Rimas by Bartolomé Mitre - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

alba

pura,

En

la

Pampa

ya

no

brillas,

Y

tus

hojas

amarillas

Rodando

por

la

llanura

Van

á

perderse

en

el

mar.

Los

cisnes

de

la

rivera

Que

visten

plumas

de

nieve,

Meciéndose

en

la

onda

leve

Siguen

tu

traza

lijera

Por

las

ondas

de

cristal!

Eres

la

verde

guirnalda

De

la

cabaña

pajiza,

Que

vas

marchando

de

prisa

Con

el

pasado

á

tu

espalda

Y

á

tu

frente

el

porvenir.

Donde

huye

la

tribu

errante

Y

clava

el

hombre

su

planta,

Tu

cabeza

se

levanta

Cual

la

de

inmenso

gigante

Que

está

diciendo:

«hasta

aquí.»

señalas

las

barreras

Que

dividen

al

desierto,

Y

oyes

el

vago

concierto

Que

alzan

las

auras

ligeras

De

la

Pampa

en

el

umbral.

Eres

lo

último

que

muere

De

la

morada

del

hombre,

Y

sin

registrar

un

nombre

Estás

diciendo

al

viajero

Que

allí

descansa

un

mortal.

Deten

tu

paso

y

escucha

El

gemido

del

hermano,

El

rugido

del

tirano,

El

estridor

de

la

lucha...

¡De

la

lucha

fraternal!

El

alarido

de

guerra

A

tus

espaldas

retumba,

La

libertad

se

derrumba,

De

horror

palpita

la

tierra

Que

en

sangre

teñida

está.

¡Ah!

prosigue

tu

camino

Por

la

pampa

solitaria:

La

tiranía

es

precaria

Y

con

esplendor

divino

Se

alzará

la

Libertad.

Sí,

prosigue

tu

carrera,

Por

la

llanura

estendida,

Y

alza

en

tu

cima

florida

Del

porvenir

la

bandera

Y

del

hombre

la

Igualdad.

Mas

¿qué

miras?

La

campaña

Que

á

lo

lejos

se

dilata,

El

arroyuelo

de

plata,

El

cielo

que

nada

empaña,

O

el

inmenso

pajonal?

No,

miras

á

lo

lejos

Al

trasponer

aquel

monte

En

el

lejano

horizonte,

Como

en

mágicos

espejos

Lo

que

es

y

lo

que

será.

Miras

la

pampa

argentina

De

ciudades

matizada,

Y

por

mil

naves

surcada

La

laguna

cristalina

Que

hoy

cubre

verde

juncal;

Miras

la

pobre

cabaña

Que

en

palacio

se

transforma,

Y

que

al

tomar

nueva

forma

Una

nueva

luz

la

baña

Con

resplandor

sin

igual.

Míras

al

indio

tostado,

Que

lanzando

un

alarido

huyendo

despavorido

Por

el

llano

dilatado

En

pavoroso

tropel;

Y

tras

él,

el

tigre

fiero

Que

abandona

su

dominio

Hoy

teatro

del

exterminio,

Que

ocupa

un

pueblo

altanero

Y

que

transforma

en

vergel.

No

pases

mas

adelante

Que

mas

lejos,

abatido,

Marchito

y

descolorido

Verás

al

ombú

gigante

Hoy

de

la

pradera

rey:

Y

en

su

lugar

la

corona

Verás

alzarse

del

pino,

Que

unido

al

hierro

y

al

lino

Sirve

al

hombre

en

toda

zona

Para

dar

al

mundo

ley.

Ese

destino

te

espera

Arbol

cuya

vista

asombra

Que

al

caminante

das

sombra,

Sin

dar

al

rancho

madera,

Ni

al

fuego

una

astilla

dar;

Recorrerás

el

desierto

Cual

mensajero

de

vida,

Y

tu

mision

concluida

Caerás

cual

cadáver

yerto

Bajo el pino secular.

II

Á SANTOS VEGA

PAYADOR ARGENTINO

Cantando

me

han

de

enterrar

Cantando

me

he

de

ir

al

cielo.

SANTOS VEGA.

Santos

Vega,

tus

cantares

No

te

dieron

fama

y

gloria,

Mas

viven

en

la

memoria

De

la

turba

popular;

Y

sin

tinta

ni

papel

Que

los

salve

del

olvido

De

padre

á

hijo

han

venido

Por

la

tradicion

oral.

Bardo

inculto

de

la

pampa,

Como

el

pájaro

canoro

Tu

canto

rudo

y

sonoro

Diste

á

la

brisa

fugaz;

Y

tus

cantos

se

repiten

En

el

bosque

y

en

el

llano,

Por

el

gaucho

Americano,

Por

el

indio

montaráz.

¿Qué

te

importa

si

en

el

mundo

Tu

fama

no

se

pregona?

ya

tienes

la

corona

Del

poeta

popular.

Y

es

mas

bello,

que

en

el

bronce,

En

el

mármol

ó

granito,

Haber

sus

obras

escrito

En

la

memoria

tenaz.

¡Qué

te

importa!

si

has

vivido

Cantando

cual

la

cigarra,

Al

son

de

humilde

guitarra

Bajo

el

ombú

colosal!

Si

tus

ojos

se

han

nublado

Entre

mil

aclamaciones,

Si

tus

cielos

y

canciones

En

el

pueblo

vivirán!

Cantando

de

pago

en

pago,

Y

venciendo

payadores,

Entre

todos

los

cantores

Fuiste

aclamado

el

mejor;

Pero

al

fin

caiste

vencido

En

un

duelo

de

armonías,

Despues

de

payar

dos

dias;

Y

moriste

de

dolor.[3]

Como

el

antiguo

guerrero

Caído

sobre

su

escudo,

Sobre

tu

instrumento

mudo

Entregaste

tu

alma

á

Dios;

Y

es

fama,

que

al

mismo

tiempo

Que

tu

vida

se

apagaba,

La

bordona

reventaba

Produciendo

triste

son.

No

te

hicieron

tus

paisanos

Un

entierro

magestuoso,

Ni

sepulcro

esplendoroso

Tu

cadáver

recibió;

Pero

un

Pago

te

condujo

A

la

tumba

silenciosa,

Y

lloraron

en

tu

fosa

Niños

y

hombres

con

dolor.

Y

los

gauchos

al

volverse

A

llorar

entre

sus

ranchos,

Espantaron

los

caranchos

Que

llegaban

á

escarbar:

Y

se

apearon

del

caballo,

Y

con

ademan

contrito,

Rezó

cada

uno

el

bendito

Y

volvieron

á

montar.

De

noche

bajo

de

un

árbol

Dicen

que

brilla

una

bela,

Y

es

tu

ánima

que

vela,

Santos

Vega

el

Payador!

¡Ah!

levanta

de

la

tumba!

Muestra

tu

tostada

frente,

Canta

un

cielo

derrepente[4]

O

una

décima

de

amor!

Cuando

á

lo

lejos

divisan

Tu

sepulcro

triste

y

frio,

Oyen

del

vecino

rio

Tu

guitarra

suspirar;

Y

creen

escuchar

tu

voz

En

las

verdes

espadañas,

Que

se

mecen

cual

las

cañas

Al

soplo

del

vendabal.

Y

hasta

creen

que

las

aves

Dicen

al

tomar

su

vuelo:

«Cantando

me

he

de

ir

al

cielo;

«Cantando

me

han

de

enterrar!»

Y

te

ven

junto

al

fogon,

Sin

que

nada

te

arrebate,

Saboreando

amargo

mate

Veinte

y

cuatro

horas

payar.

Tu

alma

puebla

los

desiertos,

Y

del

Sud

en

la

campaña

Al

lado

de

una

cabaña

Se

eleva

fúnebre

cruz;

Esa

cruz,

bajo

de

un

tala

Solitario,

abandonado,

Es

un

símbolo

adorado

En

los

campos

del

Tuyú.

Allí

duerme

Santos

Vega:

De

las

hojas

al

arrullo

Imitar

quiere

el

murmullo

De

una

fúnebre

cancion.

No

hay

pendiente

de

sus

gajos

Enlutada

y

mústia

lira,

Donde

la

brisa

suspira

Como

un

acento

de

amor.

Pero

las

ramas

del

tala

Son

mil

arpas

sin

modelo,

Que

formó

Dios

en

el

cielo

Y

arrojó

á

la

soledad;

Si

el

pampero

brama

airado

Y

estremece

al

firmamento,

Forma

místico

concento

El

árbol

y

el

vendaval.

Esa

música

espontánea

Que

produce

la

natura,

Cual

tus

cantos,

sin

cultura,

Y

ruda

como

tu

voz,

Tal

vez

en

noche

callada,

De

blanco

cráneo

en

los

huecos,

Produce

los

tristes

ecos

Que

oye

el

pueblo

con

pavor.

¡Duerme!

duerme

Santos

Vega,