Viajes por Filipinas: De Manila á Tayabas by Juan Álvarez Guerra - HTML preview

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CHAPTER XVIII

CAPÍTULO XVIII.

Gumaca.—Su antigüedad.—Su

situación.

—Águilasimperiales.—Castillos de Santa María, San Diego, San Sebastiány San Miguel.—

Estadística.—Saqueo, incendio y peste.—Libroscanónicos.—Reminiscencias valencianas.—Una velada en lasruinas.—Recuerdo glorioso.—Productos.—De Gumaca á Atimonan.—Unamadera incorruptible y un hongo fosforescente.—Kiosco en elcamino,—Grupos fantásticos.—Compañía no buscada.—Ninay.—Unapresentación por medio de un cigarro.—El Moro

y elRosillo.—Atimonan.—Su historia, sus productos y su estadística.—Unbailujan, un regalo y una promesa.—El correo.

Gumaca es uno de los pueblos más sanos y mejor situados de los quebañan las aguas del Pacífico en las costas de Tayabas. Su fundación nohemos podido comprobarla, debiendo ser muy antigua, puesto que ya se lenombra en los registros de la Orden de San Francisco correspondientesal año 1582. En 1638 se trasladó á la Silanga de la isla de Alabat,volviendo á su antiguo sitio después del incendio á que le redujeronlos holandeses en el año 1665.

Gumaca debió ser muy combatido de las piraterías moras, teniendo encuenta la situación que ocupa y los restos de defensas que aún seconservan. Una sólida muralla corre por la playa, arrancando desdeel río á que da nombre el pueblo. Sobre aquel se alza un puente demadera, que comunica con el fuerte de Santa María. Encima de la puertadel fuerte—que abre el camino que dirige á Atimonan—se conservantoscamente grabadas sobre la piedra las águilas imperiales de la casade Austria, escudo que también se muestra en las ruinosas paredesdel Tribunal. La muralla cierra el pueblo por la parte que mira ála mar con el castillo de San Diego. La construcción de este fuerterevela una mano inteligente, y la solidez de su fábrica lo mantendráen pie muchísimos años. En su plataforma se guarda un pesado cañón dehierro. Formando cuadrilátero con aquellos fuertes, quedan restos delos llamados San Sebastián y San Miguel. Entre estos había una fuerteempalizada de molave

.

Gumaca tiene 7.137 almas; tributan 3.360 en 38 cabecerías. Hubo 151defunciones, 88 casamientos y 273

bautizos. Se sortearon 330 mozos,de los que se sacaron 4 soldados. Se vacunaron 431. Asistieron á lasescuelas 130 niños de ambos sexos; correspondieron á su territorio 5causas criminales. Los cuadrilleros, llamados á vigilar los 19 barrios,ascendían á 38.

Entre los edificios de Gumaca, son dignos de visitarse la iglesia,el convento y la escuela. El convento abre sus muros en una espaciosaplaza, que limita la muralla. La iglesia es buena y espaciosa, lomismo que la escuela.

Gumaca ha pasado por un sinnúmero de vicisitudes, no habiendorespetado á su laborioso vecindario ni los horrores del saqueo, ni lasdestructoras llamas del incendio, ni los estragos de la peste. Hojeandolos libros canónicos de defunciones de aquel pueblo, correspondientesá los meses de Abril y Mayo del año 1772, y fijándose en las páginasque empiezan en el asiento 28, se verá el tristísimo cuadro de lasmás encarnizadas hecatombes que registra la historia de la viruela.

Examinando el antiguo Tribunal, los fuertes de San Diego ySanta María, la muralla, las empalizadas y el capitel ojival queresguarda la gran cisterna que provee de agua al pueblo, se viene enperfecto conocimiento de que por allí ha pasado una activa y buenainteligencia. El piso alto del Tribunal está basado en arquerías,terminando en azotea, construcción rarísima en Filipinas, que hacerecordar las casas de Alicante y Valencia.

En la plataforma del castillo de San Diego pasamos al lado del virtuosopárroco Fray Mariano Granja, una alegre velada respirando las purasemanaciones de las ondas del gran Pacífico.

Toda ruina tiene para nosotros un augusto misterio ante el cual bajamoscon respeto la frente. Las agrietadas aspilleras del castillo de SanDiego, son otras tantas páginas de nuestra gloriosa historia. Sobreaquellos muros había ondeado la sacrosanta enseña de Castilla, enuna época en que, si la tenue brisa de la caída de la tarde plegabasus paños en otros horizontes, los matinales céfiros acariciabansus colores enseñando al primer rayo del sol los castillos y leones,inseparables compañeros de su luz.

El castillo de San Diego debió prestar excelentes servicios, pues dadala situación de Gumaca necesitaba un avanzado centinela que precavieselas sorpresas, fáciles de llevar á cabo en aquellas playas, por lacircunstancia de interceptar la exploración la extensa isla de Alabat.

Los principales productos de Gumaca son: el arroz, las maderas, labrea y la cera. Caza hay mucha en sus bosques, y el poco cacao querecoge es muy estimado.

En la tarde del veintiuno nos dirigimos al pueblo de Atimonan. Elcamino que conduce á aquel, salvo ligeros trayectos, no se separade la playa. Los muchos ríos y esteros que desaguan en el Pacíficoen toda la contra-costa de Tayabas, hacían que á cada paso tuvierannuestros caballos que vadear un arroyuelo, ó hiciesen resonar bajosus duros cascos los fuertes ensambles de los veintinueve puentesque encontramos. Aquellos son de madera, empleándose el molave paralos pilares. El molave es incorruptible á la acción del agua, comoimpenetrable á la destrucción de los insectos. Hemos visto sacarse deun fondo de fango, harigues de molave que habían permanecido entreaquel más de cien años, sin que mostrasen señales de carcoma nipodredumbre. En la demolición de todo antiguo edificio en que hayamolave y cañas, llama la atención la conservación de los primeros,y las bellísimas fosforescencias que se desprenden de los

alimacmac

en las segundas. El

alimacmac,

es un pequeño hongo que nace en elinterior de la caña cuando es vieja y ha estado sometida por largotiempo á la acción de las aguas. La vejez ayudada de la humedad,incuban en las paredes de la caña esa brillante excrecencia quebuscan las dalagas entre las ruinas, adornando con ellas su pelo ysus relicarios.

Los añosos y entrelazados troncos de los

bacauan

que forman losmangles, constituyen una sólida barrera que resguarda contra larompiente de las olas el camino de Atimonan. Si aquel se recorre denoche, hay que ir despacio y con algunas precauciones, so pena deexponerse á que se rompa el caballo una pata en alguno de los agujerosque hacen los cangrejos, y de que está salpicado todo el terreno.

En la línea que empieza la jurisdicción de Atimonan, nos encontramos lacomitiva que salía á esperar al Alcalde. Las dalagas iban lujosamentevestidas, montando ligeros caballos. El Gobernadorcillo de Atimonantenía preparada bajo un bonito kiosko, una suculenta merienda. Lodelicioso del lugar, las frescas brisas del Pacífico cuyas espumasllegaban á nuestros pies, y la armonía de la música que se mezclabacon el eterno y acompasado murmullo de las ondas, nos retuvo mástiempo del que debíamos.

Montamos nuevamente á caballo al aproximarse el crepúsculo, así que,bien pronto nos envolvieron las sombras. El numeroso grupo que componíanuestro acompañamiento presentaba un aspecto altamente fantástico. Lafosforescencia de la mar, los destellos de los alitaptap

, y lospreciosos cambiantes de luz, que nos mandaba Sirio, la estrellamás hermosa de los cielos, daban la bastante claridad para apreciarconjuntos, ya que no detalles.

El camino era bastante estrecho, circunstancia que hacía marchásemosde dos en dos. Varias veces levanté la cabeza desde que dejamosel kiosco y siempre encontré á mi lado una misma cara. Yo nobuscaba á Ninay, y sin embargo, constantemente estaba cerca demí. ¿Quieres fumar?—la dije, á la par que sacaba la petaca paraencender un cigarro.—Tu cuidado,—me contestó con esa habitualfranqueza de la india. Un cigarro, en todas partes del mundo es ungran introductor; el que oprimía entre sus labios Ninay, hizo tanperfectamente la presentación, que no se interrumpió entre nosotrosla conversación hasta que llegamos á los bantayanes de Atimonan. Doshoras fuimos hablando, y en ellas me contó Ninay, con una encantadoranaturalidad, una verdadera serie de superfluidades para mí, pero queconstituían para ella un mundo. Me habló de su cocal, de la saya quetenía preparada para el baile, de la peineta de su amiga Chichay,del

imbay

del Moro y del Rosillo, y por último de su novio. Moroy Rosillo, se llamaban los caballos que montábamos, eran hermanos, ysiempre habían comido en una misma tina

, estando en esto explicado,el por qué al buscarse ellos, nos acercaban á nosotros. Al pronunciarNinay el nombre de su novio, no lo hizo balbuceando ni mucho menos,aquel estaba ya admitido por sus mayores

, y por lo tanto la

cosa

era muy natural y corriente.

A las nueve de la noche entramos en Atimonan; de este á Gumaca hay21,50 km.

Atimonan se llamaba en lo antiguo un llano que se extiende en unaensenada de las costas de Lamon; y en aquel sitio se resguardaronpor los años de 1635 los pocos seres que pudieron escapar de lasllamas de Cabullao, pueblo que fué reducido á cenizas por los piratasmoros. En dicha ensenada quedó formado Atimonan el año 1637, siendohoy el pueblo más rico de la contra-costa de Tayabas. Su extensoterritorio, que abarca de costa á costa, produce preciosas maderas,inmejorables resinas, cera, maíz, café, cacao, abacá y aceite. Lasceras de Atimonan son de una pureza y transparencia tal, que pocashabrá que las igualen. En la Exposición de Filadelfia fueron premiadas,y abrigamos la convicción de que también lo serán en la próxima deParís, adonde sabemos se mandarán. Los tejidos de piña que hacen lasmujeres son muy buscados en el comercio.

La salubridad de Atimonan es buena, y aun cuando no se halla en lamisma playa, solo la separa el corto cáuce de la desembocadura del río,á cuya margen derecha se levanta. El caserío es bueno, destacándosepor la solidez de su fábrica, la iglesia y convento. Los muros deestas obras tienen de doce á quince pies de espesor. El Tribunal locomponen dos cuerpos, el uno antiguo y el otro moderno, en el últimohay un salón de los más grandes que hemos visto en Filipinas.

Atimonan tiene 8.790 almas, tributan 4.262 en las 46 cabecerías queregistra. Hubo 172 defunciones, 62

casamientos y 343 bautizos. Sesortearon 475 mozos, de los que se sacaron 9 soldados. Se vacunaron,234, asistiendo á las escuelas 160 niños de ambos sexos. Sesustanciaren 2 causas criminales y su territorio está á cargo de 42caudillos y 53 cuadrilleros.

A la noche siguiente á la de nuestra llegada á Atimonan, y terminadasque fueron las quintas y elecciones, hubo el consabido baile, en elque volví á reanudar la conversación con Ninay: me hizo conocer á sunovio; y yo en pago de sus secretillos la dí un anillito, en el queestaba esmaltada una imagen de los Dolores, exigiéndola al dárseloque había de ser el que usase el día que se casara.

Después supe no había olvidado mi deseo, y que alguna que otra vezrecordaba Ninay al castila

de las

balbas

, nombre con el que meconocían en toda la contra-costa.

En Atimonan recibimos el correo, este sale de Tayabas con direccióná Pagbilao los viernes; de aquel punto cruza toda la provincia,yendo á Atimonan, y de aquí sigue por toda la contra-costa á buscará Calauad, para internarse después en la provincia de Camarines,y de aquí á Albay. La línea de inspección del correo de Manila áAlbay termina en Tayabas; el conductor llega hasta este pueblo,en donde espera, quedando la correspondencia á merced de Dios y delservicio personal de los muchísimos pueblos que tiene que recorrerhasta llegar á Albay. Sin balijas, sacos ni árganas, excuso decir ámis lectores los deterioros y detrimentos por que pasarán los paquetes.

Para evitar gran calor, convinimos en hacer el trayecto, que separaAtimonan de Mauban, de noche y por mar, á cuyo efecto se prepararonbancas y barotos, quedando todo listo para embarcarnos á la caída dela tarde.