacho se abrió y dentro irrumpió uno de los soldados. Estaba nervioso y respiraba rápidamente. En su mano central sujetaba un rifle de fotones.

-Señor, señor, tenemos un problema. ¡No sé cómo explicárselo pero parece que nos ha atacado alguna especie de seres de otra dimensión!

-¿Qué?- dijo Lorm y luego continuó: -Tranquilízate y dime que ha pasado, pero habla despacio.

El sonido agudo de la alarma, por fin, calló. El soldado giró la cabeza hacia atrás. Sus manos seguían temblando. El cañón de su arma se movía arriba y abajo. Luego miró otra vez al teniente y comenzó a hablar: -

Estaba fuera del hangar, señor, cuando de repente, cerca de mí, se abrió el espacio y desde esta fisura dimensional, no sé cómo describirlo mejor, salió un ser muy parecido a nosotros pero sólo con dos ojos. El tercer brazo lo tenía muy corto y los dedos los tenía unidos juntos, como si estuvieran cubiertos de una membrana o algo por el estilo. Le disparé y le di en la cabeza. Después me fui corriendo al hangar.

El soldado tosió y siguió hablando: -Luego escuché que alguien gritaba en el pasillo y me dirigí hacia allá. Pero de pronto, apareció Persy tambaleándose. Tenía una herida fea en el pecho y también en la pierna.

Yo quería…- pero en ese instante, sonó nuevamente la alarma.

El soldado dio un respingo y casi apretó el gatillo del rifle del susto. Lorm se acercó apresuradamente a su mesa. Abrió el cajón que estaba debajo de la tabla y sacó un desintegrador grande con doble cañón. A continuación, se encaminó a la puerta y salió afuera diciendo: -¡Vamos! Hay que devolver las cosas de mi zona a la normalidad.

/

Eran más de la media noche y Jorr aún estaba en el despacho de Cludd.

En el suelo, estaban tirados tres botes de Bizz vacíos. El cuarto lo tenía abierto y lo sujetaba con su mano izquierda.

La razón porque se quedó tanto tiempo allí y porque se le olvidó casi por completo el propósito de su visita fue un archivo que había encontrado en el escritorio del ordenador de Cludd. Ese archivo se llamaba: XXX y contenía cosas tan chocantes que al principio no podía creer lo que veía.

En una de las carpetas estaban todos los informes que él había mandado a la organización sobre el proyecto soldados azules. No sabía cómo coño había podido Cludd conseguirlos.

Otra carpeta mostraba los resultados específicos de las pruebas que hacían los científicos en el cuadrante 0 y contenía detalles que incluso él no estaba al tanto. Según ellos, ya existía un suero que daba deseados efectos acerca del sistema inmune de los Xibogs.

Se bebió otro trago de Bizz y abrió la carpeta que se llamaba: El fracasado. Lo que vio le dejó sin respiración. Dentro de la carpeta estaban las informaciones sobre él. Hojas y hojas llenas de partes y reportes sobre sus misiones militares, sobre su vida privada, sobre sus amigos, absolutamente todo. Incluso encontró los resultados médicos sobre su salud y un gráfico que enseñaba una curva irregular de sus ondas cerebrales. Ni siquiera recordaba cuando se había hecho aquel examen.

Afuera ululó el viento y una ráfaga impetuosa chocó contra la ventana del despacho. Se respaldó y miró hacía la pared opuesta. Ahí había colgado un dibujo raro que presentaba una escena abstracta de una maquina oxidada situada en el campo de tulipros. Luego se frotó la cara y susurró: -¡So hijo de puta!

Acto seguido, encendió un botón negro en su mini-ordenador, que tenía implantado en su brazo central, y comenzó a copiar el archivo. Al terminar, borró el archivo XXX del ordenador de Cludd y se levantó.

Anhelaba más que cualquier cosa que ahora entrase ese cabrón de mierda, pero, por supuesto, su deseo quedó incumplido.

Abrió la puerta y salió del despacho. Se hallaba casi al final del pasillo cuando de pronto, comenzó a notar una vibración a su alrededor. A continuación, se desgarró el espacio, apareció una hendidura y escupió hacía los azulejos morados otra monstruosidad, ésta era número cinco.

Reaccionó instantáneamente, desenfundó su arma y disparó. La bala rozó la sien de Mix. Éste se incorporó y contraatacó. El comandante fue arrojado contra la pared y se golpeó la cabeza. Mix le apretó el bulto de cuello y le empezó a estrangular. Sus uñas duras le rasgaron la piel.

Apretó de nuevo el gatillo y la bala se hundió en el abdomen del agresor.

Disparó dos veces más, las manos que le oprimían el bulto se aflojaron y Mix se cayó al suelo. Su cuerpo dio varios calambres, luego salió de su boca un sonido grave y él murió.

Guardó el arma y se limpió la herida desde la que brotaban hilos finos de su líquido corporal. Sin saber que se acababa de contagiar y muy fuertemente se dirigió hacia afuera. Su cordura sana duraría sólo poco tiempo. Después vendría la locura que lo cubriría con una nube desde la que no habría escapatoria ninguna.

/

En las dos primeras terceras partes de la noche no había ocurrido nada interesante. Broky y Tush estaban en la habitación del almacén totalmente aburridos. No apareció nadie más para distraerles y ellos tampoco hablaban mucho. Los cuerpos de los Xibogs infectados temblaban y a veces les daban convulsiones. A dos de ellos les corría lentamente una espuma espesa de su boca. Desde afuera, se escuchaba sólo el ruido que hacía el viento y a veces un graznido solitario de un pajaroid nocturno.

Broky apoyado contra la pared se estaba rascando el brazo con el cañón de su desintegrador intentando llamar al Rey Negro. Añoraba su voz y cosas que le decía, pero él seguía ausente.

Tush estudiaba las caras de los Xibogs. De pronto, uno de ellos se sentó, abrió los ojos y dijo con voz ronca y grave: -¡Ox um tag! ¡Preparad el recibimiento para el Monarca!- Luego se tumbó nuevamente.

-Está totalmente chiflado.

Broky dejó de rascarse el brazo y guardó el arma.

El aire comenzó a vibrar. La puerta de la habitación se cerró con un portazo y antes de que ellos pudieran decir cualquier cosa se abrió una brecha grande y dividió la pared del almacén en dos. Después se hizo un torbellino y levantó las pelusas del suelo. A continuación, salió Mix número seis. Su cara estaba llena de úlceras supurantes y del abdomen le pendía una pierna atrofiada.

Tush y Broky desenfundaron casi al mismo tiempo. Acto seguido, se derrumbó la opuesta pared de la habitación y los ladrillos se esparcieron por todas partes. La brecha se empezó a cerrar y el torbellino arreció.

Broky disparó. Tush hizo lo mismo. Sin embargo, los dos fallaron. Las trayectorias de la bala del rifle y del rayo del desintegrador se desviaron debido al error en la realidad que había causado la brecha.

Mix número seis echó a correr hacía ellos, de su boca salía un gruñido salvaje. La brecha se cerró definitivamente. Tush disparó de nuevo y la bala rasgó el costado de Número seis. Lanzó un aullido y saltó hacia Broky. Él trató de apartarse pero tropezó con un ladrillo de basalto y se cayó al suelo. Mix aterrizó a un metro de su lado. Tush se abalanzó sobre él y empezaron a pelear.

Nadie de ellos se fijó que el aire vibraba nuevamente. Los cuerpos infectados de Xibogs se retorcían y arqueaban.

La segunda brecha se abrió a dos metros detrás de Broky que giró bruscamente la cabeza y vio a través de ella un paisaje verde. Luego aparecieron tres manos grandes, le cogieron por la cabeza y le empezaron a tirar hacia la fisura. Gritaba procurando liberarse de ellas pero fue en balde. Su cuerpo fue arrastrado por el suelo y al cruzar el límite de las dos realidades, le explotó la cabeza.

La brecha se comenzó a cerrar otra vez. Mix número siete que estaba dentro de ella dio un brinco pero la brecha se cerró muy pronto y le cortó sus piernas en mitad, se desplomó chillando. Los ladrillos que estaban a su alrededor se mancharon en seguida con su líquido corporal. Su vida se terminó en 28 segundos.

/

La pelea entre Tush y Número seis continuaba. Tush le estrujaba firmemente el cuerpo, pero poco a poco su fuerza se iba debilitando y Mix consiguió soltarse del apretamiento. A continuación, cogió un ladrillo y le golpeó varias veces su cara. Tush dejó de moverse. Mix le golpeó tres veces más y luego se enderezó.

Los cuerpos de Xibogs seguían retorciéndose. Mix se agachó, tomó el rifle de Tush que durante la lucha se le había caído y los apuntó. Luego vociferó un alarido ininteligible (que sonó como: -¡Aytrx!-) y los mató uno a uno de un tiro al pecho. Acto seguido, se guardó el arma y salió de la habitación.

Otro pajaroid nocturno solitario pasó por encima del recinto. Se estaba regresando a su nido pues en el horizonte los primeros rayos de la Xar ya pellizcaban la tierra.

/

Los motores arrancaron, los almohadones se activaron y la nave despegó pesadamente de la tierra. Jorr apretó el volante semicircular. El aerodeslizador se inclinó y luego cobró velocidad. El comandante programó el rumbo del cuadrante 0 y encendió el autopiloto. Después se dirigió al pasillito donde estaba el botiquín, necesitaba tratarse las heridas en el bulto de cuello.

(”Vrrrrr uiiiig” de repente, aquel sonido chirriante. ”Uiiiiig vrrrrrr” otra vez por todas partes.)

Se oprimió las sienes. El sonido desvaneció.

Rebuscó entre los medicamentos y encontró Tropen-250. Después cogió el frasco de Kiarr y se tomó tres pastillas. La cabeza le pulsaba y le daba vueltas rápidas.

(”Vrrrrr iiij” el chirriar regresó)

/

Pasó un rato y el Kiarr, por fin, tuvo efecto.

A pesar de su malestar estaba plenamente enfadado. La traición de Cludd y de los científicos lo enfurecía. Estaba completamente convencido de que el teniente no estaba en la base militar sino en el cuadrante 0. Incluso pensaba que estaba allí escondido y riéndose a mandíbula abierta cuando él, como un tonto, descargaba los víveres que le habían pedido ésos farsantes de los científicos. Pero lo que más le cabreaba de todo era el hecho de que también Axty estaba involucrado en este asunto sucio. Lo consideraba un buen amigo pero ahora veía la verdad y ésa era cruel y dura: él, igual que Lorm, era sólo otro peón apartado del juego de la organización.

El aerodeslizador entró en la llanura. Apagó el autopiloto y cogió el volante. Su órgano que funcionaba como el corazón le latía rápidamente.

Apretó un botón verde en el ordenador de a bordo y la pantalla visualizó el rendimiento de los motores. Luego apretó otro, amarillo y apareció el radar.

La nave dio un ligero bandazo y después se estabilizó nuevamente. Se sentó en el asiento y fue entonces cuando le entraron las arcadas repentinas, vomitó sobre sus pantalones. La masa tibia le comenzó a correr por las perneras hacia abajo. Escupió un salivazo y se limpió la boca.

-¡Mierda!- maldijo.

(”Vrrrrr iiij, iiiiij vrrrrrr” más potente)

La nave dio otro bandazo. Se levantó pero una punzada fuerte que le penetró las sienes le obligó a sentarse de nuevo.

Otra arcada le atacó el órgano de descomposición. Esta vez, por lo menos, tuvo tiempo de girar la cabeza. La garganta le ardía.

(”Vrrrrr iiij, iiiiij vrrrrrr” )

Cogió el volante y aterrizó. Paulatinamente se desconectaba de la realidad. La perdía, se le escapaba de las manos como arena fina. La metamorfosis se acaudilló y le lanzó a un precipicio insondable sin posibilidad ninguna de ser rescatado.

/

Ćazar y jalar.Éstas dos palabras se anidaron profundamente en el cerebro enfermo de Mix número tres.

Durante la noche pasó por la planicie y entró en un valle. A pesar de las temperaturas bajas no sufría mucho de frío, su mecanismo de defensa estaba bien desarrollado.

Al amanecer, se aproximó al recinto del Cuartel C-16, necesitaba alimentarse.

El paraje cerca del recinto estaba seco, agrietado y lleno de bloques grandes de cuarzos mezclados con esquisto. Por allí vivían can-toys. Pero ahora no se veía ninguno, era muy pronto y ellos estaban escondidos en sus madrigueras.

Subió a un bloque y extendió la vista. Su estómago deformado hizo varios sonidos parecidos a un “gruuum-gruuum.”

En el cielo, en la distancia, apareció un pajaroid. Era de los tipos nocturnos que tenían la piel más gruesa, provista de una capa especial de grasa que les protegía contra el frío. Bajó del bloque y cogió una piedra afilada.

Las alas negras del pajaroid planeaban majestuosamente por el firmamento, regresaba a su nido. Sus ojos avezados percibieron un movimiento abajo en la tierra y su pequeño, sin embargo, eficiente cerebro de un depredador calcularon las posibilidades del ataque. Pero la presa era bastante grande de forma que decidió continuar volando.

Furiosamente arrojó la piedra contra un bloque y aulló. La piedra se rompió y un trozo de ella aterrizó al lado de su zapatilla.

Desde un agujero a unos diez metros a la derecha se asomó una cabeza peluda, era un cachorro de un can-toy. El ruido lo despertó y la curiosidad lo llevaría a su muerte rápida.

Mix notó su presencia y se escondió detrás de un bloque. El can-toy salió fuera y empezó a olfatear la tierra, aproximándose, sin saber, a su inclemente destino.

Mix se agazapó y cogió sigilosamente otra roca. El can-toy se paró y levantó la cabeza. El viento le agitaba los pelos de su lomo.

La avidez y la impaciencia le impulsaron y arremetió fieramente contra su presa. El can-toy echó a correr pero Mix le agarró firmemente el cuerpo y de un tirón le rompió la columna vertebral. Lo que continuó, fue pura asquerosidad.

´Jalar y cazar.´

/

Había pasado ya casi la quinta parte de la puesta del Maar y Tonny con su artillería avanzaban por la planicie árida. Las nubes grandes vagamente flotaban por el firmamento y creaban así la protección para que los rayos del Maar no calentaran tanto la tierra.

El pajaroid regresó hacía poco y trajo las informaciones que Tonny necesitaba saber. No muy lejos de allí, más al oeste había un complejo dónde se estacionaban los cohetes espaciales. El pajaroid los llamaba “rrruidorrres” (probablemente porque hacían demasiado ruido al despegar). En las imágenes que él le había emitido a la mente de Tonny se veían tres escondites (¿hangares?) circundados mediante una valla.

Dentro del recinto había varios seres (¿vigilantes?).

De modo que, ordenó al pajaroid que les indicara el rumbo y que les guiara. El ave graznó y luego dio dos alazos lentos. Sus enormes alas de color pardo volaban con elegancia por el firmamento y provocaban así la sensación de que se trataba de un fénix mítico.

El ejército de Tonny viró a la derecha y continuó con su marcha.

/

Cuando abandonaron el litoral cazó dos veces y mató a dos can-toys, necesitaba llenar a tope su nivel de energía. Los humroides no comían, simplemente andaban uniformemente como unos robots programados.

La superficie de la tierra ahora cambiaba a pedregosa lo cual reducía la resistencia de fricción y le ayudaba a cobrar más velocidad.

Tonny, rebuscó en la mente del pajaroid. Al encontrar la información sobre la distancia entre ellos y el destino, la calculó y estimó que iban a necesitar sólo una quinta parte de la puesta para llegar hasta allí. Y eso era más que bueno.

Los humroides giraron un poco más a la derecha y seguían andando. Al recorrer unos 400 metros el aire a su alrededor comenzó a vibrar. Las descargas electroestáticas alzaban sus escasos pelos que tenían en las corazas.

Tonny se paró. Los humroides hicieron lo mismo. También el pajaroid frenó su vuelo.

La vibración intensificó y detrás de ellos se abrió una fisura estrecha.

Nada más ensancharse creó un remolino y levantó el polvo junto con las piedras pequeñas que estaban esparcidas en las inmediaciones de ella.

Tonny dio media vuelta y con sus ojos débiles vio cómo se cayó desde ella un ser. Era casi idéntico a los que habían aparecido en la costa del mar negro cuando aún se refugiaba allí en la cueva.

El ser se empezó a enderezar. Su cara estaba desfigurada por numerosas cicatrices profundas y decorada por unos granos amarillentos que se reventaban según se movían sus músculos faciales. En la frente tenía una cuenca vacía, el ojo que debería haberse formado allí dentro simplemente faltaba.

Tonny fortaleció máximamente la conexión y envió una orden virtual: “¡MATADLE!”

Todos los humroides se volvieron a la vez y atacaron a Mix número quince. También el pajaroid comenzó a descender en picado pero Tonny le paró mentalmente, era aún muy valioso.

Mix número quince lanzó un rugido largo y horrible y comenzó a avanzar hacia ellos.

La lucha fue corta y aplastante. Primero, los humroides le derribaron al suelo. Él intentaba destrozar sus corazas blandas con sus uñas afiladas pero sólo consiguió matar a dos de ellos. Acto seguido, le empezaron a perforar decenas de dientes. Le desgarraban la piel y le arrancaban la carne. Se retorcía y chillaba, chillaba y se retorcía. Cuando uno de los humroides penetró su tráquea, los gritos cesaron.

Tonny observaba el combate detenidamente. Estaba contento, su plan funcionaba y su esfuerzo no había sido en vano.

Mix número quince, por fin, murió.

El pajaroid rodeaba despacio el campo de batalla y contemplaba esa horrible escena impasiblemente.

Después Tonny mandó otra orden mental: “¡Ya basta! ¡Hay que continuar el camino!”

Los humroides formaron de nuevo la agrupación original e iniciaron la marcha. Los restos del cuerpo muerto de Mix se quedaron olvidados detrás de ellos.

En ese momento, les faltaba por recorrer 9,5 kilómetros para alcanzar el recinto.

/

Por supuesto, que las brechas se abrían también en las zonas más lejanas y yermas y escupían a los productos de Flegg a unos parajes bizarros y poco comunes.

No mucho tiempo después del amanecer se desgarró el espacio en la zona 23 y desde ella salió Mix número diecinueve. No tenía casi ningún error de la mutación, que causaban las ondas gravitarías, salvo un órgano adicional que se le había formado dentro de su estómago.

A pesar de que en la zona 23 reinaba el Maar, las condiciones climáticas gracias a la extrema inclinación del eje del planeta estaban muy moderadas y comparables con las que estaban en las zonas donde brillaba la Xar. Sin embargo, aquí no vivía nadie: ni los Xibogs, ni los Kuxs, ni las Centinelas ya que esta zona era muy remota, elevada y bastante rocosa.

Lo que la hacía realmente interesante era la presencia de una planta muy peculiar que se llamaba cactusirio. Esta planta crecía exclusivamente en las rocas de marga y alcanzaba el tamaño entre 30 y 40 metros. Sus vástagos gruesos estaban provistos de púas que contenían una neurotóxica fuerte que era capaz de paralizar las formas orgánicas en varios segundos y terminar así sus vidas con una muerte lenta y dolorosa.

Su peculiaridad era su mecanismo de defensa que consistía en lanzar unas lianas finas que le crecían por todas sus partes y atrapar así al intruso que se acercara a su proximidad. Las lianas luego oprimían y tiraban la victima hacia sus púas venenosas de modo que ella se pinchaba con ellas y moría literalmente tumbada encima de la planta. Ella después  aprovechaba el proceso lento de la descomposición del cuerpo de la víctima y se alimentaba de sus nutrientes.

Mix número diecinueve tuvo mala suerte. La brecha se abrió justamente al lado de un cactusirio grande. Las lianas se arrojaron incluso antes de que la brecha se cerrara y él se diera cuenta de que dentro de poco se convertiría en otro de sus cautivos.

Desesperadamente procuraba liberarse, pero las fibras orgánicas de las lianas eran muy resistentes y se incrustaban en sus manos. Después la presión de ellas aumentó y Mix se cayó. Su cuerpo y cara se espetaron con las púas y la toxina penetró dentro de su líquido corporal. La paralización vino pronto. La muerte, por desgracia, no.

/

Escuchaba cómo se acercaban unos pasos. Sabía quién era, el ser que había salido de la fisura. ¡Le encontró!

Se apoyó contra la pared. Los pasos se pararon. Hubo un momento de silencio que interrumpía sólo su respiración acelerada y después el ser comenzó a golpear la puerta. Dio un respingo. Dentro del almacén pequeño los golpes sonaban como las explosiones de un fulminato. La palanca que bloqueaba la puerta se inclinó, luego se movió y estuvo a punto de deslizarse. La cogió e intentó arreglarla. Los golpes cesaron, pero después de un instante empezaron de nuevo. Se tapó los oídos, la cabeza le daba vueltas. Los golpes pararon otra vez. Ésto no está bien. Estoy totalmente jodido.´

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