Llevando á la piara gruñidora,
En calabazas y odres convertida
A los reynos contrarios del aurora.
Desta dulce semilla referida
España, verdad cierta, tanto abunda,
Que es por ella estimada y conocida.
Que aunque en armas y en letras es fecunda
Mas que quantas provincias tiene el suelo,
Su gusto en parte en tal semilla funda.
Despues desta mudanza que hizo el cielo,
O Venus, ó quien fuese, que noimporta
Guardar puntualidad como yo suelo,
No veo calabaza, ó luenga ó corta,
Que no imagine que es algun poeta
Que alli se estrecha, encubre, encoge, acorta.
Pues qué quando veo un cuero, ó mal discreta
Y vana fantasia, asi engañada,
Que á tanta liviandad estás sugeta!
Pienso que el piezgo de la boca atada
Es la faz del poeta transformado
En aquella figura mal hinchada.
Y quando encuentro algun poeta honrado,
Digo, poeta firme y valedero,
Hombre vestido bien y bien calzado,
Luego se me figura ver un cuero,
O alguna calabaza, y desta suerte
Entre contrarios pensamientos muero,
Y no sé si lo yerre, ó si lo acierte,
En que á las calabazas y á los cueros,
Y á los poetas trate de una suerte.
Cernìcalos que son lagartigeros
No esperen de gozar las preeminencias
Que gozan gabilanes no pecheros.
Puestas en paz pues ya las diferencias
De Delio, y los poetas transformados
En tan vanas y huecas apariencias:
Los mares y los vientos sosegados,
Sumergiose Neptuno mal contento
En sus palacios de cristal labrados.
Las mansisimas aves por el viento
Volaron, y á la bella Cipriana
Pusieron en su reyno á salvamento.
Y en señal que del triunfo quedó ufana,
Lo que hasta alli nadie acabó con ella,
Del luto se quitó la saboyana.
Quedando en cueros tan briosa y bella,
Que se supo despues que Marte anduvo
Todo aquel dia, y otros dos tras ella.
Todo el qual tiempo el escuadron estuvo
Mirando atento la fatal ruina,
Que la canalla transformada tuvo.
Y viendo despejada la marina
Apolo del socorro mal venido,
De dar fin al gran caso determina.
Pero en aquel instante un gran ruido
Se oyó, con que la turba se alboroza,
Y pone vista alerta, y presto oido.
Y era quien le formaba una carroza
Rica, sobre la qual venia sentado
El grave DON LORENZO DE MENDOZA,
De su felice ingenio acompañado,
De su mucho valor y cortesia,
Joyas inestimables, adornado.
PEDRO JUAN DE REJAULE le seguia
En otro coche insigne Valenciano,
Y grande defensor de la poesia.
Sentado viene á su derecha mano
JUAN DE SOLIS, mancebo generoso,
De raro ingenio en verdes años cano.
Y JUAN DE CARVAJAL, Dotor famoso,
Les hace tercio, y no por ser pesado
Dexan de hacer su curso presuroso.
Porque el divino ingenio al levantado
Valor de aquestos tres que el coche encierra,
No hay impedirle monte, ni collado.
Pasan volando la empinada sierra,
Las nubes tocan, llegan casi al cielo,
Y alegres pisan la famosa tierra.
Con este mismo honroso y grave zelo,
BARTOLOME DE MOLA, y GABRIEL LASO
Llegaron á tocar del monte el suelo.
Honra las altas cimas de Parnaso
DON DIEGO, que de SILVA tiene el nombre,
Y por ellas alegre tiende el paso.
A cuyo ingenio, y sin igual renombre
Toda ciencia se inclina y le obedece,
Y le levanta á ser mas que de hombre.
Dilatanse las sombras, y descrece
El dia, y de la noche el negromanto
Guarnecido de estrellas aparece.
Y el esquadron que havia esperado tanto
En pie, se rinde al sueño perezoso
De hambre y sed, y de mortal quebranto.
Apolo entonces poco luminoso,
Dando hasta los Antipodas un brinco,
Siguió su accidental curso forzoso.
Pero primero licenció á los cinco
Poetas titulados á su ruego,
Que lo pidieron con estraño ahinco,
Por parecerles risa, burla y juego
Empresas semejantes; y asi Apolo
Condecendió con sus deseos luego.
Que es el galan de Dafne unico y solo
En usar cortesia sobre quantos
Descubre el nuestro, y el contrario polo.
Del lobrego lugar de los espantos
Sacó su hisopo el languido Morfeo,
Con que ha rendido y embocado á tantos,
Y del licor que dicen que es Leteo,
Que mana de la fuente del olvido,
Los parpados bañó á todos arreo.
El mas hambriento se quedó dormido,
Dos cosas repugnantes, hambre y sueño,
Privilegio á poetas concedido.
Yo quedé enfin dormido como un leño,
Llena la fantasia de mil cosas,
Que de contallas mi palabra empeño,
Por mas que sean en sí dificultosas.
VIAGE AL PARNASO.
De una de tres causas los ensueños
Se causan, ó los sueños, que este nombre
Les dan los que del bien hablar son dueños.
Primera, de las cosas de que el hombre
Trata mas de ordinario: la segunda
Quiere la medicina que se nombre,
Del humor que en nosotros mas abunda.
Toca en revelaciones la tercera,
Que en nuestro bien mas que las dos redunda.
Dormí, y soñé, y el sueño latercera
Causa le dió principio suficiente,
A mezclar el ahito y la dentera.
Sueña el enfermo, á quien la fiebre ardiente
Abrasa las entrañas, que en la boca
Tiene de las que ha visto alguna fuente.
Y el labio al fugitivo cristal toca,
Y el dormido consuelo imaginado
Crece el deseo, y no la sed apoca.
Pelea el valentisimo soldado
Dormido, casi al modo que despierto
Se mostró en el combate fiero armado.
Acude el tierno amante á su concierto,
Y en la imaginacion dormido llega
Sin padecer borrasca á dulce puerto.
El corazon el avariento entrega
En la mitad del sueño á su tesoro,
Que el alma en todo tiempo no le niega.
Yo, que siempre guardé el comun decoro
En las cosas dormidas y despiertas,
Pues no soy Troglodita ni soy Moro;
De par en par del alma abrí las puertas,
Y dexé entrar al sueño por los ojos
Con premisas de gloria y gusto ciertas.
Gocé durmiendo quatro mil despojos,
Que los conté sin que faltase alguno,
De gustos que acudieron á manojos.
El tiempo, la ocasion, el oportuno
Lugar correspondian al efeto,
Juntos y por sí solo cada uno.
Dos horas dormí, y mas á lo discreto,
Sin que imaginaciones ni vapores
El celebro tuviesen inquieto.
La suelta fantasia entre mil flores
Me puso de un pradillo, queexhalaba
De Pancaya y Sabea los olores.
El agradable sitio se llevaba
Tras sí la vista que durmiendo, viva
Mucho mas que despierta se mostraba.
Palpable vi, mas no sé si lo escriba,
Que á las cosas que tienen de imposibles,
Siempre mi pluma se ha mostrado esquiva.
Las que tienen vislumbre de posibles,
De dulces, de suaves y de ciertas
Explican mis borrones apacibles.
Nunca á disparidad abre las puertas
Mi corto ingenio, y hallalas contino
De par en par la consonancia abiertas.
Cómo puede agradar un desatino
Si no es que de proposito se hace,
Mostrandole el donaire su camino?
Que entonces la mentira satisface
Quando verdad parece, y está escrita
Con gracia, que al discreto y simple aplace.
Digo, volviendo al cuento, que infinita
Gente vi discurrir por aquel llano,
Con algazara placentera y grita:
Con habito decente y cortesano
Algunos, á quien dió la hipocresia
Vestido pobre; pero limpio y sano.
Otros de la color que tiene el dia
Quando la luz primera se aparece
Entre las trenzas de la aurora fria.
La variada primavera ofrece
De sus varias colores la abundancia,
Con que á la vista el gusto alegre crece.
La prodigalidad, la exorbitancia
Campean juntas por el verde prado
Con galas que descubren su ignorancia.
En un trono del suelo levantado,
(Do el arte á la materia se adelanta
Puesto que de oro y de marfil labrado)
Una doncella ví desde la planta
Del pie hasta la cabeza asi adornada,
Que el verla admira, y el oirla encanta.
Estaba en él con magestad sentada,
Giganta al parecer en la estatura,
Pero aunque grande, bien proporcionada.
Parecia mayor su hermosura
Mirada desde lejos, y no tanto
Si de cerca se ve su compostura.
Lleno de admiracion, colmo de espanto,
Puse en ella los ojos, y vi en ella
Lo que en mis versos desmayados canto.
Yo no sabré afirmar si era doncella,
Aunque he dicho que sí, que en estos casos
La vista mas aguda se atropella.
Son por la mayor parte siempre escasos
De razon los juicios maliciosos
En juzgar rotos los enteros vasos.
Altaneros sus ojos y amorosos
Se mostraban con cierta mansedumbre,
Que los hacia en todo estremo hermosos.
Ora fuese artificio, ora costumbre,
Los rayos de su luz tal vez crecian,
Y tal vez daban encogida lumbre.
Dos ninfas á sus lados asistian,
De tan gentil donaire y apariencia,
Que miradas las almas suspendian.
De la del alto trono en la presencia
Desplegaban sus labios en razones,
Ricas en suavidad, pobres en ciencia.
Levantaban al cielo sus blasones,
Que estaban por ser pocos ó ningunos,
Escritos del olvido en los borrones.
Al dulce murmurar, al oportuno
Razonar de las dos, la del asiento,
Que en belleza jamas le igualó alguno,
Luego se puso en pie, y en un momento
Me pareció, que dió con la cabeza
Mas allá de las nubes, y no miento:
Y no perdió por esto su belleza,
Antes mientras mas grande, semostraba
Igual su perfecion á su grandeza:
Los brazos de tal modo dilataba,
Que de do nace adonde muere el dia
Los opuestos estremos alcanzaba.
La enfermedad llamada hidropesia
Asi le hincha el vientre, que parece
Que todo el mar caber en él podia.
Al modo destas partes asi crece
Toda su compostura, y no por esto,
Qual dixe, su hermosura desfallece.
Yo atonito esperaba ver el resto
De tan grande prodigio, y diera un dedo
Por saber la verdad segura, y presto.
Uno, y no sabré quien, bien claro y quedo
Al oido me habló, y me dixo: espera,
Que yo decirte lo que quieres puedo.
Esta que ves, que crece de manera,
Que apenas tiene ya lugar do quepa,
Y aspira en la grandeza á ser primera:
Esta que por las nube sube y trepa
Hasta llegar al cerco de la luna
(Puesto que el modo de subir no sepa.)
Es la que confiada en su fortuna
Piensa tener de la inconstante rueda
El exe quedo, y sin mudanza alguna.
Esta que no halla mal que le suceda,
Ni le teme atrevida y arrogante,
Prodiga siempre, venturosa y leda:
Es la que con disignio extravagante
Dió en crecer poco á poco hasta ponerse
Qual ves en estatura de gigante.
No dexa de crecer por no atreverse
A emprender las hazañas mas notables,
Adonde puedan sus estremos verse.
No has oido decir los memorables
Arcos, anfiteatros, templos, baños,
Termas, porticos, muros admirables:
Que á pesar y despecho de los años,
Aun duran sus reliquias y entereza,
Haciendo al tiempo y á la muerte engaño?
Yo, respondi por mí, ninguna pieza
Desas que has dicho, dexo de tenella
Clavada y remachada en la cabeza.
Tengo el sepulcro de la viuda bella,
Y el Coloso de Rodas alli junto,
Y la lanterna que sirvió de estrella.
Pero vengamos de quien es al punto
Esta, que lo deseo. Haráse luego,
Me respondió la voz en baxo punto.
Y prosiguió, diciendo: á no estar ciego
Huvieras visto ya quien es la dama:
Pero enfin tienes el ingenio lego.
Esta que hasta los cielos se encarama
Preñada, sin saber como, del viento,
Es hija del deseo y de la fama.
Esta fue la ocasion y el instrumento
En todo y parte de que el mundo viese
No siete marabillas, sino ciento.
Corto numero es ciento: aunque dixese
Cien mil y mas millones, no imagines,
Que en la cuenta del numero excediese.
Esta conduxo á memorables fines,
Edificios que asientan en la tierra,
Y tocan de las nubes los confines.
Esta tal vez ha levantado guerra,
Donde la paz suave reposaba
Que en limites estrechos no se encierra.
Quando murió en las llamas, abrasaba
El atrevido fuerte brazo y fiero,
Esta el incendio horrible resfriaba.
Esta arrojó al Romano caballero
En el abismo de la ardiente cueva,
De limpio armado, y de luciente azero.
Esta tal vez con marabilla nueva,
(De su ambiciosa condicion llevada)
Mil imposibles atrevida prueba.
Desde la ardiente Libia hasta la helada
Citia lleva la fama su memoria,
En grandiosas obras dilatada.
Enfin ella es la altiva vanagloria,
Que en aquellas hazañas se entremete,
Que llevan de los siglos la vitoria.
Ella misma á sí misma se promete
Triunfos y gustos, sin tener asida
A la calva ocasion por el copete.
Su natural sustento, su bebida,
Es aire, y asi crece en un instante
Tanto, que no hay medida á su medida.
Aquellas dos del placido semblante
Que tiene á sus dos lados, son aquellas
Que sirven á la maquina de Atlante.
Su delicada voz, sus luces bellas,
Su humildad aparente, y las lozanas
Razones, que el amor se cifra en ellas,
Las hacen mas divinas que no humanas,
Y son, (con paz escucha y con paciencia)
La adulacion y la mentira hermanas.
Estas están contino en su presencia,
Palabras ministrandole al oido,
Que tienen de prudentes aparencia.
Y ella qual ciega del mejor sentido,
No ve que entre las flores de aquel gusto,
El aspid ponzoñoso está escondido.
Y asi arrojada con deseo injusto
En cristalino vaso prueba y bebe
El veneno mortal, sin ningun susto.
Quien mas presume de advertido, pruebe
A dexarse adular, verá quan presto
Pasa su gloria como el viento leve.
Esto escuché: y en escuchando aquesto,
Dió un estampido tal la gloria vana,
Que dió á mi sueño fin dulce y molesto.
Y en esto descubrióse la mañana,
Vertiendo perlas y esparciendo flores,
Lozana en vista, y en virtud lozana.
Los dulces pequeñuelos ruiseñores
Con cantos no aprendidos le decian
Enamorados della mil amores.
Los silgueros el canto repetian,
Y las diestras calandrias entonaban
La musica, que todos componian.
Unos del esquadron priesa se daban,
Porque no los hallase el dios del dia
En los forzosos actos en que estaban.
Y luego se asomó su señoria,
Con una cara de tudesco roja,
Por los balcones de la aurora fria.
En parte gorda, en parte flaca y floja,
Como quien teme el esperado trance,
Donde verse vencido se le antoja.
En propio toledano y buen romance
Les dió los buenos dias cortesmente,
Y luego se aprestó al forzoso lance.
Y encima de un peñasco puesto enfrente
Del esquadron, con voz sonora y grave
Esta oracion les hizo de repente.
O espiritus felices, donde cabe
La gala del decir, la sutileza
De la ciencia mas docta que se sabe!
Donde en su propia natural belleza
Asiste la hermosa poesia
Entera de los pies á la cabeza!
No consintais por vida vuestra y mia,
(Mirad con que llaneza Apolo os habla)
Que triunfe esta canalla que porfia.
Esta canalla digo que se endiabla,
Que por darles calor su muchedumbre,
Ya su ruina, ó ya la nuestra entabla.
Vosotros de mis ojos gloria y lumbre,
Faroles do mi luz de asiento mora,
Ya por naturaleza, ó por costumbre,
Haveis de consentir que esta embaidora,
Hipocrita gentalla se me atreva,
De tantas necedades inventora?
Haced famosa y memorable prueba
De vuestro gran valor en estehecho,
Que á su castigo y vuestra gloria os lleva.
De justa indignacion armad el pecho,
Acometed intrepidos la turba,
Ociosa, vagamunda, y sin provecho.
No se os dé nada, no se os dé una burba,
(Moneda Berberisca, vil y baxa)
De aquesta gente, que la paz nos turba.
El son de mas de una templada caja,
Y el del pifaro triste y la trompeta,
Que la colera sube, y flema abaxa;
Asi os incite con virtud secreta,
Que despierte los animos dormidos
En la facion que tanto nos aprieta.
Yá retumba, ya llega á mis oidos
Del esquadron contrario el rumor grande,
Formado de confusos alaridos.
Ya es menester, sin que os lo ruegue, ó mande,
Que cada qual como guerrero experto,
sin que por su capricho se desmande,
La orden guarde y militar concierto,
Y acuda á su deber como valiente
Hasta quedar, ó vencedor ó muerto.
En esto por la parte de poniente
Pareció el escuadron casi infinito
De la barbara, ciega, y pobre gente.
Alzan los nuestros al momento un grito
Alegre, y no medroso; y gritan, arma,
Arma resuena todo aquel distrito;
Y aunque mueran, correr quieren al arma.
VIAGE AL PARNASO.
Tu, Beligera musa, tú, que tienes
La voz de bronce, y de metal la lengua,
Quando á cantar del fiero Marte vienes:
Tú, por quien se aniquila siempre y mengua
El gran genero humano: tú, que puedes
Sacar mi pluma de ignorancia, y mengua:
Tu, mano rota, y larga de mercedes;
Digo en hacellas: una aqui te pido,
(Que no hará que menos rica quedes.)
La soberbia y maldad, el atrevido
Intento de una gente mal mirada
Ya se descubre con mortal ruido.
Dame una voz al caso acomodada,
Una sotil y bien cortada pluma,
No de aficion, ni de pasion llevada.
Para que pueda referir en suma
Con purisimo y nuevo sentimiento,
Con verdad clara, y entereza suma,
El contrapuesto y desigual intento
De uno y otro esquadron, que ardiendo en ira,
Sus vanderas descoge al vago viento.
El del vando catolico, que mira
Al falso y grande al pie del monte puesto,
Que de subir al alta cumbre aspira;
Con paso largo, y ademan compuesto,
Todo el monte coronan, y se ponen
A la furia, que en loca ha echado el resto.
Las ventajas tantean, y disponen
Los animos valientes al asalto,
En quien su gloria y su venganza ponen.
De rabia lleno y de paciencia falto
Apolo su bellisimo estandarte
Mandó al momento levantar en alto.
Arbolole un MARQUES, que el propio Marte