Travesuras, Cuentos de un Rey by Joana A Park - HTML preview

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Willshire

 

Mi Padre rápidamente hizo los arreglos necesarios para que yo viajase a Willshire. Él notificó a mi hermano Paul, que ahora se había convertido en Rey, que yo llegaría en dos días. Me senté en mi recamara, observando como Shyanne preparaba mi bolso de viaje. Greyson me hizo una seña desde el patio para que bajara.

“Enseguida regreso Shyanne; necesito recoger algunascosas.” Le dije mientrasabandonaba la habitación.

 Al llegar alpatio, Greyson me susurró “Le tengo muy buenasnoticias.” Sonreíy le conteste “¿en verdad? ¿esacerca de Thomas?” élpuso cara de tristeza y respondió “no, miReina, pero esacerca de David.” Yo sonreí.

 “En nuestro camino a Willshire, lo vamosa visitar, élle tiene una gran sorpresa.” Agregó.

 “Oh Greyson, eso llena dealegría micorazón, lo he extrañado tanto” añadícortésmente.Casi no podía esperar la hora de viajar. Aunque estaba pasando por una situación triste, el solo saber que iba a pasar unos momentos con David, hacía que valiera la pena. Greyson besó mi mano y dijo “vaya a descansar miReina; va a ser un viaje muy largo.”

 Muy temprano al día siguiente, mi carruaje estaba listo para emprender la larga jornada.Mi Padre y mi Madre esperaban en la puerta. Shyanne tomo mi bolso de viaje y me acompaño escaleras abajo.

 MiPadre me dijo, “Amelia, presta atención a Greyson, éltiene elmejor interésen ti.” Mi Madre permaneció con la mirada baja y no dijo nada.

 “¿Madre?” Le dije y agregué “por favor, no estés enfadada conmigo.”

 Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas y dijo en voz baja “ve conDios, midulcehija.”

 La abracé muy fuerte, deseando que ese abrazo fuera interminable.

 EntoncesGreyson dijo “miReina, debemospartir ahora, para sacar ventaja de la luz deldía”.MiPadre se inclinó hacia míy susurró “Micorazón está lleno de orgullo por ti.” Hice una reverencia hacia mis Padres y abordé mi carruaje. Greyson se asomó a mi ventana, me hizo un guiño y así partimos.

Al pasar el pueblo, note que la vista era hermosa, los aldeanos dejaban de hacer sus tareas para observar mi caravana. Yo ondeaba mi mano al  pasar.

 No había mucho que hacer, solo leer o admirar el paisaje, que era extremadamente exquisito. Después de un tiempo de estar viajando, nos encontrábamos en las afueras de Schillingburg.

 Greyson sabía qué camino tomar para que no nos topáramos con soldados.El sol se empezaba a poner. Sabía que estábamos cerca de la casa de David. Podía reconocer gran parte de esa área. La emoción en mi estaba a punto de explotar.

 No podía esperar abrazarlo después de todo este tiempo. Cuando llegamos, pude ver la pequeña casa de campo.

Muchos recuerdos aparecieron en mi mente. Mi Padre y yo tomando el té en la habitación de enfrente. Thomas y yo sentados frente al fuego mientras él me relataba sus maravillosas historias. Observé mi aspecto, para cerciorarme de que estaba presentable cuando de repente, la puerta de mi carruaje se abrió. ¡AMELIA! gritó David.

 Salté a sus brazos desde el carruaje.Nos abrazamos fuertemente y él sonrió mientras me bajaba y haciendo una reverencia, me dijo “Lo siento, miReina.”

 “Déjate de niñerías, tú eresmihermano” le contesté.

 Él tomó mi mano y me condujo hacia dentro de la cabaña.

 “Tengo tanto que contarte” élme dijo yyo sonreí. “¡Vasa ser tía muy pronto!” agregó emocionado.

 En eso, Elizabeth salió de la cocina. “¡Oh miElizabeth!” le dije mientrasla abrazaba, “estasesperando un niño, ¡que emoción!”.Ella empezó a hacerme reverencias. Yo la detuve y le dije “no hay necesidad Elizabeth, tu eres mi hermana.” Ella sonrió con inocenciay me dijo “Te he preparado una cena encantadora”. Yoestaba feliz de estar ahí.

 Había tanto amor y yo, ¡extrañaba a David mucho! Hablamos de tantas cosas que era difícil recordarlas todas.Por mucho tiempo, me había cuestionado si había hecho lo correcto liberando a David, llevándole la contraria a mi Padre, pero al estar ahí y ver su felicidad, mi respuesta fue si. Hice lo que fue correcto.

 El tiempo voló prácticamente. Yo no me quería ir. Greyson le tocó el hombro a David y le dijo “debemosdeponernosen marcha, PríncipeDavid. Willshire nos espera. Debemos estar ahí mañana por la noche. No quiero alertar a nadie llegando tarde. Graciasa ambospor su hospitalidad.”

Elizabeth sonrió y se acercó a mí, mientras me abrazaba, me dijo “¡gracias!tú hashecho de mi vida un sueño”.

De repente, David me tomó entre sus brazos para darme vueltas “te apuesto que hasextrañado esto.” Me dijoriendo y yo reítambién.

Nos quedamos parados, sólo observándonos mutuamente. Él sonrió y me dijo con lágrimas en losojos“mírate, miReina.” Con una seña, le indiqué que parara.

Élcontinuó “Amelia, estoy tan orgulloso, gracias por todo lo que has hecho por mí, que esto se te multiplique diez veces.” Yo sonreí. David me abrazó apretadamente. Miró a Greyson y le dijo “cuida a miniña”. Greyson inclinó la cabeza yrespondió “con mivida, PríncipeDavid.”

Greyson me ayudó a subirme al carruaje y partimos. David se quedó afuera de su casa despidiéndonos hasta que nos perdió de vista.

 El momento fue agridulce, pero mi corazón estaba lleno de amor y felicidad.

 Me quedé dormida al compás del galope de los caballos.Al despertar temprano a la mañana siguiente, podía ver el castillo de Willshire a la distancia. El sol estaba saliendo detrás del mismo. Contemplé  el acto sorprendida.Greyson cabalgó al parejo de mi carruaje y dijo “estaremosahíalmediodía, miReina.” Sonreí, pero no estaba contenta.

 No sabía cómo reaccionar ante todo esto. No conocía a mis hermanos.A la llegada, podía ver el castillo, las banderas estaban a media asta y el castillo estaba vestido de purpura oscuro, en honor a la muerte del Rey.

 Los soldados de Willshire nos detuvieron a la entrada.

 Inmediatamente, levantaron el puente elevadizo y nos dejaron entrar.Mi hermano Paul estaba en la puerta. No lo había visto en muchísimos años. Él era muy alto, tan  atractivo, se parecía muchísimo a mi Padre. Pensé  que nuestro primer encuentro iba a ser incomodo, pero fue como si la vida nunca nos hubiera  separado. Al salir del carruaje, él bajó las escaleras y dijo“mihermosa Amelia.”

 Sonreíy le respondí“oh mihermano Paul.” Nos abrazábamos y nos tomamos de la mano. “Entra miReina, tú también Greyson” élnosdijo. Entrar al castillo de Willshire fue un poco abrumador. Este fue mi primer hogar.Pedazos de recuerdos parecían venir a mi mente, pero a la vez, era difícil porque yo me había ido de ahí estando muy chica.

“Elalmuerzo está siendo preparado; sé que has tenido un largo viaje. Te enseñaré tus habitaciones para que puedasrelajarte un poco” me dijo Paul.

Éltomó mimanoy la besó “mírate, convertida en una mujer adulta” élcomentaba mientras caminábamos por el vestíbulo.

 “He preparado elcuarto que te pertenecía” me dijo emocionado.

 Le sonreí, agradeciéndole.Él abrió la puerta que daba a una enorme habitación, de la cual no recordaba nada. Él me dijo “este era tu santuario cuando erasuna niña pequeña.”

 Miré alrededor y sonreí.

 “Gracias”, le dije quedamente.

Élsonrió y merespondió “no tienesnada que agradecer, estoy muy feliz de tenerte aquí, refréscatey regreso por tien breve.”

 Lentamente deambulé por la habitación, tratando de recordar algo, pero nada me vino a la mente. Me sentía extraña, me sentía triste.¿Cómo era posible que no recordara mi infancia? Ni siquiera podía recordar la voz de mi Padre. No quería parecer ingrata, pero quería regresarme a casa. Estar en el castillo de Willshire me deprimía. Los olores eran diferentes, así como el panorama. Me lavé la cara y cambié de vestido y esperé.

Poco después, Eloise, la ayudante del Rey vino por míy dijo.“miReina, elRey Paulsolicita su presencia en elcomedor.”

 Me levanté y la seguí.

 El área del comedor era muy vasta; la mesa era larga con muchas sillas.“Siéntate donde quierasAmelia” Paulme dijo. Avancé y me senté junto a Él.

 Élmencionó “Siento muchísimo que tengasque visitarme en este tiempo tanhorrible.” “Está bien; aquíestoy para honrarte yhonrar la memoria de mihermano.” Le dije con una sonrisa.“Mañana, Michaelserá velado para que su reino le dé honra y después será sepultado en el Arco Belvidere.” Élañadió.

 Yo asentí con la cabeza.“Ahora, aliméntate midulce hermana. Tenemos suficiente tiempo paradiscutir elresto.” Termino diciendo.

 Me sentía sumamente incomoda de estar ahí, pero no lograba descifrar el porqué.Después del almuerzo, fuimos a la sala principal para conversar. Él señalo hacia una pintura y preguntó “¿lorecuerdas?” sonreíy respondí“si, él esnuestro Padre.” Paulsonrió en acuerdo.

 “¿Ya ella?” señalandohacia elretrato de una dama hermosa.

 Yo no tenía idea de quien era.

 Élsonrió y me dijo “ella esnuestra Madre; tú eras tan pequeña cuando ella falleció.” Sonreíyrespondí“que hermosa era.”Éltambién sonrió y puntualizó “tú te pareces muchísimo a ella.” Yo estuve en total desacuerdo, ella era preciosa.

 “¿Sabesporque ella te nombro Amelia?” me preguntó.

 Yo no tenía ni idea y me encogí de hombros.“Ella decía que elsignificado de tu nombre era belleza, sofisticación e inteligencia, lo cual te describe perfectamente.” Él añadió.

 Eso era tan lindo. Nunca antes había sabido de ese detalle de mi Madre.Conversamos un poco más, fue agradable recordar con él. Parecía disfrutar platicándome sobre tiempos más felices en el castillo Willshire. Desafortunadamente, yo no tenía memoria de esos tiempos.

Después de un rato, empezamos a hablar de Michael. Paul lo describió como un hombre callado y solitario. Aun él confesó que Michael era un Rey desastroso. Yo no podía esperar más. Quería saber acerca del prisionero y de lo que había pasado con él.

Miré a Pauly salté preguntándole “¿estásseguro de que el hombre que tienes preso es el asesino de Michael?”.

 “¿Tu deseashablar de eso ahora?” élme preguntó.“SiPaul, quiero hacerlo. Lo siento,con todo el corazón desearía hablar de tu familia, pero no recuerdo a ninguno de ustedes. Disfruto escuchar tus recuerdos pero pienso que es mejor entrar en materia”.

 Él asintió con la cabeza.

 “Como tú lo desees. YsiAmelia, yoestaba presente cuando ese hombre sin remordimiento alguno le atravesó elcorazón con su espada” Paul me respondió.

 Me sentí fatal, pero no quería que Paul pensara que yo estaba siendo irrespetuosa. “Siento mucho miReypor haber sido tan directa” quedamente le dije.

 Élsonrió y contestó “yo entiendo.” Paulse incorporó y caminó atravesando el salón.Yo me aclaré la garganta.

 “¿Cuándo puedo ver alprisionero?” Pregunté. “Ahora, siasílo quieres” respondió. Lo seguí a él y a Greyson al calabozo.

Almomento que caminábamos, Paulagregó “algo que se me hizo extraño es que la espada que él empuñaba tenía el sello de Landford grabado en ella”.

 “¿De verdad?” le dije.

 El lugar estaba muy frio, oscuro y húmedo. Los reos llenaban casi cada celda. El prisionero que yo quería confrontar se encontraba situado en la última celda. Al estar al frente de la misma, el prisionero me estaba dando la espalda.

 “Arrodíllate ante tu Reina” elguardia le ordenó en voz alta.

 El reo no se movió.

 Yentoncesdijo “no me voy a arrodillarante tu Reina. Yono tengo ninguna.”

 El sonido de esa voz atravesó mi corazón. Supe de quién se trataba, pero pensé que mis oídos habían escuchado mal.

 “Prisionero, voltea a verme” le pedí.De repente, una figura alta apareció de entre las sombras.

 Le estaban forzando a agachar la cabeza; mi corazón dio un vuelco cuando la visión de un

Thomas desaliñado se aproximó. Permanecí en silencio.

 No podía creer lo que estaba viendo. Thomas me miró directamente y sonrió.

 “Déjeme entrar en esta celda” le ordené al guardia.Él miró a Paul.

 “¿Estásloca?” Paulme preguntó.

 “Si” le dije. “Ahora abre la celda y déjenme con el prisionero.”

 “Por supuesto que no Amelia” Paulrespondió. “Haz lo que te digo” le indiquéa Paulalzando la voz.

 “Ella va a estar bien ReyPaul, haga lo que le dice. Voya estar cerca” intercedió Greyson. Paul le indicó al guardia con una seña que abriera la celda.

 Entré, no sabiendo a ciencia cierta que decir. Quería besarlo y abrazarlo, pero al mismo tiempo, también quería matarlo.

 “¿Thomas?, ¿Príncipe Thomasde Landford?” le susurré.

 Élse rio y dijo “Amelia, ¿cuándo te convertiste en Reina?”“Thomas, ¿qué fue lo que hiciste?” le pregunté. Élse alejó y dijo “no hice nada.Sólo me defendí”.

 “Tu matastea mihermano Michael” le susurré.

 “Era élo yoy yo prefiero vivir” Thomasme contestó enojado.

 Entonces, él me tomó por elbrazo y dijo “ahora dime ¿desde cuándo te convertiste en Reina?”Sus ojos eran diferentes, fríos y diabólicos. “¿Finalmente murió nuestroPadre? éldijo de forma amenazadora.

“No, todavía no” le respondí.

 “¿Entonces?” élmurmuró.

“No tengo tiempo de explicarte lo que está sucediendo en Landford” le respondítratando de no parecer aterrada.

 “¿Qué eslo que voy a hacer?” me pregunté a mí misma en voz alta.

 “Si, ¿qué vasa hacer, Reina mía? éldijo sonando condescendiente.

 Lo mire y asentí.Él caminó hacia donde yo estaba y arrodillándose frente a mí, dijo “MiReina, medisculpo por mi comportamiento irrespetuoso” y tomando mi mano, se la llevó a loslabiosy murmuró “yo soy tu Rey,por eso, arrodíllate ante mi” almismo tiempo que me jalaba hacia el suelo.

El estar frente a frente me hizo sentir escalofríos. Élbeso mislabiosy dijo en voz baja “estamos casados, ¿oya loolvidaste?”

 Cerré los ojos, pasando saliva lentamente para no llorar.

 Él permaneció de rodillas mientras yo me incorporaba y caminé para alejarme de él. “Amelia ¡tú no me puedesdejar aquí!” él susurró con rabia.

 Me volvípara mirarloy grité “¡GUARDIA!”“Amelia, ¡AMELIA!nopuedesdejarme aquípara que muera” élme repetía mientrasme seguía hasta la puerta.

 Mis pensamientos habían dado un giro de 180 grados.

 El hombre que amaba y añoraba había asesinado a mi hermano, pero él era mi esposo, mi Rey. No podía dejarlo aquí para que muriera. Mi amor por él aún era muy fuerte. Élme tomó por elbrazoy me preguntó “¿ya no sientes más amor por mí?”.

 Me alejé sin contestarle.

 Abandoné su celda jadeante y muy asustada, me recargué en la pared para no perder el equilibrio.Nunca, ni en mis sueños más descabellados hubiera pensado que iba a sentenciar a Thomas a la pena de muerte. “¿qué eslo que lo que debía hacer? ¡Yo no podía hacer esto! Lo amaba.

 “Guardia, llévame con tu Rey”.Al ir caminando por el largo corredor, pensé en lo que iba a decir. No podía decirle a Paul que Thomas era mi esposo.

 Al entrar al salón, ahí estaba él sentado en su trono.

 “¿Yqué te dijo entonces?”“Éllo confeso,pero me dijo que fue en defensa propia” le contesté.

 Paulse rio “¿en verdad? todo elmundo sabíaque Michael no era un guerrero. Él fue engañado para que acudiera al bosque y masacrado como si fuese un animal. ¿Cómo puede ser eso defensa propia? él es un asesino a sueldo de Schillingburg y debe de morir por ese asesinato.”

 Negué con la cabeza en señal de desacuerdo.Todavía estaba conmocionada de saber que Thomas había sido el hombre que había hecho esto. No podía creerlo aún y menos demostrarle a Paul que yo tenía alguna conexión con él.

 Tenía que pensar con rapidez.Sabía que yo tenía una fuerza de voluntad más impetuosa que la de Paul, por lo cual sólo le dije “me voy a llevar alprisionero a Landford. Aquí en Willshire, él no tendría el juicio propio que él  merece”.“¿Un juiciopropio Amelia? ¿estástratando de salvar a este hombre? él no va a tener ningún juicio, él va a MORIR. ¡él mató a tu hermano! Paul gritó.

 “Élmató a tu hermano, Paul. Yono conocía a Michael”. Le argumenté.

“Esto esincreíble Amelia; tu no seríasReinade Landford a no ser por ESTA familia. Ingrata ….” Paul me dijo antes de que lo interrumpiera.

 “¿Yo soy Reina graciasa ti?” y me reí.“Cree lo que tú quieras, pero elprisionero se va conmigo. Por lo que puedo ver Paul, él no va a tener un juicio aquí y tú no me vas a detener. Ya he tomado una decisión y él me acompañará a Landford por la mañana.” Le dije mientrasme alejaba.

 Greyson me siguióy dijo “¿qué eslo que está haciendo mi Reina?”Volteé a verlo y le dije “voy a traer a Thomasde regreso a casa; no voy a ser responsable de su muerte”.

 “Pero miReina, ese essu destino, él mató a un Rey.” Greyson me dijo preocupado. “Éltambién esun Rey, Greysony punto finala esta discusión” le dije en voz baja.Greyson me miró confundido. “¿un Rey? ¿de qué está usted hablando? ¡él no es ningún Rey! Greyson susurró.

 “Despuéste explico Greyson; solo prepáralo para elviaje.” Le contesté.

 Paul caminaba de un lado a otro y después me siguió hasta el vestíbulo.

 “¿Qué le voy a decir a nuestra gente?” élme preguntó enojado.“Te sugiero que la verdad, no querrásempezar tu reinado con mentiras, como lo hicieron otros Reyes” Le contesté.

No estaba segura de haber tomado la decisión correcta, pero mi amor hacia Thomas me impedía dejarlo ahí para morir, aún cuando él había matado a mi hermano.

 Greysonregresó alcalabozo. “¿Rey Thomas?” dijo suavemente.

 Thomas se volvió para verlo.“Perdóneme, no quiero ser irrespetuoso, pero me podría explicar ¿cómo y cuándo se convirtió usted en Rey?” Greysondijo almomento de arrodillarse.

Thomasle contestó “Miamigo leal, Amelia y yo nos casamos antes de que yo dejara Landford. Al  convertirse en Reina, eso me hace a miser Rey.”

Greyson se levantó lentamente y susurró“su Alteza, si usted tiene pensamientos deshonestos o malos sentimientos hacia mi Reina, yo lo mataré, recuerde que yo le enseñe todo lo que sabe y no lo voy a pensar dos veces en usar mis habilidades para protegerla de cualquiera, incluyéndolo a usted.”

 Thomassonrió “miestimado, tú me enseñaste a matar a otros, no a losmíos.”Greysonrespondió “ustedpiensa que yono sé qué fue usted mismo quien traicionó a su hermano.

 Quien lo envenenó en la mente de su Padre y pidió su muerte”.

 Thomas se rio y dijo “tú me dasmucho crédito Greyson.”

 Élnegó con la cabezay añadió. “ya está advertido, miRey”.Thomassonriendo le contestó “tuno me asustas, pero no te preocupes, Amelia es la única persona que me importa, ella nunca va a ser herida por mi espada, pero ten cuidado de otras gentes. De ellos  no la puedodefender.”Greyson se inclinó hacia Thomas y terminó diciendo “partimoshacia Landford por la mañana, miRey”.

 La mañana llegó muy rápido.Estaba ansiosa de partir, pero debía de presentarle mis respetos a Michael. Lentamente entre al salón principal donde su cuerpo yacía para el funeral. No  pude evitar ver el parecido con mi Padre.Puse una medalla sobre su pecho y tocando su cara le dije en vozbaja, “Rey Michael, mi hermano. Me siento tan apenada de no tener algún recuerdo tuyo. Te pido me perdones, tu muerte fue un accidente, por favor discúlpame por exonerar alque te hizo esto,pero élesmiesposo.”

Miré haciaarriba con losojosllorososydije “dile hola a Papá por mi, espero que él esté orgulloso de  mi, haciendo este hecho a un lado, que tú puedes ver como una indiscreción.”

 Cuanto volteé, vi a Paul parado en la puerta. Él me miró con coraje pero con respeto a la vez. “¿Estassegurade que quiereshacer estoAmelia?” Paul me preguntó por última vez. “SiPaul, por favor, acepta midecisión, espor el bien de Willshire.” Le contesté. Él inclinó la cabeza.

 “Amelia, perdóname por elarrebato de anoche, estoyavergonzado”. Élme dijo. “Oh Paul, eso está ya perdonado, yo también tuve la culpa hermano”. Respondí.Él tomó mi mano y me condujo hasta el carruaje. “Fueun gran placer verteotra vez. Esperoque me visitesmása menudo y en mejorescircunstancias”

Paul aseveró.

 Sonreíy le contesté “Lo haré, te lo prometo.”

Nos abrazamos y rápidamente entré en el carruaje al momento en que Thomas era sacado del calabozo por un guardia.

 Estaba ya lista para finalmente regresar a casa. Le pedí a Greyson que pusiera a Thomas conmigo dentro del carruaje.

 Él solo accedió a que Thomas se sentara junto a mí con la condición de que estuviera restringido.Al entrar Thomas en el carruaje, no pude evitar observarlo. El exterior era mi Thomas, pero por dentro parecía ser un extraño.

Él me dirigió una mirada e inclinó la cabeza al momento de decirme “MiReina, me arrodillaría, pero usted me tiene atado como un animal y eso  no esposible.”

 “No hay necesidad” yo le dije.

 “Compórtese” le dijo Greyson a Thomas. Thomas se le quedo viendo y sonrió irónicamente.Durante el viaje, permanecimos en silencio. Miré por la ventana, si no lo hacía, me la hubiera  pasado contemplando a Thomas todo el camino.

 “¿Qué eslo que va apasar Amelia?” Thomasme dijo en voz baja.

 “No lo sé Thomas” le dije quedamente por lo bajo. “Sime permitespreguntarte, ¿este era todo tu plan?”

 “¿Plan? ¿qué plan?” le contesté.“SiAmelia, tu plan. Tu Padre enfermo te envía a vivir a nuestro reino, tú te conviertes en Reina y ahora losWillshire tienen 2 de los3 reinos.”

 “¿De qué estáshablando?” exclamé. “Tú eresastuta, ¿ERA ESEEL PLAN?” élme dijo en un subido tono de voz.

 “Thomas, nohay talplan, yo no quería convertirme en Reina, lo hice por nuestro Padre, él está enfermo e hice lo que se me indicó. Eso es todo.” Le contesté enojada.

 “Hmmm, entoncesesto se convirtió en un golpe de suerte para Willshire.” Thomas comentó. “¿Sabe nuestro Padre que noscasamos?” Élme preguntó.

 “No, solo nuestra Madre”, le dije con voz suave. “Oh” dijo ély se rio “esto va a ser entoncesuna gran sorpresa.”

 Miré a Thomasy le pregunté “¿qué eslo que sucediócontigo?”Él rio y respondió, “¿quéfue lo que me pasó? ¿QUE FUE LO QUE ME PASÓ? ¿en verdad lo quieressaber?”

 Yo asentí con la cabeza.“¡Tú no hasvisto la guerra!¡tú no hasvisto el derramamiento de sangre! ¡LA GUERRA! eso fue lo

 que me pasó.” Élme dijo con dolor en su voz. “Me tendieron una emboscada en Schillingburg, hasta el día de hoy, pienso que fue planeado, alguien me traicionó y avisó al Rey Erich de mi paradero porque todo pasó muy rápido. Para  sobrevivir, tenía que matar y vaya que maté a muchos. La muerte de tu hermano no fue mi culpa. ¿Quién manda a su Rey al campo de batalla? su Rey, sin ninguna identificación.” Thomascontinuó diciendo.

En realidad yo no tenía nada que decir. Había extrañado escuchar su voz. Sólo me deje llevar por ella. La verdad no le estaba prestando la menor atención.

“Amelia ¿me estasoyendo? élexclamó. “Si, por supuesto” le contesté.

 “Te he extrañado tanto” le dije por lo bajo. “Yo también” élcontestó.

 Thomas se arrodilló frente a mí con sus manos atadas sobre mi regazo.

 “Amelia, ya me has robado mis derechos de nacimiento,no te robesahora mivida también.”Le empujé lasmanos, respondiendo “yo no te he robado nada, tú lo has perdido todo por ti mismo. Yo NO quería ser Reina, Thomas. Yo puedo abdicar a tu favor en cualquier momento.” Él sonrió, buscando mi rostro.

 Yo me encogí con temor.

Él delicadamente acarició mi cara al mismo tiempo que me besaba profundamente. Cuando nuestras

 frentesse tocaron, élmencionó “no tienespor qué tenerme miedo, Amelia, yonunca te lastimaría.” Sus susurros parecían amenazadores.

“Micorazón pudo haberse convertido en una roca, después de ver todo ese derramamiento de sangre, pero tú, solo tu Amelia, tienes algo que lo hace suave y débil.” Thomasagregó.

No podía evitar el contemplar esos hermosos ojos verdes, tan fascinantes.

 Quería entregarme a él en ese preciso instante, pero pensar que él había matado a mi hermano  me hacía sentir nauseas.

 “¿Yano me amasAmelia? ¿hay alguien más?” él me preguntó.

 Lo negué y susurré“nuncahabráotro, Rey mío”. Él sonrió y dijo “Amelia, porfavor, quítame estas cadenas, quiero tocarte.”Tenía temor, pero hice lo que me pidió. Él se sobó las muñecas al yo remover las cadenas. “¿Me puedo sentar junto a ti?” Élpreguntó. Asentí con la cabeza.

 “Estastemblado, esperoque sea porque tienes frio y no porque me temes.” Agregó. “Esun día helado, elinvierno debe de estar por llegar” yo le respondí.

 Él tomo una manta que estaba junto a él y me cobijó mientras ponía su brazo alrededor mío. Pude sentir su mano alcanzando la mía bajo la manta. Baje la mirada para evitar verlo.“La únicarazón por la cualluché para sobrevivir fue porque sabía que iba aregresar a ti” me dijo al oído.

Yo volteé a verlo.

 Él se acercó y me besó apasionadamente.

Su calor cubrió mi cuerpo entero. Él delicadamente puso su mano a la altura de mi corazón y abrió mi

 vestido. Sus besos cubrieron mi cuello y más abajo, a la altura de mis pechos.

Me quedé muda. Élsusurró “Amelia,quiero ser uno mismo contigo otra vez. He deseado acostarme contigo y experimentar el cielo una vez más.”

 ¿Cómo podía decir que no?, lo amaba profundamente y lo extrañaba aún más. El carruaje era pequeño, pero nos las arreglamos para dejarnos llevar hacia el éxtasis. Su aliento tibio en mis muslos me hizo terminar rápido.

 Al estar él dentro de mi, no pude evitar suspirar hondamente, la sensación era inexplicable.La forma en que Thomas mordisqueaba mi barbilla y me decía en voz baja que me amaba hizo que el momento fuera completo.

 El sabor de sus labios era mejor que el más caro de los vinos.

 Cuando llegamos al clímax, nuestros ojos se encontraron. Él me observó.

 Thomas disfrutaba verme gozar ese momento. Finalmente, él sostuvo mi rostro entre sus manos y me besó nuevamente.

 “Yo no quiero separarme de tide nuevo” me dijo quedamente.

 Abrílosojosy respondí“yo tampoco”. Al aproximarnos a Landford, la realidad empezó a asentarse y todavía no sabía qué hacer.Estaba tan feliz de tener a Thomas de regreso, pero sabía que era irreal el pesar que nuestro Padre se iba a sentir de la misma manera.

Observé a Thomas mientras dormía. Él era tan hermoso.

 Su suave piel clara y su cabello rojizo claro le sentaban tan bien y eso era mi debilidad. No había forma de que yo pudiera echarlo en una prisión.

 Él era mi Rey.¿Cómo iba a regresar a Thomas al castillo Landford, decirle a mis padres que él era el prisionero y también que era Rey? con estas noticias, llevaría alegría pero al mismo tiempo, también desdicha.

 A mi Madre se le rompería el corazón una vez más. Mi Padre definitivamente nos cortaría la cabeza. Y mi gente me odiaría y menospreciaría.

Un momento, Yo soy la Reina, ahora es el tiempo de ejercer mi poder y usarlo por el bien de Thomas. ¡Ayúdame Dios mío!