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tibia
y
pura
de
mis
ojos
brota
Al decirte por siempre: ¡Adios! Adios!
IX
¡COMO TÚ!
ESCRITO Á ORILLAS DEL QUEGUAY
———
Es
el
Queguay[8]
un
rio
trasparente
Cual
urna
de
purísimo
cristal,
Cuyo
fondo
se
ve
puro
y
tranquilo
Como
el
fondo
de
tu
alma
angelical.
Quieta
es
la
superficie
de
sus
aguas
Si
el
viento
no
la
agita
con
furor,
Como
tu
frente
es
cándida
y
serena
Si
no
la
agita
el
soplo
del
amor.
En
el
lecho
pedroso
do
descansa
Se
deslizan
sus
aguas
con
quietud,
Como
tus
horas
corren
no
sentidas
Por
el
sendero
fiel
de
la
virtud.
Los
sauces
que
coronan
sus
riveras
Hunden
su
verde
copa
en
el
Queguay,
Cual
tu
frente
en
mi
seno
cariñoso
Blando
se
inclina
envuelto
con
un
¡ay!
Los
ubajais[9]
ocultan
en
sus
ramas
Pájaros
bellos,
raros
en
matiz,
Como
tu
mente
abriga
mil
ideas
Que
hace
brotar
la
inspiracion
feliz.
Del
Uruguay[10]
dos
gigantescos
brazos
Oprimen
su
cintura
en
derredor,
Como
tu
talle
esbelto
y
delicado
Circuye
en
torno
el
brazo
del
amor.
Esconde
la
rivera
entre
sus
guijas
Las perlas con el nacar y el coral,[11]
Como
atesora
tu
alma
rica
y
bella
De
angélicas
virtudes
un
caudal.
La
brisa
de
la
noche
entre
sus
hojas
Hace
brotar
suspiros
de
dolor,
Cual
de
tus
labios
ecos
misteriosos
El
delirante
beso
del
amor.
La selva umbría que lo guarda en torno
Impide
ver
sus
ondas
de
cristal,
Cual
del
pudor
el
velo
misterioso
Sombrea
tu
semblante
sin
igual.
La
blanca
aurora
rompe
el
denso
velo
Que
sobre
sus
espaldas
se
ve
ondear,
Cual
tú,
graciosa,
al
despertar
apartas
El
pelo
de
oro
que
robó
tu
faz.
En
sus
ondas
azules
se
reflejan
Del
cielo
la
bonanza
y
tempestad,
Cual
tus
ojos
azules
reproducen
De
otros
ojos
la
sombra
y
claridad.
Sus
linfas
puras
entre
fango
nacen
Mas
cristalinas
caminar
se
ven,
Cual
tú
nacida
de
la
tierra
impura,
Pura te miro caminar tambien.
X
DESPEDIDA
———
Adios, mujer nacida para inspirar amores,
Nacida como nacen en el jardin las flores,
Para esparcir en torno su misterioso olor;
¡Adios! palabra amarga que sale de mi seno,
Y que mis labios quema como letal veneno,
Cuando en mis ojos brilla la gota del dolor.
Adios, mas no por siempre: un mundo hay mas
hermoso,
Y cuando al seno vueles del Todo-Poderoso
Volverte á ver espero tan bella como aquí;
Pero
si
en
el
inmenso
celeste
paraiso
A tí no te encontrase, mi celestial hechizo,
Los celestiales goces tristes serán sin tí.
Adios, vuelvo á decirte, adios ángel divino,
A quien pusiera el cielo delante mi camino
Para calmar mis horas de doloroso afan;
Desde el momento mismo que pude contemplarte,
Mi corazon ardiente tan solo supo amarte,
Como en la vida se ama, solo una vez no mas.
Adios, sueño querido, que me halagó un instante Cuando soñé demente que un corazon amante
Latia
sobre
el
mio
con
férvido
afanar,
Adios, visiones vagas que atormentais mi pecho
¡Oh no volvais ya nunca á visitar mi lecho,
Que aunque soñar es dulce, muy triste es despertar!
Adios, adios por siempre, celestes fantasías
Que al corazon tranquilo, y en mas serenos días, Brindaron
halagüeñas,
dichoso
porvenir,
Pasad
engañadoras
visiones
peregrinas:
En vez de frescas rosas tan solo piso espinas, Y el sol de mi esperanza no veo ya lucir.
¡Adios!... mas no es posible dar un adios eterno A tu divina imágen y á tu recuerdo tierno,
Que mi inmortal memoria no olvidará jamas;
Delante de mis ojos siempre estarás presente,
Y en mi alma, y en mi pecho y en mi abrasada mente
Tu
imágen
deliciosa
se
gravará
tenaz.
Yo sentiré en la brisa tu perfumado aliento,
Tu voz consoladora traerá á mi oido el viento, Y te veré en las nubes cruzar como vision;
Yo sentiré tus pasos en medio á las tinieblas, Y al ver cubrirse el aire de transparentes nieblas, Tus blancas vestiduras veré yo en mi ilusion.
Oh, si el destino crudo de tí no me apartara, Si de los patrios lares ¡ay Dios! no me arrojara, Mi
porvenir
entero
se
cifraría
en
tí!
Porque al mirar tu rostro tan cándido y divino Veo que mi destino se liga á tu destino;
Veo que para amarte tan solo yo nací.
Entonces
tú
serías
la
refulgente
estrella,
Que
iluminases
pura
la
fatigosa
huella
Que el hombre en este mundo tiene que atravesar; Entonces tú serías el sol de mi existencia,
Entonces estasiado de amor en tu presencia
De amor entre tus brazos quisiera yo espirar.
Entonces por tus gracias celestes inspirado
La
lira
del
poeta
pulsára
entusiasmado
Y á tí te dedicára mis cánticos de amor.
Oh, tú me inspirarias canciones inmortales,
Y al oirlas estasiados, del orbe los mortales,
Tu nombre repitieran con alta admiracion.
Entonces fuera grande, por tu esplendor guiado;
Con el laurel del genio me viera coronado
Para arrojar coronas de glorias á tus piés...
Qué digo de coronas de gloria en mi delirio?
Yo siento la corona del perennal martirio
Clavando sus espinas en mi marchita sien.
Adios, de nuevo os digo, sueños encantadores,
Dejad en mis oidos de susurrar amores,
Que aunque soñar es dulce, muy triste es despertar:
Posaos sobre la almohada de la mujer que adoro, Llevadle algunas gotas de mi amoroso lloro,
Para que en medio al sueño me pueda recordar!
XI
TU ESTRELLA
(CANCION ARREGLADA Á MÚSICA)
———
En
medio
de
la
noche
Al
contemplar
tu
estrella,
En
su
fulgente
huella
Mi
alma
te
busca
á
tí;
Y
pienso
que
al
mirarla
Brillando
placentera
En
celeste
esfera,
Te
acordarás
de
mí.
Ausente
de
tu
lado
Mirando
ese
astro
bello
Creeré
ver
un
destello
Emanacion
de
tí;
Y
esclamaré
con
ansia:—
Tal
vez
la
hermosa
mia
En
medio
á
la
alegría
Se
olvidará
de
mí!
Cuando
de
tí
me
aleje
Y
á
los
combates
vaya,
En
medio
á
la
batalla
Me
acordaré
de
tí,
Y
esperaré
la
noche
Para
calmar
mi
anhelo,
Interrogando
al
cielo:—
¿Se
acordará
de
mí?
¡Adios!
nunca
me
olvides,
Y
que
tu
estrella
amiga
Siempre
á
tu
mente
diga
Que
estoy
pensando
en
tí:
Y
si
en
el
campo
caigo
Por
la
metralla
muerto,
Mira
ese
rayo
incierto
Y acuérdate de mí.
XII
NADA DIRÉ
———
La
belleza
se
ciñe
la
corona
Que
entretege
el
amor
y
la
amistad,
Arrancando
una
flor
á
cada
zona,
Tomando
un
pensamiento
á
cada
edad.
Y
la
contempla
el
mundo
entusiasmado,
Coronada,
de
pié
sobre
el
altar,
Sobre
el
altar
de
joyas
incrustado,
Cubierto
de
jazmines
y
azahar.
Por
eso
guardo
mi
modesta
ofrenda
Que
es
la
silvestre
y
solitaria
flor,
Que á tu corona, de las gracias prenda,
Dar
no
puede
fragancia
ni
esplendor.
Yo
que
no
tengo
cortesano
genio
Nada
quiero
decir
ante
tu
altar,
Cuando otros mil las flores de su ingenio
Á
tus
plantas
vendrán
á
derramar.
Nunca
con
alabanzas
fementidas
Incensaré
las
luces
de
tu
faz,
Solo
palabras
tiernas
y
sentidas
En
vez
de
incienso
mentidor
tendrás.
No
en
la
trípode
de
oro
del
poeta
Belleza
celestial
te
cantaré,
Pero
tendrás
mi
admiracion
secreta,
Y
poseerás
del
corazon
la
fé.
No
te
diré
si
es
bella
tu
cabeza,
Ni
si
tienes
de
Fidias
el
perfil,
Ni
si
tu
frente,
cielo
de
pureza,
Está
cubierto
con
estrellas
mil.
No
te
diré
si
tu
alma
resplandece
Como
diamante
en
urna
de
cristal,
Ni
si
tu
seno
blando
se
estremece
Como
la
niebla
al
soplo
matinal.
No
te
diré
si
el
labio
que
enamora
En
sus
palabras
desparrama
miel,
Ni
si
al
caer,
cual
perlas
del
aurora,
Hacen
brotar
las
flores
del
vergel.
No
te
diré
si
tus
hermosos
ojos
Son
dos
astros
que
Dios
dejó
caer,
Para
alumbrar
los
púdicos
sonrojos
Que
tus
mejillas
suelen
encender.
No
te
diré
si
tus
cabellos
rubios
Que
circundan
tu
frente
cual
capuz,
Llamas
son
de
magnéticos
efluvios
Que
de
tu
mente
vuelan
á
la
luz.
No
te
diré
si
tus
airosos
brazos
Los
gajos
son
de
madreselva
en
flor
Si
se
entreabren
para
dar
abrazos
Y
al
pino
añoso
visten
con
amor.
Solo
diré:—«Jamas
á
tu
cabeza
Falte
la
eterna
flor
de
la
virtud,
Ni
la
sonrisa
falte
á
tu
belleza,
Ni al corazon le falte su quietud.»
XIII
EN EL ÁLBUM
DE LA HIJA PÓSTUMA DE UN COMPAÑERO DE ARMAS
———
En
el
libro
inmortal
de
nuestra
historia
Busco un nombre que guarda mi memoria
Y
tu
filial
amor,
Y
al
encontrar
la
página
enlutada
La
veo
al
mismo
tiempo
señalada
Por una fresca y perfumada flor.
XIV
VERSOS