Viajes por Filipinas: De Manila á Tayabas by Juan Álvarez Guerra - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

CHAPTER XII

CAPÍTULO XII.

Estancia en Tayabas.—El archivo del Gobierno.—Trabajos preparatoriospara girar una visita á la provincia.—Preliminares de quintas yelecciones.—Andoy.—Laboriosidad y mutismo.—El 1.° de Abril.—Salidade Tayabas.—El río Alitao.—Barrio de

Muntingbayan

.—Camino deTayabas á Sariaya.—El gobernador D. José María de la O.

Mi estancia en Tayabas se prolongaba mucho más de lo que yo me propuse.

Dos años largos hacía que salí de Manila y residía en aquelpueblo. Sus costumbres, su manera de ser, sus campos, su industria,su agricultura, sus edificios, y hasta el nombre de sus habitantesme eran conocidos. El archivo del Gobierno—que dicho sea de paso,es de los más ricos y ordenados que conozco—me fué franqueado,y no había estante, tabla, ni legajo, que no hubiese registradotomando luminosas notas y curiosísimos apuntes de la provincia. Unode los días que me ocupaba con gran afán ayudado del bueno de Andoy,oficial encargado del archivo, en la busca de un dato estadísticoque me faltaba, fuí sorprendido por mi querido amigo el Alcalde.

Era á fines del mes de Marzo, y se tenían sobre la mesa todos lostrabajos preparatorios para verificarse en la provincia las quintasy elecciones de gobernadorcillos y demás cargos del municipio.

Nada faltaba. Las listas de mozos sorteables, los reglamentos, lasactas, y cuanto hacía falta lo tenía Andoy perfectamente clasificadoy ordenado. No restaba más que el Alcalde señalase día de salida paraformar los itinerarios, y avisar á los pueblos.

Al hablar de las oficinas del Gobierno de Tayabas, es imposible dejarde consagrar un recuerdo á Andoy. Andoy está tan identificado con losestantes del archivo, que estoy seguro moriría de nostalgia el día quese le separara de ellos. A su vista aprendió á escribir, y entre suslegajos pasó de la niñez á la juventud, y de esta á la vejez. Más detreinta años lleva manejando aquellas carpetas que jamás han estadoempolvadas, merced al cuidado y cariño con que son tratadas. ParaAndoy no hay más allá que su oficina, esta constituye su hogar,sus goces y sus distracciones. La palabra mañana aplicada al trabajole es desconocida, pues jamás dejó para

luego

lo que debe hacersehoy. Andoy no habla, obra. Se le da una orden, y la cumple sin quejamás haga una observación. Al entrar una persona en sus dominios lamira por cima de sus dorados anteojos, contesta á los buenos días conun movimiento de cabeza si le es desconocida, y con una dulce sonrisasi es de su afecto, y después de este ligerísimo paréntesis su caraadquiere la severidad oficial de que está revestido, y continúa sutrabajo esté quien esté en el despacho. Cuando se le habla, escucha;y cuando concluye de escuchar, busca un papel, hojea una

Gaceta

ó abre un libro, y contesta con el texto, mas pocas ó raras vecescon la lengua.

Después de inspeccionar el Alcalde todos los trabajos y ver nadafaltaba, dió orden de que el 1.° de Abril saldría de Tayabas á lascuatro de la tarde, con dirección á Sariaya.

Mientras Andoy extendía los oficios, mi buen amigo me invitó á que leacompañara en la visita de la provincia, invitación que desde luegoacepté con muchísimo gusto.

Ya había oído que la salida sería á las cuatro de la tarde del día 1.°de Abril, y estábamos á 28 de Marzo, de modo que no había tiempo queperder, pues demasiado sabía que una vuelta á la provincia de Tayabasrequiere algunos preparativos, por más que yendo con el jefe de laprovincia poco podría faltarnos.

Ocupado en registrar escopetas, hacer cartuchos, ordenar apuntes y darla última mano á las maletas, llegó la mañana del día 1.°, y con ellala animación propia de un pueblo que rompe con su habitual monotonía. Alas doce llegaron á caballo frente la casa real, el Gobernadorcillode Sariaya y principales que nos habían de acompañar. A las cuatroen punto me ofreció el Alcalde un sitio en su coche, y precedido dediez y seis cuadrilleros á caballo, armados de lanzas y seguidos demás de doscientos principales de Sariaya y Tayabas, emprendimos lamarcha á los acordes de la música que nos despedía.

Dejamos la calle Real, y tan luego pasamos el amplio pretil delconvento, entramos en el sólido puente que se levanta sobre el ríoAlitao. Este divide la población con Muntingbayan, primer barrioque se encuentra yendo á Sariaya y adonde va afluyendo el vecindariode Tayabas. En dicho barrio, y á la derecha del camino se halla unaespaciosa capilla abandonada. La solidez de la obra, toda de magníficossillares y la amplitud de la nave nos hizo sentir el injustificadoestado en que se encuentra aquel edificio que á poca costa podríahabilitarse y dársele aplicación.

El camino de Tayabas á Sariaya está en muy buen estado. A uno y otrolado se ven magníficos cocales y extensos terrenos, tanto de secanocomo de regadío, perfectamente labrados para la siembra de palay.

El cultivo de la tierra mantiene cerca de ella á sus dueños que vivenen pintorescas y limpias casitas.

A más del puente de Muntingbayan son muy notables y dignos de citarseen este camino el de Isabel II, levantado sobre el río Iyam—su primerapiedra la puso el inolvidable Gobernador, D. José María de la O., el 15de Marzo de 1852, y la última el 6 de Julio del siguiente año,—el deUrbistondo sobre el río Malaoa

y el de D. Francisco de Asís que unelas altas rocas entre las que corre el pintoresco cáuce del tortuosoy agreste

Domoit

. El puente de Urbistondo se terminó el 31 de Juliode 1854, y el de D. Francisco de Asís el 15 de Octubre del mismo año,habiendo entrado en la fábrica de aquel 10.651 sillares de piedra yen la del último 9.967, según se lee en los datos que he recogido desus planos. Excuso decir, que tanto estas obras como la mayoría delas que se encuentran en la provincia, son hechas bajo la inmediatadirección de los gobernadores con el empleo del trabajo comunal.

A los cuarenta y cinco minutos de marcha, dimos vista al bonito ypintoresco pueblo de Sariaya, en cuyos

bantayanes

nos esperaba lamúsica, la que nos acompañó hasta el Tribunal provisional.

El trayecto entre Tayabas y Sariaya es de 11 km.