Ranas a Princesas Latinas Sufridas y Travestidas by Jacobo Schifter - HTML preview

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MACHOS DE VUELTA Y ROSCA

Los travestis mantienen un elevado número de contactos sexuales, debido a que ejercen la prostitución. Cuando en 1990 se les preguntó por el número de compañeros sexuales durante toda su vida (ver Cuadro 5) se obtuvo un promedio de 9.371, y para los últimos cinco años un promedio de 4.835,4. Para los últimos 12 me ses la cifra promedio es de 830,4, lo cual significa 15,9 compañeros semanales. En los últimos 30 días el número de compañeros es de 44,8, o sea 11,2 individuos semanales aproximadamente. Este alto número de relaciones sexuales no ha variado en los últimos años.

Aunque las cifras parecieran excesivas, las entrevistas a profundidad corroboran que los contactos sexuales son elevados. En un fin de semana, un travesti puede tener ese número de compañeros, ya que algunos reportan hasta 6 contactos en una noche.

Si calculamos que existen de 100 a 150 travestis en San José (de acuerdo con las estimaciones de ellos mismos) y cada uno tiene en promedio 4 compañeros sexuales, tenemos que aproximadamente unos 600 hombres utilizan sus servicios sexuales en un sólo día.

Muchos de los clientes utilizan los servicios de distintos travestis y por eso es difícil calcular el número de ellos que acude por semana, mes o año.

En 1990 se interrogó a los travestis sobre el grado de satisfacción en diversas prácticas sexuales, con la premisa de que el sida no existiera (ver Cuadro 6). Su práctica sexual preferida es la penetración anal activa hasta eyacular. El 91% la encuentra muy excitante. Un porcentaje menor, el 68%, encuentra igual de excitante la penetración anal pasiva. Contrariamente a muchos de los prejuicios y estereotipos, ésto significa que los travestis hacen más el papel de “hombre” que de “mujer” en la relación sexual. En otras palabras, a ellos les gusta penetrar a sus clientes.

¿Y quiénes son los clientes? En 1997 le pedimos a Sonia Marta que nos contara cómo son los clientes y qué les gusta hacer. Según ella, los gustos no han variado. Además, le solicitamos que grabara una sesión típica de sexo, si el cliente estaba de acuerdo.

Según ella, los hombres que usan sus servicios no son homosexuales. Ella, como los demás travestis, considera que sus clientes son varones “machos” que gustan de las mujeres. “No son playos”, dice Sonia. “Son machos de pelo en pecho, hombres casados, con hijos, tipos comunes y corrientes”. Ella nos dice que jamás tendría sexo con un homosexual: “A mí no me gusta hacer tortillas, para éso las lesbianas”.

La mayoría de la clientela, entonces, es ajena a la comunidad homosexual costarricense. Sin embargo, podríamos clasificarla como bisexual, aunque con reservas. En general, muchos de ellos no tendrían relaciones sexuales con hombres vestidos de hombres. Su atracción es hacia lo femenino y no hacia los dos sexos.

Lo que pasa en un encuentro sexual

Sonia Marta le pidió permiso a varios de sus clientes para grabar un encuentro sexual. Solo uno de muchos aceptó, siempre y cuando se borrara lagrabación después de transcribirla. Ésta es la condensación del diálogo:

-¿Cuánto cobrás, machita?
-Cinco mil colones por lo que querás. Pero me han pedido que te grabe por tres mil colones, así que si estás de acuerdo, sólo te cobro dos mil. Es una promoción del negocio.
-¿Para qué es la grabación? ¿Estás grabando ahora?
-(Se detiene la grabación y se vuelve a reiniciar)
-Es para un amigo que está haciendo un libro. Te copian y borran el cassette.
-Bueno, a mí no me importa. Es más, me gusta la idea que hagamos un “show”. Pero nada de nombres, ni descripciones del carro o mías.
-Está bien, no te preocupés, de por sí habría podido meter la grabadora en mi cartera, porque es así de chiquita, sin que vos te hubieras dado cuenta. Te lo digo porque no hay nada raro.
-¿Qué te gusta hacer?
-Me adapto al cliente pero me gusta coger principalmente.
-Bueno, subíte al carro. ¿Cómo te llamás?
-Sonia Marta
-¿Y desde hace cuánto estás trabajando aquí?
-Hace como año y medio.
-Nunca te había visto.
-Es que no estoy todas las noches.
-¿A dónde vamos, mamita?
-Prefiero ir a un motel, ¿qué te parece El Paraíso?
-Está bien, pero te agachás cuando entramos. ¿Okey?
-Sí, está bien.
-Estas teticas, ¿son de verdad?
-Sí, son todas mías y tuyas por un rato.
-¿Desde hace cuánto es que sos travesti?
-A mí me gusta vestirme de mujer desde chiquita, como a los seis años.
-¿Y qué es lo que te gusta de verte como una hembra?
-Es que a mí me gustan los hombres y quiero que me traten como una dama o como a una puta.
-¿Qué es lo que te gusta de los hombres? ¿Cómo te parezco yo?
-Pues a mí me gusta que sean varoniles y machos, como sos vos. ¿Te han dicho que sos muy guapo?
-La verdad es que sí. Tengo suerte con las mujeres.
-¿Sos casado?
-Sí, desde hace cuatro años.
-¿Y qué buscás conmigo entonces?
-A mí me gusta el sexo rudo, fuerte, me gusta una mujer salvaje, agresiva, atrevida y caliente en la cama.
-¿Y cómo sabés que soy así?
-Es que se te ve una boca muy labiosa y un culo todo parado y duro. A mí me vuelve loco el trasero de las hembras. Tocáme la verga, fijáte cómo me tenés de templado.
-¡Qué bruto! ¿Todo ésto es tuyo? Sos muy bien dotado.
-¿Te gusta? Es toda para vos. Te la vas a comer completa.
-Voy a abrirte el ziper y sacarla, ¿está bien?
-Sí, pero con cuidado que estamos pasando cerca de la policía.
-(Se oyen gemidos por unos segundos)
-¡Mamita rica!, si seguís así no llegaremos al motel, mejor te detenés un rato, ¡qué bien mamás!
-Es que vos me gustás, sos un hombre muy rico, muy varonil. ¿Te han dicho que los ojos tuyos son muy lindos?
-Mmmjjjjú.
-¿Qué tenés en mente en cuanto a la relación? ¿Qué querés que haga?
-Cuando lleguemos al motel, quiero que te bañés primero porque a mí me gustan que mis hembras huelan bien. Luego, pediré unos tragos y unas bocas y quiero que me salgás en ropa íntima. No tenés que esconder nada mamacita, sé lo que tenés en medio de las piernas y a mí no me molesta.
-Bueno, como ya sabés la verdad, te repito que a mí me gusta penetrar a los clientes, especialmente si son varoniles como vos. Tocáme el miembro, poné la mano aquí. ¿Ves que estoy también desarrolladita?
-¡Qué tamaño! ¿Quién diría que sos una mujer tan grandota?
-Por eso a mí me buscan muchos clientes. A ellos les gusta una mujer bien dotada.
-A mí también, rica. Eso de tener en la cama una hembra tan bien equipada me vuelve loco. Bueno, ya estamos llegando. Baje la cabeza machita, para que no nos vean.
-(Se oye que se pide por teléfono licor, comida, condones y lubricante)
-Métase en el baño mamita y se va limpiando. Enjabónese bien. Esperaré por los tragos y la comida. Además, me iré quitando la ropa. Me gusta estar cómodo, ¿entendés?
-¡Sí, claro!
-(Suena la ducha y solo se escucha la música de la habitación por unos minutos. Luego, un timbre anuncia que ha llegado lo encargado)
-¡Ya estoy limpia y bañada! ¿Dónde estás? ¡Qué bárbaro, ya te quitastes toda la ropa!
-Venga mamita, antes de comer y tomar, préndase de ésta que es su obsesión. Sí, sí, así se hace. ¡Qué lengua, mi adorada! ¿Quién te enseñó a lamer como una perrita? ¡Sos toda una carnera, una sádica…!
-¿Me quito el calzón?
-Quítese toda lo que quiera, mamita, déjeme mirar su rabito. Primero la voy a castigar por ser una chiquita mala. Luego, usted se pone este lubricante y el condón y me lo hace muy suavemente. Párese frente al espejo para que pueda verla por detrás.
-Como estamos grabando, quiero decirle al público que estoy entrando poquito a poco, con mucho cariño. ¿Verdad que no te duele? Está toda talladita, pareciera una doncella. ¿Qué sentís mamita?
-Siento algo muy grande, bandido. Me duele mucho. ¡Ay, no sea tan concho!
-No se mueva nada. Déjeme que sea quien haga de todo. Párese de la cama y vamos a caminar como estamos, como dos perros, frente al espejo.
-Ahora sí, vamos a cambiar de papeles y usted me hace lo mismo a mí. Póngase el condón y se unta lubricante. Con cuidado, no hay prisa, ahora hágalo suavemente, no sea sádica, piense en cómo se lo hice de rico.
-Agáchese un poco para poder hacerlo bien y no se mueva.
-¡Ay qué rico! ¡Mamita, usted es toda una señora que sabe hacer las cosas! Muévase ahora pero despacio. Siempre he creído que las mujeres saben penetrar porque están acostumbradas. ¿No es cierto? Hágalo como se lo hice a usted, usted sabe cómo, así que debe hacerlo bien. ¡Ay que rico! Cuide que no se le salga el condón.
-(Se oyen gemidos y gritos de placer hasta que ambos alcanzan el orgasmo minutos después)

Los travestis son activos

En las entrevistas a profundidad se hace evidente que los travestis, con pocas excepciones, practican la penetración anal activa o la pasiva, y a veces las dos, con los clientes que son compañeros habituales. Una de las atracciones que tienen los travestis para los clientes -la mayoría de ellos hombres casados o con gran actividad heterosexual-es precisamente que los ven como mujeres con pene. Por esta razón, el hecho de que penetren a los clientes es muy, si no lo más, popular. Existen casos de travestis a los que no les gusta penetrar a otros hombres, pero son la minoría. Una gran mayoría informa que la demanda principal es la penetración activa y que incluso aquellos que no gustan de hacerlo tienen que practicarlo por negocio.

Roxana reconoce que en su gremio “hay quienes les gusta meterla”, aunque a él “no”. Julieta siente lo mismo, pero admite que la gran atracción es su pene y que “los clientes casados me dicen que les gusta y se lo chupan”. Gloria informa que “a algunos clientes les gusta que les hagan el amor y hay que hacerlo”, principalmente a los “mayorcitos y casados”. También así lo reconoce Karla: “a la mayoría les gusta que uno les haga el amor, ya sean casados, divorciados o solteros”. Stefany dice que a los clientes les gusta que les hagan el amor y que ellos“saben con quién se meten”. Él prefiere hacer el amor a que se lo hagan. Carla lo describe de esta manera: “Hay hombres que por primera vez lo hacen con uno y uno cree que son todo un hombre, pero cuando llegan a la cama se comportan como toda una p... Ni uno lo hace pagando. Les digo que se pongan boca abajo y les doy... Prefiero los machos, pero todos son iguales”. Antonieta también acepta que la mayoría de los señores “me dan el c...” y que es mejor meterla a que se la metan. Marlene no se desilusiona “cuando me acuesto con un hombre masculino y me pide que me lo coja”. Pandora también tiene sus clientes casados y con hijos y les gusta que “uno les haga el amor” y a otros “que les pegue”. July relata que con los diez clientes que tiene, la mayoría casados, inicialmente ella era quien hacía el papel pasivo, pero luego cambió:

“Al principio lo buscaban y uno era la mujer; actualmente uno es el hombre y ellos la mujer, eso ha cambiado porque seguro sienten rico; ellos se comportan aparentemente como hombres hombres, pero en la cama son mujeres mujeres... como en 80% a mí me gusta penetrar, al principio no me gustaba, pero uno se acostumbra”.

Aunque los travestis usan el preservativo más que otros grupos minoritarios, sus prácticas sexuales siguen conteniendo un alto grado de riesgo, tanto por la mayor frecuencia de penetraciones activas y pasivas como por el número de veces que no usan el preservativo. Aunque ellos han iniciado prácticas seguras, el alto porcentaje de prácticas inseguras con que algunos continúan los sitúa en una situación de peligro.

Si se incorpora el condón en la práctica sexual, los travestis no parecen desilusionarse del acto sexual. El 82% considera igual de excitante la penetración activa, y más bien un porcentaje menor, el 77%, la encuentra igualmente excitante cuando no se usa el condón. En otras palabras, no usar el condón resulta más bien menos excitante para ellos, posiblemente por la ansiedad ante el riesgo de contraer el sida (Cuadro 6).

Ésto resulta más evidente en el caso del sexo anal pasivo. Si se usa el condón, los entrevistados lo llegan a encontrar muy excitante (82%), 13 puntos más que si fuese sin condón. Si no se usa el preservativo, el porcentaje de personas que lo encuentran muy excitante se desploma a 59%.

Por amor no se usa el condón

Información adicional sobre el preservativo indica que los travestis muestran una actitud más favorable a no usarlo si se quiere al compañero5.

Cuando se indagó sobre los factores que se toman en cuenta a la hora de usar o no el preservativo, en aquellos que no lo usan siempre, el 86% de los travestis considera si el compañero es o no conocido. Si la pareja es el amante, el 86% de los travestis lo toma en cuenta como factor para usar o no el condón.

Es muy importante señalar este aspecto. Los travestis constituyen un grupo que hace más excepciones en el caso de usar el condón con los amantes o compañeros habituales. Ésto representa un factor de riesgo. Como se analizará más adelante, la razón de este comportamiento se debe al tipo de vínculo que establecen fuera de la relación comercial sexual.

Preservativos

La información revela que los entrevistados han continuado teniendo sus prácticas preferidas, la penetración activa y pasiva y la masturbación, sin más modificaciones que la incorporación del preservativo en el repertorio, el cual no ha disminuido la percepción de placer en la mayoría de ellos. Vemos entonces que esta aceptación del condón está muy asociada al hecho de que no es visto como un obstáculo para el placer. Por el contrario, el que porcentajes mayores consideren el acto sexual como más placentero si se usa el preservativo refleja su aceptación, aunque hay excepciones. Varios travestis reportan en las entrevistas a profundidad repulsión hacia éste. Leticia es un ejemplo de ello:

“Con el preservativo, si se ponen uno, dos o tres, se produce chimazón. Para mí el preservativo es una tortura china porque hacerlo con preservativo es como comerse un confite envuelto en papel, un banano con todo y cáscara. Pero por la situación hay que hacerlo, me gustaría que existiera otra cosa”.

Susy tiene una opinión parecida:

“Con el condón, algunos son apretados entonces siento que pierdo placer; además, cuando quiero chupar pido que sean secos, porque algunos saben mal”.

Los travestis, en las entrevistas a profundidad, muestran conocer el valor del preservativo. Carla, por ejemplo, relata que desde la aparición del sida lo usa siempre. Aún cuando “los clientes le dicen a uno que no sienten nada, es mejor usarlo que morirse”.

Lo mismo reporta Gina, quien dice que lo usa “porque tengo que hacerlo” y “porque el sida es una enfermedad que mata, me protejo con el preservativo”. Eso también lo tiene claro Karina, cuando dice que “el condón es útil porque solo así se evita el sida”.

Sin embargo, existen varios factores que forman una brecha entre la teoría y la práctica. Uno de ellos es el hecho de que el condón se rompe. El 91% de los entrevistados había reportado en la encuesta que el preservativo se rompe fácilmente6.

Una explicación de este hecho es que los travestis tienen más relaciones sexuales y, por ende, las probabilidades de que se rompa el condón aumentan con el número de veces que se usa. Otra razón es la mayor frecuencia del sexo anal, que se considera más propenso para reventar un condón que el sexo vaginal (en estudios sobre el tema se calcula que el condón puede romperse en el 2% de los casos de sexo vaginal y en el 10% de los de sexo anal). Otra es que se utilizan condones baratos, de mala calidad, que los hacen más vulnerables. Otra, que los travestis o los clientes no saben utilizarlo correctamente. En estudios sobre el uso del condón se ha demostrado que éste se rompe usualmente cuando es usado por gente inexperta7.

Sean cuales sean las razones, el hecho de que se rompan pone en peligro a los travestis y a sus clientes. Así lo corroboran ellos mismos en sus entrevistas a profundidad.

Apolonia (q.e.p.d.) considera que “no me gusta el preservativo, se revienta y no sirve de nada, me pongo tres o cuatro”. También July siente desconfianza: “me disgusta que se reviente porque se pierde seguridad”. Marlene ha pagado caro por la rotura del condón ya que “un día me metí con un muchacho y se rompió el condón y a los días me sentí mal y salí pegada con gonorrea”. Patricia (q.e.p.d.) también asegura que “el preservativo se me ha reventado más de una vez”.

Algunos clientes tampoco quieren usar condón

Otro obstáculo para el uso del preservativo es el cliente. En las entrevistas se evidencia que éstos ejercen algunas presiones para no usar el condón, como ofrecer más dinero por el acto sexual sin preservativo. Carla lo corrobora: “Algunos clientes no les gusta el preservativo porque se siente feo, pero para evitar cualquier enfermedad es mejor. Algunos hasta le ofrecen más por no usarlo”. Gina admite que si le pagan más, no usa el condón: “Si me dicen ‘le doy plata si no lo usa’, lo hago, pero primero reviso para saber cómo está la persona”. Karina, por el contrario, aunque le ofrezcan más dinero, dice no estar dispuesta a no usarlo: “no les gusta (a los clientes,) pero se los pongo. Sin ‘tapagotera no hay polvito’, aunque no sientan lo mismo”. Así piensa Patricia (q.e.p.d.): “si un cliente me dice que me paga el doble para hacerlo sin preservativo, prefiero no ganarme nada que ganarme algo para morir rápido”.

July muestra un doble estándar, porque si el cliente es conocido y paga más, no lo usa, pero si es nuevo, aunque pague más, no lo hace: “hay hombres que no les gusta. Si es un cliente con años de conocerlo, no uso el condón; si es un cliente nuevo aunque pague el doble para que no se lo ponga, no lo hago”. Marcela también basa su decisión en la confianza: “si confío en el cliente, enciendo las luces para examinarlo, lo hago sin condón”. Leticia, por el contrario, no lo usa si “el hombre me trastorna”.

En el caso de Karla, él no lo usa si el cliente es “rico”, o sea, tiene dinero, ya que “uno conoce la vida que llevan”. Gloria ha aceptado no usar el condón cuando le pagan más, pero sólo en el caso del sexo oral. Julieta acepta no usarlo con clientes que le pagan más, ya que él “confía en las personas que se ven bien”. Pandora resuelve las contradicciones de las presiones con el engaño:

“Como a los clientes no les gusta ponérselo cuando hacen el amor, se los pongo sin que se den cuenta cuando están haciendo el amor, o los engaño po rque no me penetra, simplemente me vuelvo boca abajo y la meten entre mis piernas. Ellos creen que están introduciéndome y entonces les hago la pantomina y luego digo qué ardor, cómo me duele para que crean que fue así”.

Otro factor que incide en que no siempre se use el condón es el consumo de drogas. Ésto provoca situaciones como la que narra Fabiola:

“Me ha pasado que por estar drogado no he usado el preservativo. Una vez estaba en el bar, me había tomado una pastilla Roche y luego nos vinimos para la casa. No me acuerdo de nada. Un amigo me contó que me eché como tres hombres, uno tras otro, tanta era la emoción que el preservativo se rompió o no lo usé por estar drogado”.

Pero el consumo de drogas no siempre conduce al sexo inseguro, según afirma el compañero de Leticia:

“Uso el preservativo, aún cuando estoy drogado. Siempre lo utilizo; tenemos relaciones una o dos veces por semana; una vez no lo usé y me sentí incómodo porque siempre lo había hecho”.

Aún mucho sexo inseguro

En 1990, el porcentaje de travestis que había tenido prácticas sexuales inseguras durante los últimos 30 días era alto (ver Cuadro 7).

En este período, el 59% de los entrevistados había tenido sexo oral, 41% sexo anal activo y 46% sexo anal pasivo, sin condón. Si se analizan estos mismos porcentajes para los últimos seis meses (ver Cuadro 8), se encuentra que el 50% de los travestis practicó sexo anal activo y el 59% sexo anal pasivo, sin condón.

Tenemos asi que en 1990 la mitad había mantenido relaciones sexuales inseguras en los últimos seis meses. En 1997 no realizamos un estudio sobre uso del condón, sin embargo, en las entrevistas a produndidad los travestis revelan que han aumentado su utilización del mismo y que lo usan casi siempre con los clientes. No obstante, admiten hacer “excepciones” con sus amantes o cuando han estado muy intoxicados.

Fuente: Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, San José, ILEP-SIDA, 1992.

Fuente: Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, San José, ILEP -SIDA, 1992.

Fuente: Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, San José, ILEP-SIDA, 1992.

Fuente: Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, San José, ILEP SIDA, 1992.

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5 Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, IMEDIEX, San José, 1992.

6 Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Hombres que aman hombres, IMEDIEX, San José, 1992.

7 R.A. Hatcher y M.S. Hughes, “The truth about condoms”, Siecus Report 17 (2): 1-9, Noviembre-Diciembre, 1988.