« Quiso elDiablo que sucediera lo otro. »—« Satanás me ha escondido el ovillo,las tijeras ó la aguja. »—« Me tentó el Demonio, y dije aquello ó hicelo de más allá. »—« Hoy tengo los Malos en el cuerpo. »—« Fulano es elenemigo..... »
Estas y otras parecidas frases no se caen nunca de suslabios, y, al propio tiempo, pónele la cruz á Luzbel, ó se santiguaestremeciéndose, ó dice « ¡Ave María Purísima! »
por vía de exorcismo ydesinfectante.—Y, sin embargo, en todo esto no hay nada demaniqueísmo, sino ortodoxia pura.
En lo que no hallo tanta ortodoxia, bien que tampoco intención herética,es en las preocupaciones y supersticiones que abriga respecto á laexistencia y poder de otros seres no mencionados en el Catecismo. Lamitad de las mujeres de la Provincia, sobre todo las de los pueblospequeños, creen á puño cerrado en duendes, brujas, hechiceros, fantasmasy aparecidos. De aquí un miedo espantoso á los muertos, y de aquítambién el que haya casas cerradas en que no se atreve á vivir nadie,por ser cosa sabida que ¡á media noche!
óyense en ellas extraños ruidos,particularmente de cadenas.—Esta credulidad, de que nunca participaronlas personas verdaderamente cultas, va cediendo también hoy en el ánimode las indoctas, pero no así la fe en innumerables agüeros, talismanes,amuletos, cábalas y untos,
de
aplicación
medicinal
y
moral,
para
cuyaenumeración y recetario sería preciso escribir un tomo en folio.
Por lo demás, la Granadina es asidua al templo, lo mismo en la capitalque en la última aldea; frecuenta el confesonario; da mucha limosna, yhace y cumple infinidad de promesas ó votos, como romper (ó sea usarhasta que se rompe) un hábito de tal ó cual Orden monástica, no comerpostres, pagar misas, llevar velas á las sagradas imágenes, andardescalza, recorrer de rodillas iglesias enteras, rezar muchas partes deRosario, etc., etc.
También tiene gran devoción á los santos y santas de la corte celestial;mas no á todos en idéntico grado ó con igual confianza en supoderío.—Quiero decir que prefieren entenderse con tal ó cualbienaventurado, según que lo juzgan más ó menos milagroso.—Pero estoacontece en todas partes.
Volviendo ahora á su adoración especial hacia María Santísima, diré comoejemplo, y para concluir en este punto, que no es dado formarse idea denada tan tierno, tan expresivo, tan conmovedor, como los agasajos,fiestas y ovaciones que granadinos y granadinas hacen á la Virgen de lasAngustias, patrona de la capital. Quien no haya visto, después decualquier calamidad pública, trasladar en triunfo aquella célebreimagen, desde la Catedral, donde se llevó en rogativa, á su casa (asíse designa su templo), no puede saber hasta dónde llega el sublimefrenesí de un pueblo exaltado por la piedad; y quien haya presenciadotal espectáculo sin derramar, aun siendo de la cáscara amarga,lágrimas tan copiosas como las miserias de esta vida, no tiene corazónni alma de hombre.
CAPÍTULO IV
LA GRANADINA EN EL HOGAR DOMÉSTICO
Echada la sonda en la imaginación y en el corazón de nuestra heroína, yconociendo, como ya conocemos, la índole y la profundidad de su fantasíay de sus creencias, se ha simplificado mucho la tarea de estudiarla, ypodemos proceder á analizar sus costumbres rápida y objetivamente.
Principiemos por desenvolver este
AXIOMA
La Granadina es la señora de su casa.
En efecto: la mujer de aquella tierra manda en jefe en el hogar, dondeejerce de hecho y de derecho una autoridad superior á la del hombre. Ladoctrina evangélica que rehabilitó á la hembra, ha sido cumplida allícon exceso, por lo menos en esta parte. Y es que el granadino, porpasión ingénita ó genérica, y por galantería característica, ha hecho dela mujer un ídolo, en lugar de hacer una compañera. Puede decirse queella es la reina del palenque en que lucha el varón toda su vida. Paraella y por ella quiere ser guapo, elegante, valiente, rico, poderoso.Ella es á un tiempo juez y premio del torneo. La opinión de los hombres,criterio del honor en todos los países, no les importa tanto á los hijosde Granada como la opinión de las mujeres, criterio que aquilata elmérito y el demérito con relación al amor.
Cierto que algunas veces el esposo maltrata á la esposa, la pega y hastala mata; pero nunca la desprecia..... ¡Es que el pobre hombre tienecelos, ó es, más generalmente, que de vez en cuando se le ocurre, como álos pueblos, sacudir la tiranía! Empero el tirano (quiero decir, lamujer) aguanta el pujo; deja pasar la tormenta, y vuelve á imperar sobreel rebelde....., que entonces las paga todas juntas.—Vemos así quemuchas mujeres de la clase y condición en que funcionan las manos ó lavara del marido, suelen quejarse amargamente de que éste haya renunciadopor completo á sacudirles el polvo; pues entonces es cuando se creenverdaderamente destronadas.....
Por lo demás, la Granadina, desde que se constituye en esposa, adoptavoluntariamente algo de la manera de vivir de las orientales.—Dígolo,porque se encastilla en el hogar, bien que sólo con el objeto dedirigirlo, de gobernarlo, de monopolizarlo. Del tranco de la calle paraadentro, el marido no dispone de cosa alguna; suele no saber lo quesucede; cuando más, indica su opinión; y la mujer determina, decide,concede ó niega. Por regla general, ella es la depositaria del dinero,y, por regla universal, la distribuidora.—Habrá familias que vivan á lafrancesa, ó fuera de la ley de Dios, y con las cuales no recen, porconsiguiente, estas bases. ¡Prescindamos de semejantes excepciones! Lanorma es la que digo.—Y aun hay más. El hombre en sus negocios de lacalle, en los asuntos relativos á su profesión ó á su hacienda, noresuelve nada medianamente
importante
sin
consultarlo
con
la
señora(que así se llama la que usa vestido), ó con la parienta (que así sedenomina si usa zagalejo). ¡Y estas no son debilidades del ordeníntimo ó privado, sino legítimas deferencias que proclaman en alta vozlos maridos como la cosa más natural del mundo!.....
En cambio, la mujer, dentro de la casa, á puerta cerrada, trabaja cuantohumanamente puede, á veces más de lo que nadie imaginaría, atendida laposición social de la señora.—
En este punto es La perfecta casada de Fr. Luis de León.
No sólo la muy pobre, sino también la que vive conalgún desahogo, y hasta muchas acomodadas, naturalmente hacendosas, óque precaven el porvenir economizando, para sus hijos, barren, limpian,cosen, planchan, lavan, friegan, amasan, guisan, crían gusanos de seda ycuidan á los niños (todo al par que la criada y por ahorrarse de tomarotra), sin contar con que, cuando se ocurre, le sirven la comida á suesposo, al mismo tiempo que ellas comen aparte, yendo y viniendo á lahornilla, con la majestad de antigua matrona que diera hospitalidad á unperegrino, ó con la humildad de una reina en Jueves Santo.
Lo que la Granadina no hace nunca.....—Pero esto que voy á decir merecefigurar como
AXIOMA
La Granadina no cultiva el campo.
¡Ah! lo contrario sería un deshonor para el más pobre labriego. ¡Sumujer no es una negra!—Él ara, siembra, labra, coge, trilla, riegacon todo el sol canicular, con hielos y nieves, con el agua á lacintura, sin reparar en su comodidad ni en su salud..... ¡Pero trabajar ella delante de gente! ¡Hacer lo que puede hacer un mozo, unpeón....., y, si no hay peón ni mozo, él mismo, á costa de un poco másde fatiga!..... ¡En manera alguna!
No sin orgullo consigno esta observación (aplicable á todas nuestrasprovincias meridionales), advirtiendo de paso á las granadinas, para quese lo agradezcan á los granadinos, que en otras regiones de España y enlas más cultas naciones de Europa sucede todo lo contrario: la mujer delcampesino labra la tierra, y el hombre se las compone en el hogar.—¡Yasí anda ello!
Lo que sí hace la Granadina en el campo es espigar.—
Pues ¿qué esespigar?—Espigar es hacer uso de un gracioso derecho que cristianamenteconcede el más pobre labrador á las mujeres necesitadas (y sólo á lasmujeres) de entrar en su heredad, de donde ya se han sacado los haces, árebuscar y apropiarse las espigas que han quedado desperdigadas en elrastrojo.—¡Después de la galantería, la caridad erigida en leyconsuetudinaria! ¡Muchas leyes como ésta nos diera Dios! ¡Algo másmedrado andaría nuestro siglo!.....—Pero doblemos la hoja.
AXIOMA HASTA CIERTO PUNTO
La Granadina es lujosísima en la calle.
Ni el marido ni el padre reparan en su propia persona, con tal que laesposa ó la hija vista « como corresponde»: y siempre correspondevestir mejor de lo que buenamente se puede.—El traje pontifical de lamujer, y no el del amo de la casa, representa la clase social de lafamilia. Un hombre rico ó linajudo podrá descuidarse en el vestir, usarropa como de artesano ó de labrador; abandonar para in æternum elfrac, la levita y hasta el sombrero de copa; pero la señora de la casano saldrá nunca á la calle sino de tiros largos, con arreglo áordenanza, « como quien es», según dice ella enfáticamente.
En compensación, de puertas adentro, lleva demasiado lejos el negligé,que en España llamamos trapillo, con tal de que la casa ofrezca unaspecto irreprochable.....—Digamos, pues, que nuestra perfecta casada es objetivamente limpia hasta un extremo increible..... Los muebles,los utensilios de cocina (de los cuales tiene repetidas baterías de lujoque no sirven nunca), los techos, las paredes, los suelos, brillansiempre como el oro. « ¡En los ladrillos de mi casa se pueden comermigas! » dice con muy fundado orgullo.—
Si, en cambio, no todas aquellasmujeres de bien se distinguen por una completa ó total limpieza subjetiva, cúlpese al Sr. D. Felipe II, que dictó cierta endiabladapragmática, prohibiendo á los moriscos y moriscas de Granada el pícarouso de los baños domésticos.
OTRO AXIOMA
La Granadina, en general, recibe y hacemuy pocas
visitas.
Por lo común, se pasa toda la semana sin poner un pie en la calle y sinque ninguno de fuera pise su casa, como no sea algún pariente muycercano.—En toda la provincia escasean las tertulias en que se reunanseñoras.—Si éstas pasean, es en domingo, y eso en la capital.—En laspoblaciones subalternas se necesita que repiquen más gordo.....—Pero yavolveremos sobre esto.
Entretanto, allá van algunos
NUEVOS AXIOMAS
La Granadina es floricultora, domadorade gatos y
domesticadora de canarios.
Recomiendo á los pintores de género el insondable cuadro de una deestas mujeres de su casa, sentada al lado de un balcón, lleno demacetas floridas, entre una manada de gatos enroscados á sus pies, ymedia docena de canarios enjaulados sobre su cabeza.—Con esto y con sufértil aventurera imaginación, tiene bastante una hija de Granada parano estar nunca sola.
El gato, la flor, el canario y la mujer..... ¡qué cuarteto!
La Granadina es herbívora, vinífobay gazpacháfaga.
Es herbívora: esto es, se alimenta principalísimamente de vegetalescocidos, fritos, asados ó crudos. Cierto que acepta las sustanciasanimales inherentes al puchero, pero es como precepto medicinal másque como verdadera satisfacción. Y
fuera de esto y de algún huevecillo,seguro está que ninguna Granadina se recete motu proprio otrosmanjares que ensaladas, ensaladillas y ensaladetas, en cuyo ramo suinventiva es inagotable. Pasarán de doscientas ¡vaya si pasarán! lascombinaciones que sabe hacer de aceite, vinagre y sal, con todas lashierbas del campo.—Y
entiéndase que en la palabra hierbas incluyotodo lo que, según el Diccionario, es legumbre, todo lo que eshortaliza, y además muchos frutos y frutas. Porque hay ensalada depimientos y tomates, y de tomate crudo y solo, y de pepino, y decalabaza, y de cardo, y de patata, y de remolacha, y de escarola, y dejudías, y de apio, y de pero, y de lechuga, y de coliflor, y de cebolla,y de granada, y de manzana, y de naranja, y de todo lo nacido.—¡Ah!¡Se me olvidaba!—« De la mar los boquerones..... (la Granadina rindeeste tributo de respeto á Málaga) sobre todo, fritos, de noche, conensalada de escarola.»—Pero hablarle á la Granadina (exceptuamos á lasafrancesadas) de beefsteak ó de roastbeef, equivale á hablarle deherejes y de judíos.
Es vinífoba.—Explicación: nunca prueba el vino, como no sea muy dulce,en una broma de rompe y rasga, y considerándolo la más atroz de lastravesuras. Pero en la mesa, á pasto, como en otras provincias de Españay como en los demás pueblos extranjeros....., ¡jamás!—Verdad es quetampoco los granadinos, hasta hace muy poco tiempo, y salvas ligerasexcepciones, habían visto el vino sobre su mesa. Y todavía, fuera de lacapital, es esto verdaderamente extraordinario.—¡Sin embargo, laprovincia, según datos estadísticos, resulta aficionada, muy aficionada,demasiado aficionada!.....—Pero
se
bebe
como
se
peca,
á
solas,clandestinamente.....—« El vino..... ¡en la taberna! » le dice la mujeral marido. Y en seguida le elogia la limpidez, la baratura y lasvirtudes higiénicas del agua, « creada por Dios para que no se bebavino».
Es gazpacháfaga.....—¿Y quién no lo es en aquel país?
¡Desde el Prócery el Prebendado hasta el mendigo, en diciendo que llega Mayo, todo elmundo se administra, cuando menos, un gazpachillo por día!—LaGranadina-tipo se administra dos ó tres: lo toma antes del puchero; lotoma entre comidas; lo toma antes de acostarse..... Ni ¿qué fuera delgénero humano sin el gazpacho,
En
aquella
tierra,
Con
aquel
calor,
Donde
tan
temprano
Sale siempre el sol?
La Granadina es honesta, y en ningún casoescandalosa.
En Granada, por la misericordia de Dios, todavía está de moda la virtudde las mujeres..... Quiero decir que la opinión pública no tolera elpecado, ni transige con las pecadoras.....
Son,
pues,
ellas
buenas
porinnata
circunspección y acendrada religiosidad, y al mismo tiempo porqueles es indispensable para vivir entre las gentes; y de aquí resulta quesu rigor y severidad, no sólo impiden la falta propia, sino también lafalta ajena. ¡La delincuente, en aquel país, no está dentro del derechocomún, como en esta Villa y Corte y como en otras varias partes! ¡Pecaren aquella provincia es para la hija de Eva colocarse fuera de la ley,incomunicarse con la sociedad, aislarse como una leprosa!—Quizás poresto mismo tampoco sirve allí de timbre y loor á un hombre el ser un D.Juan Tenorio ó cosa parecida. ¡Todo el mundo detesta y condena al infameque sedujo á una joven en estado de merecer, perdió á la mujer delprójimo ó dejó abandonada á la suya!—¡Dure mucho en mi amada tierraeste sentido moral! Cuando él falta, los pueblos más prósperos son unarepugnante sentina.—Dígalo París.
Y aquí concluyen las generales de la ley de todas lasGranadinas.—Examinemos ahora los caracteres que las diferencian entresí, según que viven en la Capital, en las poblaciones subalternas ó enel campo, y según que pertenecen á la aristocracia, á la clase media óal pueblo.
Pero examinémoslas confundidas unas con otras, pues todaclasificación regular, ordenada y simétrica, está reñida con el Arte.
CAPÍTULO V
GALERÍA DE GRANADINAS
¿Quién no conoce y admira á Granada, aunque no la haya visitadonunca?—Creo, pues, innecesario repetir aquí lo que han escritoChateaubriand, Zorrilla, Teófilo Gautier, Washington Irving y otros milliteratos, y me limitaré á deciros que, por lo que yo he visto, por loque he leído y por lo que me han contado de cuanto hay en el globo, noexiste teatro mejor dispuesto para el sueño del amor y la apoteosis dela mujer que aquel en que vamos á contemplar ahora á nuestra heroína.
Allí podemos verla de paseo amatorio, por la tarde, en la primavera,bajo las sombras paradisíacas de La Alhambra; ó en excursiónhigiénica, el verano, al amanecer, por la amenísima y misteriosa cuencadel Dauro ó Deoro, en busca de la fuente del Avellano; ó, en trende merienda, por las fértiles huertas de los Callejones de Gracia, conpresupuesto de cerezas, habas verdes ó lechugas, para engañar unostípicos bollos de pan de aceite. Allí podemos admirarla cuando cruza encarretela bajo las célebres alamedas del Salón y de la Bomba, entreperpetuos verjeles; ó cuando echa pie á tierra y luce su garbo y suelegancia por la alegre Carrera de Genil, frente á la cual sonríenembelesadas las eternas nieves de la vecina Sierra, que parece toca unocon la mano; ó bien la encontramos asomada, como una flor más, á unbalcón natural de rosas y alelíes, en aquellos cármenes escalonados porlas laderas de todas las colinas, desde cuyas alturas corren, triscan ysaltan mil arroyos bullidores, como otros tantos duendes que minan loscerros, las calles y las casas de la ciudad, creando pensiles en todaspartes. Allí podemos acompañarla, finalmente, en su constanteperegrinación artística, subiendo por la Cuesta de los Molinos, porlas Vistillas de los Ángeles, por el Campo del Príncipe y por la Cuesta de San Cecilio, á buscar los sublimes panoramas que sedescubren desde los Mártires ó desde Torre Bermeja, para ir luego ávisitar las maravillas del Palacio encantado de Alhamar el Magnífico, ydel aéreo, quimérico Generalife, asilos perdurables de poéticosensueños..... Y en todos estos parajes veremos á aquella mujer, tansensible y reflexiva, tan amante y soñadora, siempre al través delprisma de colores de una flora inagotable, siempre al son del canto delruiseñor, siempre oyendo bajo nuestros pies, sobre nuestra cabeza y ánuestro lado, el rumor melancólico del agua, reluciente ú oculta,despeñada ó juguetona, y siempre entre la magia de los recuerdoshistóricos, de los primores artísticos, de las tradiciones románticas,de las solemnidades religiosas y del patético gemido que exhala todo lodecadente, todo lo desgraciado, todo lo que pasó..... como pasa nuestravida.....
*
* *
Conque vedla, ¡sí, vedla! ¡Saludad á la Granadina de Granada bajocualquiera de las formas en que aparece á nuestros ojos!
Ya es la noble, la distinguida, la delicada aristócrata de aquellatierra clásica de lo regio..... Ésta va en coche.
Ya es la sílfide que apenas huella la tierra con sus menudos pies; laideal y elegante dama ó señorita de la clase media, de cultas formas ygentiles pensamientos.....—
¡Canela pura!
Ya es la graciosa, y fina, y seria doncella del pueblo, silenciosa yexpresiva como las flores con que adorna su reluciente peinado.....
Pero siempre halláis la misma mujer exquisita, de fibra superior, deinmaterial belleza que directamente os habla al alma; más insinuante quefascinadora, más á lo Murillo que á lo Ticiano, más de Calderón que deLope, más de Cleómenes que de Fidias.
Sí: cualquiera que sea su clase, la Granadina resulta siempre aseñorada y sentimental, al propio tiempo que dulce, risueña yrecatadamente voluptuosa. No chisporrotea en ella la sangre, como en lasandaluzas oficiales de otras comarcas; pero su imaginación, sus nervios,la médula de sus huesos, los suspiros de su boca, son amor y sóloamor.....
No me preguntéis por las facciones de su cara, ni por las dimensiones desu cuerpo..... Allí, como en todas partes, per troppo variar natura ébella..... Hay, pues, Granadinas morenas y Granadinas blancas; de pelonegro, de pelo castaño y de pelo rubio; altas y bajas; delgadas ygordas; feas y bonitas.—Sépase, empero, que el tipo general ygenuino, el arquetipo, el dechado, no es alto y recio como el de lahermosa cariátide vascongada, por ejemplo; ni fresco y amplio como el delas mujeres de Rubens; ni pequeño y pardo como el de las hijas delinterior de España: sépase también que las bellas están en Granada enmayoría, y sépase, en fin, que casi todas tienen poco hueso, piediminuto, provocativo talle, la color algo quebrada, rasgados
ojosobscuros
y
sus
indispensables
interesantísimas ojeras.—Decir que haymás morenas que rubias, fuera ocioso, tratándose de Andalucía; pero sumoreno es esclarecido, como el de las legítimas venecianas. Sin embargo,en el Albaicín abunda un tipo hechicero y rarísimo en España: la mujerblanca como la nieve y con el pelo negro como el azabache.....—
¿Serándescendientes de odaliscas circasianas de los últimos harenes moros?
*
* *
Pasemos á la parte indumentaria.
La dama de la alta sociedad y la acomodada de la clase media visten comodetermina mensualmente el figurín de París, ni más ni menos. Excusadoes, por consiguiente, buscar nada local, nada típico en su traje..... Eneste punto, ver
á
una
elegante
madrileña
es
ver
á
una
elegantegranadina.
La mujer de las clases populares no tiene tampoco traje característico;pero su toilette de gala, aunque poco singular, es bastante graciosa:zapato bajo, negro ó color claro; media blanca: vestido entero depercal, casi rayando con el suelo, adornado con uno ó más volantes de lamisma tela; pequeño delantal negro; un pañolillo de vivos colores,cruzado sobre el pecho, dejando adivinar todas las primorosas líneas deltalle; y, finalmente, otro pañuelo de seda, llamado de la India,también muy vistoso, doblado diagonalmente, prendido sobre la cabeza conun alfiler y atado debajo de la barba.....—Este tocado, merced áciertos picarescos fruncidos y dobleces, llega á dar al óvalo del rostroun carácter confuso, entre monjil y judaico, de irresistiblecoquetería.....,
cuando
la
interesada
es
interesante.
Hasta aquí la capital.—En los pueblos, el traje de las campesinas varíamucho, pero siempre sobre la base de un jubón negro de anascote. Lafalda va aparte, y es de coco, indiana ó percal. En algunas villas sólolas hay de picote listado. De todos modos, la elegancia rural consisteen colgarse cuantos refajos y enaguas se poseen, aunque sean cincuenta.
Las lugareñas de más tono usan mantilla sin velo ni blondas, esto es,una gran tira de franela negra, con anchas franjas de terciopelo. Lasmuy pobres, hacia Levante, llevan el mantón doblado en triángulo,pendiente de la cabeza, lo que les ahorra otro pañuelo y les da un airemíseramente africano. En la Alpujarra, las cortijeras se echan sobre lacabeza la saya á guisa de manto, y, como la saya está forrada deamarillo, y el refajo es encarnado, ofrecen á distancia, en aquellosásperos montes, un aspecto interesantísimo. Por último: en variospueblos las mujeres de todas clases gastan medias negras, á excepción dela hija del sacristán, que usa medias blancas, y á excepción también delas infelices que no tienen medias.
*
* *
Volviendo á las señoras de las clases acomodadas, y especialmente á lasaristócratas, hay que aplicar á sus costumbres externas, ó sea á sushábitos, lo mismo que hemos dicho de su traje: son una repetición exactade los hábitos de la alta sociedad madrileña. De consiguiente, sushoras, sus gustos, sus esparcimientos, sus modales, sus opiniones sobretodas las cosas que no son del alma, se arreglan al meridiano de París.Y contra toda herejía importante en esta delicada materia las aseguran ygarantizan sus frecuentes viajes á la corte, y alguno que otro áBayona.—Inútil es añadir que cada recién llegada de Francia ejerce unaespecie de dictadura durante dos ó tres meses.
Para la aplicación y ostentación de estas mudables reglas de buen tono,cuentan las elegantes de Granada con bastantes coches propios, con dosteatros, con excelentes modistas, con baños de mar en la cercana costa,con su correspondiente Junta de Damas de Beneficencia, y con unadeliciosa Rifa de la Inclusa, en público, en una gran tienda decampaña colocada en el paseo del Salón, durante las famosas fiestasdel Corpus; tienda que es una copia en miniatura del Paraíso deMahoma, por lo que respecta á la hermosura de las huríes que premianallí las buenas acciones de los héroes. La Plaza de Toros funcionapocas veces, pero, cuando funciona, las Granadinas se acuerdan de queson andaluzas, y dejan el pabellón nacional bien puesto. (Ya sabemos queeste pabellón es la mantilla blanca.) También he indicado que en Granadahay pocas tertulias q