Viajes por Filipinas: De Manila á Tayabas by Juan Álvarez Guerra - HTML preview

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CHAPTER XX

CAPÍTULO XX.

Costumbres.—Aprobación de actas.—Un Gobernadorcillo electopaseando por Manila.—El sastre municipal.—Los faldones del frac,el sombrero de copa, la camisa de chorreras y el bastón.—

Vajilla,lámparas y rancho.—Diez varas de glasé y diez de gró.—Loscaballeros utraques

.—Un lío, otro lío y un liito.—El campanariodel pueblo.—Vuelta al hogar.—Exhibición de compras.—La saya dela capitana.—La pagoda.—El 1.° de Julio.—Juramento.—Misa devara.—

Recuerdos de las bodas de Camacho.—Un chocolate serio y undescarnado hueso.—La tenientela mayora y las juezas.—Amontonamientode alhajas.—Lectura del Tadhana.

—La coronación.—El rigodónoficial—Un borracho ante un apellido vascuence.—Fin de la fiesta aniyaya nang bayan

.

A los pocos días de llegar á la cabecera se recibieron en el Gobiernoaprobadas las actas de las elecciones en la forma que las habíaredactado el Alcalde.

Tan luego se hacen públicos los nombramientos, todos losGobernadorcillos electos principian á echar cuentas, y por lo generalresuelven, en consejo de sus

mayores

, marchar á Manila.

Casi todas las provincias tienen su casa posada en la capital, en laque no solamente viven los que de ellas van, sino que también recibennoticias y servicios del casero, estos se convierten en ciceronis yacompañantes de sus huéspedes.

Sigamos á un Gobernadorcillo electo en Manila.

La primera diligencia es llamar al sastre

municipal

. Este sepresenta en la casa con un rollo de telas, hace su correspondientecortesía al neófito

, le da la enhorabuena y

el que sea paramucha felicidad del pueblo

, se sonríen ambos, y acto seguido el

maestro

tira de regla, de jabón y de lápiz y cubica, mide y estiraal pobre munícipe que empieza á sudar al solo olor del relucientepaño que ha de convertirse en los faldones de un frac. El frac estan indispensable para el Gobernadorcillo, como el sombrero de copa,el bastón y la camisa de chorreras. El sombrero suele legarse y serviren tres ó cuatro bienios; la camisa lo mismo que el bastón podrán ser manufacturas

de el pueblo, pero lo que es el frac necesariamenteha de estrenarse y pasar por el corte de los sastres de Manila. Nidurante la medida, ni en las pruebas, ni en la elección de paño hablauna palabra nuestro hombre, y se deja hacer, pues le basta y le sobracon saber que el sastre que le sirve es el mismo que está encargadohace años de proveer á los Gobernadorcillos de Manila de trajes deetiqueta. Un Gobernadorcillo de Manila para uno de provincias, es unaespecie de amo y se da por satisfecho con solo ponérsele en parangón,siquiera sea ante el recorte de dos varas de faldones.

El

Bazar Oriental

y el almacén del

Vivac

indispensablemente sonvisitados. En el primero compra vajilla y lámparas, y en el segundo leda vueltas y revueltas á latas y frascos, cuyos rótulos no entiende,pero que no implica para que mande encajonar un buen provisto rancho.

Si el Gobernadorcillo es casado, una vez que se haya ocupado del frac,del rancho, del menaje de casa, y algunas veces del sombrero de copa,se acuerda de su munícipe mitad y muestra en mano acude en casade los

Catalanes

, en donde se provee de diez varas—ni una más,ni una menos,—de glasé negro, y otras diez de un gró rabioso

,cruzado de anchas franjas más rabiosas que el fondo á ser posible,posibilidad que por lo común no puede satisfacerse, por la sencillarazón de que la capitana en ciernes encarga que la saya sea grana.

Hay una cosa que el Gobernadorcillo no compra en Manila; esta otracosa son las cucharas, tenedores y cuchillos, los que tiene todo indiorico de tiempo inmemorial, por más que no los use, sobre todo si suriqueza no ha sido improvisada. Si su riqueza es moderna la plata dedichos objetos estará más reluciente que la de los primeros fundidos,á no dudar, con los respetables y nunca bien ponderados utraques

de ambos mundos, legendarios

señores,

cuyas

bruñidas

caras sonmás caras de ver en el día que la que está en Jaén.

Empaquetadas todas las compras y atados cajones, maletas, tampipis

,cajitas, balutanes y el indispensable lio y otro lío y liito de últimahora, toma nuestro hombre el vapor, carromata, carabao ó caballo que leconduzca á su pueblo adonde es de ene

ha de llegar montado en algo.

Ni la mirada de Isabel I, al ver los castillos y leones ondeando porprimera vez en las almenadas torres de Granada, ni la de Napoleón Ial admirar las pirámides, ni la de Luís XIV al mirarse á sí mismo, aldecir que la Francia

era

él, retrataron la intensidad que se verificóen la del capitán al divisar el campanario de la iglesia del pueblo,cuyos destinos—hasta cierto punto—estaba llamado á regir y gobernar.

Una vez en su casa—que en breve ha de abandonar para vivir en elTribunal,—se desempaca lo comprado, que habrá llegado custodiadopor un futuro munícipe de cuarto orden, que ha ido al servicio de elque será su jefe. Todos los parientes y amigos alaban el buen gustode las compras. Se coloca la vajilla en los aparadores, se cuelganlámparas, se descuelgan las sillas y sofás, que de ordinario las tienesuspendidas en el techo, se clasifican, como Dios les da á entendervinos y conservas, y se pone á pública exhibición la saya que ha delucir la capitana en la misa nang varas

, y la que ha de ostentaren el primer rigodón oficial de la fiesta de la aniyaya nang bayan

.

El uso del frac es objeto de una serie de ensayos difíciles deenumerar, no habiendo espejo una legua á la redonda que no lo hayareproducido, colgado por supuesto de los hombros del futuro jefedel municipio.

En el reloj de los tiempos—pues en el del pueblo no podía ser, entreotras razones, por no haberlo—dieron las tres de la tarde del 30de Junio. A esta hora se sacó del patio del Tribunal cañas, ramaje,flores y bejucos, y aquí amarro, allí cuelgo y más allá adorno, seimprovisó con la ayuda de unos 300 taos, una vistosa y engalanadapagoda que fué conducida con gran bulla y algazara al frente de lacasa del que será Gobernadorcillo. Esta pagoda es la insignia llamadaá dar á conocer á propios y extraños la casa del munícipe.

Como todo llega, amaneció el día 1.° de Julio, y aquí te quieroescopeta. Todas las caras están más rientes que la misma aurora quelas alumbra; todos los labios se agitan, y todas las manos se mueven.

A las ocho en punto se encuentra el héroe de la fiesta de tiros

largos, que juro á mis lectores que si por

tiros

entendemos faldones,la frase está perfectamente aplicada. A aquella hora sonó la músicay aparecieron juntamente con ella, la principalía, los que habíande cesar y los que habían de posesionarse. A un sostenido redoblesalió el munícipe, y todos juntos y al compás de un paso doble, sedirigieron á la Casa Real en la que juraron sus cargos ante el Alcalde,los electos á quienes les hizo comprender en un pequeño discurso susdeberes, después de haberles entregado los bastones y bejuquillos,símbolos de sus empleos. De la Casa Real van á la iglesia en la queoran un breve rato; de allí, dejan en su casa al Gobernadorcillo,y cada cual va á la suya no sin haber antes aplazado la fiesta parael próximo domingo.

El día de la posesión fué el jueves, de modo que poco había queaguardar.

El sábado por la tarde, todo estaba listo y dispuesto.

La misa de vara iba á celebrarse con toda la suntuosidad de quientiene gana de gastar y sendos doblones en el arca, grandes pilas depalay en el

tambobo

, cientos de tinajas de coquillo y aceite enlos alambiques y bodegas, y no escaso número de lustrosas parenderasen las

tanzas

. Para que un Gobernadorcillo pueda cumplir con lacostumbre, ha de ser rico, y como ya sabemos que el indio por nadaprescinde de aquellas, de aquí, que aseguramos lo es.

Alumbró el domingo, y el primer rayo de luz que se desprendió de loscielos, fué saludado con el estruendo de los

versos

, el volteode las campanas, el reventar de las bombas y los acordes de lamúsica. Todo es animación, todo risa, todo alegría. A la puerta delTribunal hay varias tinajas de aguardiente de coco, que gratuitamentevan trasegando los transeúntes. En los hornos se cuecen pastas, yen las mesas de la cocina hay tal número de aves y tal cantidad detasajos de carne, que hacen recordar las bodas de Camacho. Ese díacome y bebe todo el pueblo á costa de su nuevo capitán. A las ocho enpunto empieza la misa de vara. Esta se celebra con toda solemnidad,y una vez que echa su bendición el sacerdote, sigue la saturnal queha de durar veinticuatro horas. Toda la principalía en ejercicio, yfuera de él, todos los capitanes pasados, cabezas reformados, vecinoscondecorados, jefes de cuadrilleros, caudillos, primogénitos y cuantostienen, han tenido ó esperan tener algún cargo municipal, se sientanen la mesa del festín en esas veinticuatro horas. Se principia por unchocolate serio

que preside el Alcalde acompañado de toda la coloniaespañola, y concluye con las heces del coquillo que apura el tanor,y los últimos huesos que roe el pretendiente á cuadrillero. Desdeel chocolate al hueso, desfilan en perfecto orden de categorías,todos los que existen en el pueblo. Tan luego termina el chocolate,que dicho sea de paso, está servido con acompañamiento de jamón,queso, potos, bibincas

y toda clase de dulces y pastas ocupan lamesa

las

capitanas y demás

babais

de representación; á estassuceden sus maridos siguiendo

las

cabezang, principalía y demásgente menuda. La música y el baile, no cesan ni un momento.

Concluído el primer refrigerio, se encierra la

Tenientela

mayoracon las

Juezas

y algunas

Cabezang

de su confianza, en una de lashabitaciones del Tribunal, y confeccionan una corona, amontonandosobre su varillaje todas las mejores alhajas del pueblo. Hemos vistocoronas de esta clase, formadas de anillos, pendientes, peinetas,clavos y cadenas de un grandísimo valor. A más de esta corona, seadorna un bastón de mando, cuyos objetos una vez terminados, guardabajo llave la Tenientela.

Mientras las

babais

se ocupan en el adorno de la corona, elcapitán, rodeado de todo el pueblo oficial, dirige una alocuciónen la que desarrolla su futura forma de gobierno. Después de esto,lee el tadhana

, ó sea el bando. Cada Tribunal, conserva por logeneral en sus archivos su tadhana

, que se lee no solo ante elMunicipio, sino que también se da publicidad á voz de pregón en plazasy esquinas. Tengo entre mis papeles, algunos de dichos

tadhanas

;todos ellos son curiosísimos, y envuelven en su espíritu, santos ybenéficos principios.

Como muestra, traducimos del tagaloc el que oímos publicar en Lucban,cuyo original en forma de acta, lo guardo entre los autógrafoscuriosos. Dice así:

«Dios, Supremo Hacedor de todas las cosas, creó el animal y el hombreracional; en cuanto al animal lo perfeccionó en todo, menos en larazón, de que dotó al hombre para que conociese á Dios, respetase álos mayores en edad, dignidad y gobierno, enseñase á sus hijos á nodañar á nadie, dar á cada uno lo que es suyo, y compartir con el pobrelo que tuviese; mas todos estos santos principios se corrompieron,desde que el hombre pecó á su Dios; y he aquí por qué las tribuseligieron rey; mas siendo imposible que este se encuentre en todoslos pueblos gobernados, creó Jueces para que lo representasen y poruno de los cuales, hoy me tienen ustedes, señores, aunque indigno,para interpretar la voluntad de los representantes del Rey, porlo que y dentro de las atribuciones de un mísero Gobernadorcillo,vengo en decretar los artículos siguientes, seguro de que ustedes meayudarán en esta insignificante, pero difícil tarea.

Artículo 1.° Que todos cumplan los santos preceptos de Dios, de la Madre Iglesia y de sus mayores.

Art. 2.° Que procuren no jurar, sino cuando se les exigiere en losTribunales de Justicia, acordándose al hacerlo que si lo verificasenen falso, tendrán castigo en esta vida y en la otra.

Art. 3.° Que oigan misa en los dias de domingo y fiestas de guardar.

Art. 4.° Que respeten á los mayores y que estos hagan entrar á sushijos en las escuelas; haciéndoles rezar á los solteros y solteras elrosario en los sábados, y que no permitan los caudillos de los barrios,permanezcan en las sementeras, los sexagenarios y las preñadas.

Art. 5.° Prevengo en este artículo el que no se deshonre al prójimo,y que sus infractores serán remitidos al Juzgado.

Art. 6.° Prevengo á los padres que no consientan que sus hijas tratenpor largo tiempo con mancebos, ni reciban dádivas y servicios gratuitosde los amorosos pretendientes.

Art. 7.° Que no dejen de labrar tierras, alzar casas, sembrar palayy árboles provechosos, y que los que tengan no empleen la usura,acordándose de Dios y de que pueden dejar de tener.

Art. 8.° Que los seductores se acuerden del mal que pueden originar,y que pueden algún día convertirse en seducidos.

Art. 9.° Que no infrinjan este precepto, pues que de su infracciónnacen los malos deseos.

Art. 10. Que se retiren los vecinos del pueblo al toque de las diezde la noche, á cuya hora deben quedar apagados todos los

calanes

y encendidos los faroles de la calle.

Art. 11. Hago saber á los tributantes que al llegar los días detrabajos cuarentenales, todos deben concurrir á ellos, pagando á sutiempo su tributo y demás sagrados deberes.

Art. 12. Deben comprender todos los habitantes de este pueblo que eltrabajo y la limpieza son cosas que recomiendan los sagrados preceptos,por lo tanto, debe empezarse el trabajo temprano, cuidando antes debarrer y limpiar los alrededores de sus casas.

Art. 13. Los que deseen promover demandas dentro de mis atribuciones,me encontrarán en el Tribunal á cualquier hora que me busquen. Hédicho.»

A las cinco de la tarde ellas y ellos, llevando las primeras la coronasobre una bandeja, van á buscar al párroco, y este con la comitivalo hace del Alcalde, dirigiéndose todos al Tribunal. El salón estáhecho un ascua de fuego. Donde quiera hay espacio para una colgadura,flota un damasco; donde quiera hay lugar para fijar un clavo, luceuna mecha alimentada por aceite, petróleo, cera ó esperma. Ya todosen el salón, la capitana y su marido se arrodillan delante de unaltar provisional en el que se coloca la imagen, á cuya advocaciónestá el pueblo; el Alcalde coge el bastón y el párroco la corona,se pronuncia por el último una oración, se coloca sobre la cabeza dela capitana la corona, se entrega el bastón al capitán, y repetidos

vivas

atruenan el Tribunal; suena la música, se hacen disparos,revientan bombas y cohetes, y en medio de esta alegría y algazara,las dalagas cubren de flores á la capitana. Acto seguido empieza,ó mejor dicho se reanuda el baile, dando comienzo con un rigodón quegeneralmente baila el jefe de la provincia con la capitana. A las docese cena, y á la madrugada se retiran los más recalcitrantes haciendomás eses que erres

tiene un apellido vascuence.

A esta fiesta se la conoce con el nombre de

aniyaya nang bayan.

Antes de cerrar este capítulo, bueno es que digamos, para que no se nostache por algunos de exagerados, que la fiesta que hemos descrito espropia de las cabeceras ó pueblos de primer orden y no de los pequeños,en que no hay recursos ni elementos.